Con un prólogo estruendoso, poético y simplemente magnífico, Santiago Mazarro, ganador del premio Hislibris a mejor autor novel en 2020, abre las puertas a su segunda obra: El fuerte de la Florida.
Argumento de El fuerte de la Florida
El fuerte de la Florida nos traslada a 1740, año en el que Samuel Durango, un exesclavoes capturado por un grupo de británicos y arrastrado de nuevo a territorio inglés, donde la sentencia de una vida de trabajos forzados pesa sobre su cabeza.
Sin embargo, Teresa de Montiano, una joven con la que se crio el joven cuando fue rescatado años atrás a las puertas de la muerte, no permitirá que los días de Samuel acaben así. Por ello, contrata a un excéntrico capitán al que le encomienda una única misión: encontrar con vida a Samuel y devolverlo a territorio español, donde por fin volverá a ser libre.
Fuerte Mosé: el último reducto de libertad
El fuerte de la Florida nos abre los ojos ante un episodio desconocido de la historia de España en plena época colonial, donde británicos y portugueses llenaban las costas de las Américas de hombres esclavizados procedentes de África. En este contexto, un pequeño fuerte en la Florida española se antojaba como el último reducto de salvación para ellos, ya que aquellos que conseguían cruzar las fronteras podían optar a la libertad siempre y cuando fueran bautizados antes.
Y es que pocos conocen la verdadera historia del Fuerte Mosé, el primer asentamiento legal de negros libres de toda la historia de Estados Unidos. Así, Santiago Mazarro recupera a Manuel de Montiano, el por entonces gobernador español de la Florida, para construir una novela a su alrededor que involucra no solamente al conflicto marítimo que hubo entre España e Inglaterra, sino también a emblemáticos personajes como el famoso capitán de La Isabela, Fandiño, provocador de la guerra de la Oreja de Jenkins.
La trascendencia de Fuerte Mosé ha pasado desapercibida ante las lecciones de historia que se imparten en las aulas españolas, ya que durante años representó el último reducto de libertad para cualquier esclavo fugado de las plantaciones inglesas. Su nivel de tolerancia a diferentes razas y colores estaba muy adelantado a su época (sin ir más lejos, su construcción llegó un siglo antes de la Proclamación de Emancipación de Abraham Lincoln).
━Eso dicen los recién llegados. Al sur de Charleston, hace más de una semana. Cerca de cien esclavos. Mataron a treinta ingleses, incendiaron la plantación y escaparon por el río.
━Eso dicen los recién llegados. Al sur de Charleston, hace más de una semana. Cerca de cien esclavos. Mataron a treinta ingleses, incendiaron la plantación y escaparon por el río. Trataban de llegar a Mosé. Según cuentan, no hay un solo esclavo en los campos británicos que no conozca nuestro fuerte.
Manuel de Montiano, gobernador de la Florida, solo exigía dos cosas para aquellos que llegaban a las puertas de su fuerte con un color de piel diferente al suyo: que fueran bautizados y que juraran fidelidad al rey. De esta forma no solamente se aseguraba el apoyo económico de una iglesia católica que; —no vamos a mentir—, constituía una de las bases del poder económico y político de España en el siglo XVIII, sino también el hacer partícipe a la Corona de la existencia de nuevos súbditos.
Una obra con el sello del ganador de Hislibris 2020
Tal y como hizo con su primera obra, Senderos salvajes, Santiago Mazarro ofrece en El fuerte de la Florida una obra histórica de aventuras con un fuerte componente cinematográfico en su prosa y narrativa. De esta forma nos traslada al interior de los húmedos y molestos lodazales de Florida, en mitad de un otoño e inviernos fríos y desesperantes, que envuelven el día a día de unos personajes abocados a la desgracia.
La obra comienza de una forma simplemente sublime. Su prólogo, poético y plástico a más no poder, cargado con una sinestesia narrativa palpable que te permite saborear la escena en todos sus matices, es sin duda lo mejor de la obra. De esta forma, Santiago Mazarro nos presenta a un niño esclavo que huye desesperado de las plantaciones británicas con el apoyo de otros adultos.
La escena termina con el grito de dos niños asustados que se encuentran por primera vez antes de dar un salto al futuro y presentárnoslos cuando ya son adultos y tienen que tomar decisiones en su vida. A partir de ese momento entraremos en unos primeros capítulos introductorios donde el autor aprovecha
Tiene la piel oscura, pero en el poblado de Agogo eso no implica nada. Allí, la piel negra no es la piel de los esclavos. Es la piel de las madres. De los padres. De los hermanos y las abuelas. La piel de los pastores, de los carpinteros y de los soldados.
Sin embargo, pronto Santiago Mazarro demuestra que El fuerte de la Florida no es la obra típica de aventuras que podremos encontrarnos a puñados en las librerías. Acostumbrada a las historias de acción planas, incapaces de sorprenderme (quizás por exceso de lectura, quizás por la apuesta de muchas editoriales de mantenerse bordeando la mediocridad argumental para no hacer pensar de más a su público), no me esperaba la cantidad de giros de guion, sorpresas y arranques de exclamaciones y carcajadas de incredulidad que me esperaban con esta novela. Leí cada capítulo esperando encontrarme un arco previsible (dama demasiado avanzada en temas de feminismo para su época se monta en un barco y sortea peligros para salvar a su amado), incrédula ante lo bien que Santiago va hilando un argumento que arranca con la marcha en barco de Teresa Montiano y que simplemente, convence y engancha.
