Indigno de ser humano es la tercera novela del escritor japonés Osamu Dazai, publicada en 1948. A pesar de estar catalogada como una obra de ficción, no son pocos los que creen que se trata de una serte de autobiografía del propio Dazai, pues aborda temas como el suicidio o la depresión, muy presentes en la vida del autor.
Argumento de Indigno de ser humano:
La novela está narrada en forma de tres cuadernos escritos por Yozo Oba, y cuentan su vida desde su infancia hasta finales de sus veinte años.
Primer cuaderno: Yozo, hijo de una familia adinerada se ve a sí mismo incapaz de entender al mundo que le rodea, incluidos sus compañeros de clase. Es por ello que recurre al humor para establecer relaciones personales. Según él, sus bufonerías le permiten no ser un fastidio para quienes le rodean, y poder mantenerse fuera de sus vidas. Gracias a su humor adquiere fama tanto entre sus compañeros como entre los profesores.
Sintiéndose tremendamente alienado nos cuenta que, por ejemplo, comía casi por obligación, pues nunca sentía la sensación de hambre; o que era incapaz de elegir: si le daban algo que no le gustaba, no lo decía con claridad, y si le daban algo que le gustaba, lo aceptaba tímidamente, con cara de disgusto.
Un último hecho que destaca en este cuaderno es que Yozu fue abusado sexualmente por una sirvienta siendo él pequeño, pero nunca se lo dijo a nadie pues creía que no serviría de nada. También nos hace saber que es cristiano.
Segundo cuaderno: Yozo sigue siendo el bufón en el instituto, pero un compañero de clase llamado Takeichi parece que descubre su fachada cómica, algo que le produce un tremendo terror. Para evitar que Takeichi desvele dicho secreto, entabla amistad con él. Es con él con quien descubre que, al igual que muchos artistas, puede usar la pintura como una forma de expresar la dualidad de su propia persona: la comedia de cara a la galería, y los sentimientos sombríos en su interior. Finalmente, Yozu acaba estudiando arte y conociendo a un chico llamado Horiki. Por la influencia de éste, el protagonista acaba sumido en una espiral de alcohol, tabaco, prostitución, casas de empeño y pensamiento de izquierdas. Esto provoca, entre otras cosas, que descuide sus estudios. En una de estas espirales conoce a una chica casada con la que acaba pactando cometer suicidio tirándose al mar. Ella muere, pero Yozu sobrevive, siendo juzgado por sus actos.
Tercer cuaderno (primera parte): Yozu es expulsado de la universidad y acaba siendo un dibujante mediocre de tiras cómicas. Tras su intento de suicidio, es cuidado por un amigo de su familia, con la que ha roto toda relación. Tras irse de esa casa, trata de llevar una vida normal con una madre soltera, siendo una suerte de “padre sustituto”, pero acaba abandonándolas y se va a vivir con la dueña de un bar. Descubre que la sociedad no es más que una lucha entre cada persona por ganar o perder, pero que todo gira alrededor del propio individuo. Mientras tanto, sólo consigue evitar el miedo a la humanidad mediante el alcohol, el cual consume en grandes cantidades. Finalmente conoce a una joven e ingenua que intenta convencerlo para que deje de beber, y acaba teniendo una relación con ella.
Tercer cuaderno (segunda parte): Los momentos buenos duran poco. A pesar de que deja de beber y encuentra un trabajo estable, Horiki vuelve a la vida de Yozu y éste recae en la espiral autodestructiva anterior. Una noche, mientras discutía con Hiroki, la esposa de Yozu es violada por un conocido y éste no hace nada, pero eso le hace sentir un enorme miedo, lo que provoca que aumenten las conductas perjudiciales para su salud. Consume tanto alcohol que se le caen los dientes, y comienza a sentir desconfianza hacia su mujer, hasta tal punto que intenta suicidarse de nuevo, esta vez mediante una sobredosis de somníferos, pero de nuevo fracasa. Tras esto, Yozu deja de ser alcohólico para ser adicto a la morfina. Finalmente, y tras añadir “una capa más de vergüenza” a su vida, decide dejar que lo trasladen a una institución mental. Finalmente pasó de ser un delincuente a un loco. Un indigno de ser humano. Tras salir, se marcha a un lugar aislado en el que realiza una última reflexión sobre su vida.
