Argumento de El poder de Amabel
Amabel es una niña pequeña que pasa sus días entretenida entre el cole y el judo que hace después de las clases. Feliz e inocente, no se da cuenta de que su familia pasa por un verdadero apuro: su padre ha perdido el trabajo y su madre se ha visto obligada a coger un trabajo en la empresa de conservas del pueblo.
Un día, después de pelearse con su compañero de clase Braulio, Amabel descubre que todo el mundo en su familia tiene poderes: mamá es super rápida, papá es super fuerte, la abuela puede hacerse invisible y su hermano Bal es super listo. La única que no tiene poder es ella, pero está dispuesta a hacer lo que sea por averiguar cuál es su talento especial.
El poder de Amabel y la sociedad de España en crisis económica
El poder de Amabel es una obra infantil que pone de manifiesto la visión de una niña ante los problemas económicos por el que pasan miles de familia en España. De esta forma, se ve cómo van introduciéndose palabras al vocabulario de la niña como “reducción de plantilla” o “despido”, las cuales ella utiliza fuera de contexto.
En vez de crear una casa y una familia perfectas, Érica Esmorís hace algo todavía mejor y retrata una familia real. Los problemas que atraviesa económicamente la familia quedan de manifiesto en pequeños detalles como que la niña cuente que cenan leche con cereales o que su mamá “no le deja” tener una tele para ella sola en su cuarto o una videoconsola como la de su prima.
El padre de Amabel no tiene ningún tipo de formación y no sabe hablar inglés como la mitad de la población rural, provocando que su incorporación al mercado laboral sea prácticamente imposible y solo sume asperezas y tensiones a la casa. Al mismo tiempo, su madre tiene que encargarse del cuidado de la casa, de los niños, de su nuevo trabajo (el cual odia) y de su madre dependiente. Y por último, su hermano Bal no deja de suspenderlo todo en el colegio.
Todo esto genera un clima de estrés al que obviamente reacciona Amabel de una forma subjetiva la cual, sin saberlo, intenta llamar la atención de su familia para distraerles de sus preocupaciones y conseguir que sean felices.
Cada personaje es necesario y está muy bien planteado
En el poder de Amabel conoceremos a todo tipo de personajes: desde la amiga de Amabel con la que ella no acaba de congeniar (Jazmín) hasta las hermanas de su nuevo amigo Braulio. En un intento exitoso de mostrarnos la psique y el comportamiento de una niña pequeña, Érica nos enseña la enemistad con la que Amabel empieza su relación con Braulio y cómo pasan a ser mejores amigos en cuanto tienen algo en común: descubrir a la familia de Amabel usando sus poderes sin que ellos se den cuenta.
Es especialmente cariñoso el trato que Érica Esmorís le da al personaje de la abuela, la cual está paralizada y no puede caminar sin ayuda. En lugar de mostrarla como una persona dependiente o una carga familiar sin prácticamente importancia en la historia, crea a su alrededor un halo de amor y de ternura muy favorecedor para que los niños aprendan a valorar y a respetar a sus abuelos y a sus mayores.
Al mismo tiempo, genera un contraste deliberado y muy potente con la casa de Braulio y su familia. A diferencia de su madre, la mamá de Braulio siempre sonríe, no se altera por nada y parece encantada con todo. Al mismo tiempo, Amabel hace comparaciones entre las casas: en la de su mejor amigo tienen piscina, futbolín y todo tipo de cosas para entretenerse. Para la niña es injusto que cuando los castiguen, Braulio pueda tener todos los juguetes del mundo a su alcance y ella no. Pero la autora rápidamente hace rectificar los pensamientos de la niña para que Amabel llegue a la conclusión de la suerte que tiene por tener una familia tan increíble como la suya, llena de superpoderes.
De hecho, en cierto momento se deja traslucir las diferencias en la forma de tratar a sus hijos que tienen ambas familias: en cuanto Amabel se despierta en el hospital, Horacio (el padre de Braulio), lo primero que hace es intentar comprar el perdón de la niña con un regalo y lo segundo es anunciar que le dará trabajo a su padre. Esto te da una idea de cómo funciona la educación en la casa de Braulio a diferencia de la casa de Amabel.
Un lenguaje por momentos quizás demasiado complicado
El poder de Amabel tiene en ciertos momentos perífrasis verbales, oraciones en pasiva y frases quizás demasiado complejas para que lo entienda un niño. Llaman especialmente la atención al estar escrito el libro en primera persona porque no es la forma habitual o natural de expresarse de una pequeña.
