¿Qué harías si tuvieras en tu poder una libreta capaz de cambiar todo lo que te rodea? Algunos, como en la popular obra de Tsugumi ?ba, Death Note, en la que la libreta servía para matar a gente, sus poseedores las usaban para obtener poder. Pero no Carlota. Carlota, la protagonista de Entre cartas marcadas y sueños imposibles usará este poder en su propio favor: para conseguir la casa de ensueño y el polvo de su vida. La portada, por cierto, es un cuadro pintado por la propia autora: Ángeles Bellinfante.
Argumento de Entre cartas marcadas y sueños imposibles
Carlota está harta de su vida: se nota estancada, falta de autoestima, nerviosa y para colmo, hace bastante tiempo que no duerme nada bien. Precisamente por eso ha decidido ir a ver a una psicóloga la cual es tajante con su recomendación: Carlota debe reconciliarse con su madre si quiere progresar en la vida.
Para poder hacerle frente a esta idea, Carlota empieza a escribir cómo le gustaría que fueran las cosas en una vieja libreta de su difunto padre. Pronto descubre que esta libreta es capaz de hacer que todos sus deseos se hagan realidad: incluyendo el hecho de que su madre vuelva siendo millonaria y le regale una casa llena de lujos que compartir con su amiga Ramona… y el sexy jardinero Javier.
El uso de una libreta mágica para otorgar poder
Muchas obras han explorado anteriormente la idea de que existan libretas capaces de realizar actos cargados de magia o de poderes inimaginables, destacando la famosa Death Note capaz de asesinar a cualquier persona a distancia. Sin embargo, el uso de la escritura como manifestación de los deseos es un ejercicio bastante frecuente en el entorno psicológico.
En su obra ¡Escríbalo… y hágalo realidad! de Henriette Anne Klauser, la misma explica que dejar constancia de tus deseos es una forma de hacerle ver al universo y a nosotros mismos que estamos listos para recibir el éxito que proyectamos con la escritura. Al parecer, escribir activa una parte de tu cerebro llamado el Sistema de Activación Reticular: un conjunto de células ubicadas en la base del cerebro que nos mantiene alerta sobre los eventos e información importante a nuestro alrededor.
Es decir, que escribir no solo nos mantiene activos y de mejor humor sino que también nos ayuda a superar retos y barreras mentales sugestionándonos a nosotros mismos con que el éxito es posible.
Ángeles Bellinfante, la cual sin duda debe contar con un gran conocimiento de psicología, de técnicas psicológicas y de sus herramientas ya que las terapias a las que asiste Carlota están descritas con un realismo escalofriante, le da la ilusión a Carlota y al lector de que este cuaderno es capaz de cambiar el mundo y no cuenta con una cómoda hoja de instrucciones como ocurría en la obra de Oda: simplemente se trataba de una libreta roja de anillas vieja y gastada como cualquier otra que hubiera por casa, y durante la mayor parte de la novela ni siquiera amplían sobre la importancia del padre fallecido para Carlota o el origen real de la libreta.
La falta de autoestima y la obsesión por el control
Esto que en un primer momento puede parecer una falta de profundidad por parte de la autora al no hacer que la protagonista se pregunte de dónde narices salió la libreta y su poder o incluso cuáles son sus reglas, pero en el momento en el que conoces a Carlota entiendes que esto responde a la narutaleza de la propia antiheroína.
Carlota es una mujer narcisista, egoísta, superficial, egocéntrica y ligeramente tonta. En un primer momento puede parecer que, de la Carlota inicial a la que conocimos apretujándose las manos en una sesión de terapia a la manipuladora que sueña despierta con su jardinero hay todo un abismo. Pero ¿es capaz el dinero de cambiar tanto a una persona? La respuesta es que no, y es que en el fondo Carlota no cambia tanto.
Es típico de personas nerviosas y con un profundo narcisismo (como le pasa a Carlota y que muy bien deja claro su psicóloga cuando afirma que esta deseaba humillar a su jefa), querer controlar absolutamente todo lo que ocurre a su alrededor. Carlota al principio aparenta tener una fuerte falta de autoestima, permitiendo que su jefa cambie sus horarios de vacaciones sin queja o incluso negándose a ir a ver a su madre, pero en el fondo lo que oculta es una actitud pasivo-agresiva en la que maltrata a sus amigas, manipula a todo aquel que está a su alrededor y se comporta como una mujer enormemente egoísta.
- ¿Humillada? ¿Te sientes superior a ella?
Ya había metido la pata. «Mide tus palabras», se dijo.
- Tampoco es eso. Lo he dicho por decir…
- Necesitas sentir que eres mejor que ella. No lo has dicho por decir. Es tu jefa. ¿Crees que llevarías el negocio mejor que ella?
Estuvo a punto de asentir. No es que lo pensara, es que era así. Para empezar, despediría al inútil de su hermano [...]
Este egocentrismo puede verse reflejado en su forma de tratar al resto de personajes: desde Javier el jardinero, con el que intenta de todas las maneras posibles mantener una relación romántica y del que no sabe nada en absoluto, tratándolo de hombre trofeo; hasta su reconciliación con su madre, a la que vuelve solo para comprobar si su libreta es mágica como parece y de la que coge todo su dinero sin encontrar ni un minuto para verla.
