Año 1496. La infanta Juana se dirige a Flandes para casarse con el archiduque Felipe de Habsburgo. Con ella viaja el juego trobado, una baraja poética que la reina Isabel le ha regalado. Los naipes retratan a las damas que los juegan con cuatro suertes: un árbol, un ave, un refrán y un romance. A Juana la representan el naranjo, en alusión a la boda, y la elegante garza, que exalta su belleza. La novia parte de Castilla dispuesta a cumplir los designios dinásticos de los reyes. Se lleva con ella a dos de sus damas más queridas, doña María Manuel, rosa efímera; y doña Ana de Beaumont, ciprés siempre verde. El relato acompaña a las tres mujeres desde su llegada a Flandes hasta el nombramiento, en 1500, de Juana como heredera de las coronas de Castilla y Aragón. En estos cinco años el juego trobado les sirve de oráculo ilícito y de consuelo. Los naipes entretienen a las amigas en los días lluviosos, predicen la suerte de amores y las guían en la maraña de intrigas cortesanas. Los palacios flamencos son auténticos hervideros de maquinaciones que ponen a prueba el matrimonio de Juana y el futuro de la dinastía Trastámara. Los Reyes Católicos quieren aislar a Francia, pero Felipe discrepa y ve en su esposa castellana el instrumento perfecto para oponerse a la voluntad de sus suegros. Estos son, para Juana, los años decisivos: pasa de ser una joven obediente a una princesa a la que hay que controlar. La muerte de sus hermanos la ha convertido en inesperada heredera y en puerta de entrada de los Habsburgo en España. Y el juego trobado nos los cuenta todo.
Acudir a la obra con la mente completamente limpia me ayudó a adentrarme en la trama, comprender el conflicto que había entre la dinastía de los Habsburgo frente a los Trastámara y la difícil posición que fue para Juana este matrimonio. Neus Arqués retrata increíblemente bien el debate interno de la protagonista entre ser fiel a su deber y ser absolutamente incapaz de ser respetada en una corte que la priva de dinero, apoyos, y confidencias y donde hasta las personas más cercanas la traicionan.
En esta corte donde priman la inseguridad y las mentiras, Juana carece de la experiencia y el temple para atenerse a los cambios de parecer de su marido y se aviene a los placeres de la carne. Es cierto que me sorprendió la cantidad de escenas eróticas que pueblan la obra y cómo el sexo es uno de los principales motores alrededor de los cuales gira la obra. Sin embargo, la inclusión de citas directas del Cancionero, así como los poemas que aparecen insertados de Jorge Manrique y Juan de Mendoza, basados en textos reales, hacen que el conjunto de la novela sea disfrutable para aquellos que se introducen en el mundo de Juana de Castilla.