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El naranjal y la garza, opinión de la obra de Neus Arqués

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Escritora consumada, concept artist en ciernes y adicta al trabajo. Do...


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Imágen destacada - El naranjal y la garza, opinión de la obra de Neus Arqués

Con una ilustración de cubierta y una edición simplemente espectaculares, El naranjal y la garza, la primera obra de Neus Arqués en Ediciones Pàmies, espera a que la abras y descubras una historia y una perspectiva completamente novedosas sobre la vida de Juana de Castilla.
De esta forma la autora nos trae una historia  alejada de la narrativa hegemónica actual que se desvincula del debate sobre la supuesta esquizofrenia y cambios de humor del personaje histórico de Juana la Loca y nos acerca un relato mucho más sosegado que pone el foco de atención en tres mujeres diferentes en la corte de Flandes.
Su historia está cargada de injusticias, crueldades, bailes y pobreza, y poco a poco, conforme más vas adentrándote en la historia de Juana de Castilla desde la perspectiva de Neus Arqués, más comprenderás la enorme soledad que rodeaba a la archiduquesa castellana.

Argumento de El naranjal y la garza

1496. Todos los ojos apuntaban hacia ese matrimonio. Mientras Juana se despedía de su madre en aquel barco acompañada de dos nobles menores —sus dueñas, Ana De Beaumont y María Manuel— y sin más consuelo que un matrimonio aparentemente prometedor la archiduquesa se preguntaba si estaría a la altura de la imagen y las exigencias de la Corona castellana.

Sin embargo, pronto descubrirá que su matrimonio y su futuro no son en absoluto lo que ella esperaba. Apoyándose en un juego de cartas que mandó realizar su madre, la reina, específicamente para ella como regalo de despedida, Juana irá desvelando los misterios y secretos de la nueva corte que le espera: la ambición sin límites de su marido, el pesar que encoge el corazón de Ana de Beaumont y las mentiras que giran alrededor de María Manuel.

Una corte cargada de traiciones y tragedia donde Juana comprenderá que su marido, decididamente, no es quien ella soñaba que fuese.

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Un relato diferente sobre Juana de Castilla

El panorama literario histórico no ha sido inmune la leyenda de la famosa Juana la Loca: una mujer sobre la que circulan todo tipo de rumores que recientemente se han puesto en entredicho. De ella se decía que estaba obsesionada con su marido, que era absolutamente incapaz de gobernar y que presentaba enormes cambios de humor y un temperamento proclive a la melancolía que la volvía difícil de manejar. Sin ir más lejos, el psiquiatra Vallejo-Nágera, en su obra Locos egregios (Planeta, 1998), tras analizar una serie de cartas y testimonios de la época, llegó a la hipótesis de que Juana tenía accesos de esquizofrenia con episodios de lucidez heredados de su abuela, la cual murió encerrada en Arévalo por la misma enfermedad.

Frente a esta teoría, muchos otros han decidido reexaminar la imagen de la gobernanta de Castilla y señalan que todo no era nada más ni nada menos que un complot masculino para restar credibilidad a su capacidad de gobierno sobre la Corona de Castilla, disputada entre su padre, Fernando de Aragón, y su marido, Felipe el Hermoso.

Sea como sea, Neus Arqués se aleja de ambas teorías para ofrecernos una visión más sosegada, triste, melancólica y solitaria de la vida de la archiduquesa. En El naranjal y la garza, una obra marcada por la tragedia, no nos encontraremos con fuertes pasiones o cambios emocionales violentos y brutales, ni mucho menos con pistas sobre una supuesta locura. En su lugar, la autora nos llevará de la mano por una corte cargada de romances truncados, pobreza y una enorme tristeza, donde Juana comprenderá de una vez por todas que su papel en ese matrimonio es servir a la Corona de Castilla e intentar ser una buena esposa.

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Bien sabía que la felicidad olía a las frágiles flores del naranjo que se le marchitaban entre los dedos.

Para ello, la autora va introduciendo poco a poco pequeñas perlas históricas sobre el papel de Juana en Flandes y el motivo de ese matrimonio, explicando la división de lealtades que representaba el matrimonio. Y es que el matrimonio de Juana con Felipe el Hermoso era más que nada un juego político que unía las casas Trastámara y Habsburgo contra Francia, potencia económica que tanto los Reyes Católicos como el padre de Felipe odiaban.

Estas pequeñas dosis políticas en las que se habla del juego de lealtades y de la débil posición de Juana en una corte a la que no puede comprar y cuya lealtad no puede garantizar se tocan en la novela de manera muy superficial, ya que la mayor parte de la trama se centrará en la vida interna de la archiduquesa y sus dos dueñas y en sus relaciones con el resto de la corte.

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El juego de amor de cuatro mujeres en Flandes

El naranjal y la garza está marcada por la tragedia, y es que existe una visión descarnadamente triste en el destino de las tres mujeres: tanto Juana de Castilla como Ana de Beaumont se encontrarán en Flandes sin un real que les permita participar en el juego de los señores de la política, protegerse a sí mismas o, dios no lo quiera, tener algo de independencia. Juana espera como agua de mayo la dote que su marido le prometió y que no parece llegar y Ana depende de la archiduquesa para poder salir adelante, demasiado apesadumbrada por su amor imposible y por las violentas atenciones de Diego de Osorio, un hombre cercano a Felipe el Hermoso.