Frases como:
No sabía si Bal estaba al corriente de que mamá era especial, pero en ese momento preferí guardar discreción.
o
Mi abuela sí me escuchó y me hizo callar. Bal me guiñó un ojo. Mis padres estaban discutiendo otra vez. Bal cogió el anuncio de la discordia y tradujo [...]
De cualquier forma, estas son más abundantes al principio de la obra que al final y pueden ser un buen aliciente para favorecer el desarrollo y la lectura de los peques de casa. Por el resto de la obra, El poder de Amabel está escrito con frases cortas y verbos simples, ideales para practicar la lectura o incluso para leérselo a tu peque y pasar un buen momento juntos.
Una edición cómoda y con pequeños apoyos gráficos
SushiBooks ha dado en el clavo con el tipo de edición para esta obra: impresa en una tapa blanca y con una tipografía grande y amplia, el formato se hace realmente cómodo para llevar a cualquier parte y la edición es lo suficientemente ligera como para no cansar a un niño. Al mismo tiempo, incluye pequeños apoyos gráficos en forma del trocito de cuaderno con el que Braulio y Amabel realizaron su lista de superpoderes. Incluso para darle más realismo, cambian la tipografía de ambas listas de manera que una parezca escrita por uno y la otra por otro.
Este apoyo se va repitiendo a lo largo de las páginas conforme Amabel va tachando superpoderes, y lo cierto es que podría haberse aprovechado la ocasión para añadir algún dibujillo en los laterales de la hoja o alguna pequeña mancha de forma que fuera todavía más completo.
Una obra que recomendamos leer con un adulto y parándose a explicar las acciones de la niña.
El poder de Amabel es una obra entretenida y que introduce maravillosamente bien a los niños a una situación familiar real que podría ser la de muchos pequeños hoy en día. Sin embargo, Amabel va realizando pequeñas trastadas que en su cabeza tienen todo el sentido del mundo pero que son capaces de escandalizar a cualquier madre o padre.
Cosas como subirse al tejado y saltar para saber si vuela, trepar a la cómoda para poner los muebles sobre el armario o incluso dejar que un compañero le lance un dardo, son tan peligrosas que si alguno de los niños decidiese llevarlas a cabo por pura imitación, su vida correría verdadero peligro.
De pronto sentí una punzada en medio de la barriga y un dolor peor que el de un calambre. Cuando miré hacia abajo, tenía el dardo envenenado clavado en el ombligo. ¡Braulio había hecho diana! Grité muy fuerte y Braulio también gritó. Los dos gritamos tanto, que el importantísimo pare de Braulio bajó al garaje y, al verme con el dardo clavado, llamó a la ambulancia. Braulio seguía gritando pero yo no: a mí me dolía mucho la barriga y me entraron muchas ganas de dormir.
Es extremadamente importante, por tanto, que si decides comprar El poder de Amabel para tu peque o el de una amiga, lo leas siempre con calma y con una supervisión adulta. Es importante razonar con el niño y hacerle ver que lo que hace Amabel “está muy mal” y que él o ella no tienen que subirse al tejado, ver si son capaces o no de morir ahogados o dejarse atravesar por dardos afilados. De esta forma, el libro seguirá manteniendo su aportación didáctica en relación a los hogares reales con problemas reales, y no impulsará a nuestros peques a adivinar cuál es su superpoder.
Nuestra opinión sobre El poder de Amabel
Está claro que libros infantiles hay muchos. Es todo un mérito que Érica Esmorís se esforzase en crear un libro ambientado en una casa real donde los niños puedan descubrir que los personajes de los cuentos y de las obras que leen pueden ser iguales a los de su propia familia.
El candor con el que está creada la familia de Amabel, desde el padre que arregla goteras hasta la madre estresada que odia su olor a pescado es tal, que rápidamente los sientes como de tu propia familia.
Pero de nuevo, es un libro que requiere de supervisión adulta. Si eres contrario a los correctivos físicos en niños, entonces es posible que quieras saltarte algún tirón de orejas y bofetada con el que castigan a Braulio y a Amabel por colarse en la zona de neonatos al final de la obra. Si esto no te molesta, entonces este es un libro genial para mostrar la variedad de hogares que hay en las diferentes casas y cómo no se necesita tener mucho dinero ni ser muy rico para ser feliz.
Al fin y al cabo, el poder de Amabel y el de todos los niños es poder arrancarte una sonrisa. Y al menos, con nosotros, lo ha logrado.
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