La profundidad de la Indigno de ser humano
Sin duda, esta es una novela bastante dura y cruda. Desde el principio vemos que el protagonista tiene una angustia interior difícilmente tratable. Para él, el respeto es alguien que ha conseguido engañar prácticamente a todo el mundo, pero que es humillado vergonzosamente por un ser omnipotente. También habla de la mentira mutua entre las personas, de la desconfianza entre los individuos.
El miedo que el protagonista le tiene a todo el mundo influye en la forma en la que ve el mundo y en la que ve su propia vida. En los dos últimos cuadernos podemos ver cómo está sumido en un pozo de amargura del que no consigue salir, y a veces dudamos de que quiera realmente salir, como muestran estos dos fragmentos.
“y mañana, vuelta a empezar
cumpliendo la misma regla que la víspera,
huyendo de grandes alegrías y pesares,
como un sapo que evita una piedra en el camino…”
“¿Qué soy, un egoísta? ¿O quizás, al contrario, demasiado débil? No lo sé, pero como soy un pecador redomado, estoy condenado a ser cada vez más infeliz sin saber cómo evitarlo.”
Además resulta llamativo que, a pesar de la trama, en ningún momento se menciona la palabra depresión.
La visión que se tiene de la mujer en Indigno de ser humano
Yozu Oba también tiene una dura imagen de las mujeres. El acto de enamorarse le resulta vulgar, y defiende que no entiende a las mujeres. Fragmentos como “comprender los sentimientos de cualquier mujer es más complicado y desagradable que estudiar las emociones de una lombriz” es toda una declaración de intenciones. Sin embargo, vemos cómo Yozu, a pesar de ese aspecto repugnante interior atrae a las chicas, con las que suele mantener una actitud pasiva.
Especialmente impactante es el fragmento en que dice que no recuerda bien el nombre de la mujer con la que pactó suicidarse, pero sí recuerda perfectamente la cara del hombre que les sirvió el sushi aquella noche.
Yozu ha sido criado por mujeres y, a pesar de ello, le aburre cuando las mujeres hablan de sí mismas, diciendo que “con un dulce se les olvidan todos los problemas”. Le atrae la mujer con la que pacta el suicidio porque la ve como una marginada, y a él le atraen las personas marginadas.
Para el protagonista, ciertas personas que han causado un gran impacto en su vida (a veces negativo) son mujeres: la sirvienta que abusa de él, la mujer con la que pacta suicidarse, la madre soltera que lo mantiene (con una hija a la que también acaba temiendo), la dueña del bar que también lo mantiene, la joven que consigue que deje de beber, o la farmacéutica que le proporciona la morfina por pena.
Durante la novela, el lector se va dando cuenta del pésimo papel de la mujer en la historia, y especialmente crudo es el episodio de la violación. Antes de que llegue, el propio Yozu lo avecina, diciendo que “él no es posesivo con las mujeres. Por eso, cuando violaron a su mujer, no hizo nada”.
Nos enfrentamos a una visión absolutamente misógina de la mujer, y ya no por parte de Yozu Oba, sino del propio Osamu Dazai. Es, sin duda, algo en lo que vale la pena pararse a reflexionar.
¿Recomendamos Indigno de ser humano?
Recomendadísima. Además de ser corta, está redactada de forma asequible a todo aquel que se quiera introducir a la narrativa japonesa. De hecho, no solo recomendamos su lectura, sino que recomendamos una SEGUNDA lectura, pero que ésta se realice después de leer sobre la vida del autor. Sin duda, esta segunda lectura será bastante más dura que la primera, y servirá para entender por qué mucha gente cree que “Indigno de ser humano” es una autobiografía disfrazada de novela de ficción.
Eso sí, esta es una novela depresiva y triste, por lo que NO recomendamos la lectura de este libro a nadie que esté pasando por un momento de baja autoestima o un mal momento. Leerlo estando triste es peor que estar deprimido y escuchar una canción de Alex Ubago. Este libro hay que leerlo cuando tienes, como dice la canción, “el corazón contento”.
También se recomienda que esta novela no se lea con prisa. A pesar de ser corta, no es nada superficial, y es mejor leerla tranquilamente y poder empaparse adecuadamente de lo que el autor plasmó en la obra.
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