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Los falsos amantes nos clavan la espina del deseo. Y nosotros nos la sacamos rechazándolos. La aguja pinchando sana.

Ambas mujeres representan el sometimiento y la resignación a las reglas impuestas por una sociedad estamental en la que solo importa que sean capaces de cumplir las órdenes de sus superiores. Así, Ana renuncia al verdadero amor porque la reina no da su aprobación para el matrimonio, arriesgando de esa forma la posición y la vida cómoda en la corte que tiene si se atreviera a desobedecer.

Por otro lado nos encontraremos con María de Manuel y con Beatriz de Bobadilla: las antítesis a Ana y Juana, respectivamente. Estas, sabiendo que el mundo en el que viven está dominado por los hombres y que la archiduquesa no puede proveerlas de dinero ni mucho menos protegerlas de su destino, deciden entrar en el juego masculino y emplear sus encantos sexuales para obtener poderes, favores e información que luego revender en la corte.

Y es que la novela está cargada de contenido erótico: desde el momento del desvirgamiento de la archiduquesa hasta los episodios anecdóticos tratados superficialmente de la relación sado ama-esclavo que mantiene Beatriz de Bobadilla con uno de los hombres más poderosos de Flandes, veremos cómo las pasiones sexuales gobiernan una corte completamente contraria a la castidad castellana.

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Un juego de cartas, un presagio y algo de poesía

El libro hace una auténtica declaración de intenciones ya desde su prólogo y nos deja claro que nos encontramos ante una novela trágica. Así, la musicalidad de la obra queda patente cuando en el prólogo leemos:

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La historia de una infanta que fue feliz y será reina. De un marido que fue amante y será traidor. De dos damas que fueron amigas y serán peones. Y de un juego de naipes.

Y es que El naranjal y la garza es una obra óptima para todos aquellos que no conozcan demasiado sobre la historia de Juana de Castilla o que quieran introducirse en una novela con una visión femenina sobre aquellos años de Juana en Flandes antes de que se mascara la verdadera tragedia.

Sus primeros capítulos empiezan por hundirnos en esa sensación de optimismo que rodea a Juana a pesar de la incertidumbre de su matrimonio. Durante su viaje y sus futuros años venideros, siempre tendrá a su lado el juego trobado: una baraja de cartas que le regaló su madre, la reina, y que, a pesar de las continuas advertencias de esta, Juana y sus dos dueñas emplean para adivinar el futuro y las intenciones de las personas en la corte.

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La baraja nos retrata y retrata nuestras cuarenta damas principales. Cada naipe muestra una estrofa, y cada estrofa incluye un árbol, un ave, una canción y un refrán. Combinando estas cuatro suertes los jugadores deben adivinar a quién se refiere.

A lo largo de la narración, conforme vayamos conociendo el progreso de las vidas, pasiones y tragedias de las tres damas principales de la narración, aparecerán intercalados en el texto fragmentos de poesía, canciones y cartas que la propia autora confirma al final de la obra que son fragmentos del Cancionero general de Hernando del Castillo, publicado en Valencia en 1511. Estos pequeños oasis de belleza nos recuerdan el mundo de lujo, delicadeza y elegancia dialéctica del que ha sido arrancada Juana y que en poco o nada encajan con la vida en Flandes.

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Mi opinión sobre El naranjal y la garza

No tenía grandes pretensiones al acercarme a esta obra. Al ver que en las redes sociales de Ediciones Pámies se referían siempre a la protagonista como Juana de Castilla y no Juana la Loca, pude suponer que se trataba de una novela que se desvinculaba del drama y el debate existente sobre la supuesta esquizofrenia de Juana.

Acudir a la obra con la mente completamente limpia me ayudó a adentrarme en la trama, comprender el conflicto que había entre la dinastía de los Habsburgo frente a los Trastámara y la difícil posición que fue para Juana este matrimonio. Neus Arqués retrata increíblemente bien el debate interno de la protagonista entre ser fiel a su deber y ser absolutamente incapaz de ser respetada en una corte que la priva de dinero, apoyos y confidencias y donde hasta las personas más cercanas la traicionan.

En esta corte donde priman la inseguridad y las mentiras, Juana carece de la experiencia y el temple para atenerse a los cambios de parecer de su marido y se aviene a los placeres de la carne. Es cierto que me sorprendió la cantidad de escenas eróticas que pueblan la obra y cómo el sexo es uno de los principales motores alrededor de los cuales gira la obra. Sin embargo, la inclusión de citas directas del Cancionero, así como los poemas que aparecen insertados de Jorge Manrique y Juan de Mendoza, basados en textos reales, hacen que el conjunto de la novela sea disfrutable para aquellos que se introducen en el mundo de Juana de Castilla.

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