Durante la mayor parte de la primera mitad de la novela, Carlota demuestra hasta qué punto puede llegar a convertirse en una manipuladora de manual: decide que su amiga Ramona no va a conseguir el amor nunca y que lo mejor que puede hacer es engañar a un pobre ex-futbolistra para sacarle todo el dinero posible. Por supuesto, este plan es completamente unilateral y ni Ramona acepta en ningún momento, ni Carlota la deja en paz después de darle la turra. Está completamente aplastada por algunas ideas preconcebidas machistas, como su miedo constante a que Ramona le quite al jardinero. Y a todo esto se le suma sus maravillosos estereotipos racistas (cuando sueña con la casa perfecta, incluye en el pack a una pobre mujer de Europa del Este que necesita desesperadamente el dinero y que por eso trabaja para ella y a un jardinero que se convierta en hombre objeto).
Spoiler a partir de aquí
En resumen: Carlota es una antiheroína por todo lo alto, pero su personaje evoluciona enormemente. El punto clave de su evolución es el momento en el que Ramona le confiesa estar enamorada de ella y cuando descubren que han perdido la libreta de los deseos.
Como los djinn de Las mil y una noches que concedían deseos a la gente que luego se volvían en su contra o la terrorífica leyenda de la mano del mono, la libreta saca lo peor de Carlotay la vuelve más superficial y cruel de lo que ya era de base. Pero es que en esta novela, a excepción de dos o tres personajes, todos son hipócritas y cínicos por naturaleza.
En ciertos momentos la autora hará pequeñas transiciones que nos permitan ver la psique de otros personajes como Ramona o Javier. Ramona, que desde fuera se ve como un personaje rudo y algo grotesco al principio, influenciados por la forma de verla de Carlota, se nos muestra como una joven humilde y tímida que solo quiere encontrar el amor; mientras que Javier afirma sin tapujos antes de que lo ataquen en el piso de Carlota que está deseando ligarse al “viejo ex-futbolista que no le quitaba el ojo de encima” para poder sacarle algo de dinero.
Todos cambiarán y evolucionarán a partir de la segunda parte en la que se van a los Ángeles y la CIA, la mafia y otras locuras se interpondrán por medio mientras Carlota va desesperada en busca de su libreta y, ya que está, también de su madre.
Mi opinión de Entre cartas y sueños imposibles
He de confesar que mis partes favoritas de Entre cartas y sueños imposibles son los momentos de terapia con la psicóloga porque eso me decía mucho acerca de todo lo que la autora se había documentado y cómo había trabajado a una protagonista que era una antiheroína, ya que no se limita a crear a un personaje odioso simplemente porque sí, sino que hay una intencionalidad detrás.
Generar a alguien como Carlota y conseguir que el lector no pierda el interés por leer la obra es complicado y lo cierto es que en esta novela le cuesta mucho arrancar a la trama. El momento en el que Carlota descubre que la libreta tiene poderes (por una coincidencia con su trabajo, en la que cual, para mi gusto, me faltaron páginas de cómo se plantea si fue una casualidad o de la veracidad de su poder) es extremadamente rápido, pero después prolonga toda la primera parte (que son casi 150 páginas) en los desesperados intentos de Carlota de protagonizar una novela de Mia Sheridan con el jardinero de turno y sus bochornosas borracheras.
No acabé de creerme el piso de lujo en el que vivía al igual que no acababa de ver a Vicente como algo “real” y latente dentro de la novela. Me faltó una descripción detallada del piso, del lujo que se ofrecía o de los materiales realmente maravillosos que tenía. Vivir en una casa lujosa es más que tener un jardín y una cocina grande: se nota en la temperatura al levantarse, en el hecho de que puedas o no andar descalza, en los sofás, los muebles… conociendo a Carlota y la locura de limpieza y pobreza en la que pasó su infancia, me extrañó que no reaccionase si alguien ponía los pies en la mesa de su salón o le manchaba el tapizado del sofá.
Algunos usarían la libreta para cambiar el mundo a un lugar mejor, otros para obtener su trabajo de ensueño y quizás algunos otros para vengarse, pero en el caso de la egoísta Carlota, me faltó un momento Pretty Woman. Un instante en el que sale de compras, se hace con las cremas más caras del mercado y con los productos más maravillosos que ni siquiera necesita hasta llenar la casa con cosas que no quiere y que le da por el mero hecho de sentirse superior a Ramona.
La novela es entretenida de por sí y es muy cortita y ligerita de leer. Además, la edición de Caligrama y la preciosa portada y mezclas de tipografías la hacen todavía más agradable de llevar contigo, pero en mi opinión personalmente le falla un poco el ritmo y el por qué de las cosas. Y es una pena porque las escenas con la psicóloga eran para mí oro puro y me alegré mucho al ver que Carlota no iba a abandonarlas después de hacerse “rica”.
Estoy segura de que esta no será la última obra de Ángeles Bellinfante y el día de mañana me encantará seguir leyendo y descubriendo su progreso.
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