El principal punto de interés de El fuerte de la Florida no son tanto sus personajes, sino lo bien acondicionada y narrada que está la acción. El libro genera la sensación perpetua de estar viendo una película moderna (en mi caso lo ambientaba como Piratas del Caribe), ya que sus capítulos son ligeros y muy expresivos. A pesar de ello, el autor no supedita el rigor histórico al dinamismo de la obra, introduciendo a personajes tan emblemáticos como Fandiño, el hombre que dotó a los ingleses de la excusa para declararle la guerra a España, así como a Francisco Menéndez, un hombre de raza mandinga que trabajó como líder militar al servicio de la Corona española en Fuerte Mosé.
«… el hecho de que parece haber ofendido a toda Gran Bretaña es el siguiente: el capitán del guardacostas La Isabela, un marino de la villa de Vigo que responde al nombre de Juan León Fandiño, apresó sin motivo a un barco inglés y cortó la oreja a su capitán, el señor Robert Jenkins, al tiempo que le decía: “Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve…”».
A través de los personajes conoceremos no solo el orgullo de los exesclavos que forman parte de Fuerte Mosé, sino también las penurias y miserias que se vive en los barracones de los esclavos, donde la impotencia ante el trato desconsiderado e inhumano de los amos es una versión censurada del verdadero trato vejatorio que se les daba.
Samuel Durango es sin duda uno de los personajes más interesantes, ya que su orgullo como español va directamente relacionado con el agradecimiento que siente de tener un lugar donde ser tratado con respeto y donde contar con derechos humanos. Su platónica relación con Teresa queda clara desde las primeras páginas, pero la falta de química entre ambos hace inevitable que el lector ansíe un desliz entre la hija del gobernador y el bravo soldado.
La pluma del autor, realmente diestra a la hora de crear personajes brilla también con la construcción de Fandiño: un capitán excéntrico con rasgos y gestos muy visuales que se plasman en la obra como si de un storyboard se tratara: tiende a soltar carcajadas a destiempo, realizar profundas reverencias y responder cargado de humor a las ocurrencias de Teresa Montiano.
He de decir que eché en falta algo más de profundidad en el personaje de Teresa, ya que, a pesar de que ser una pieza clave en la obra, su comportamiento me daba a entender que había una historia entre ella y su familia que se me escapaba, y por eso no fui capaz de comprender la tristeza y la melancolía que la envuelve en los primeros capítulos.
En ese sentido, he de confesar que eché de menos que tuviera un carácter y una aportación mayor en las escenas en las que aparece, ya que otros personajes, como Samuel Durango o Fandiño, me parecieron simplemente brillantes.
De ballenas, ingleses y cornejas
Santiago Mazarro se ha convertido en muy poco tiempo en un autor que despierta pasiones dentro del mundo editorial. Y El fuerte de la Florida demuestra que su éxito no puede ir más que en aumento.
Para aquellos que ya hemos leído su anterior obra, Senderos salvajes, está claro que el estilo del autor empieza a asentarse sobre unos pilares narrativos y literarios que se repiten en ambas obras. Así, Manuel de Montiano cuenta con un perfil similar a Manuel Lisa, de su otra obra. Con ellos el autor explora siempre a un personaje masculino, patriótico, sereno y experimentado, que se debate entre su moral y el deber.
También nos encontraremos en esta obra con un guiño ecologista escondido al hablar de la extinción de las ballenas de la costa de Vizcaya a manos del hombre. A través de los recuerdos del carismático Fandiño, asistiremos a un relato sobre cómo la pesca masiva de estos animales provocó su desaparición en las proximidades del País Vasco.
Dejó de haber ballenas en el golfo de Vizcaya. Cuando me fui, apenas quedaban ballenas.
Teresa había escuchado en alguna ocasión el problema que la escasez de ballenas había provocado en toda Vizcaya. Hasta donde le había oído decir a su padre, la mayor parte de los balleneros acabaron emigrando a América para poder desarrollar su oficio en las costas de Labrador y Terranova.
Esta misma comparación sobre el cambio en el ecosistema natural de zonas conocidas también aparecía resaltado en Senderos salvajes con la desaparición y merma de la comunidad de castores por la caza indiscriminada. Lo verdaderamente interesante es que Santiago Mazarro no demoniza a los que perpetraron esta destrucción, y nos los presenta simplemente como hombres víctima de las circunstancias e ignorantes del daño ecológico que causaban
Asimismo, una de las cosas que mejor representa la obra es el conflicto y el sentimiento de comunidad dentro del pueblo africano. Santiago Mazarro no ha querido hacer hincapié en los esclavos al servicio de los amos que funcionaban como capataces (más crueles en ocasiones si cabe que los propios blancos), y en lugar de ello se enfoca en la fraternidad y la unión que sentían muchos de ellos al haber compartido barco o incluso penurias. Para ellos, el origen o procedencia de sus pueblos en África dejaba de tener importancia para pasar a vivir en una doble identidad: la de su pasado y su nueva vida en América.
El personaje de Salimata es también muy interesante, y señala en parte la doble moral de Fuerte Mosé, donde se obligaba a que personas libres abandonasen su nombre de pila y su religión en pos de obtener la libertad. Salimata, una matriarca que ha crecido liberando a diferentes esclavos, se enfrenta en una genial escena de la obra con Gregoria, demostrando que los conceptos como “igualdad” que profesaba Manuel Montiano no eran, ni mucho menos, exactos, y haciéndose respetar.
No le ofreció nada de comer. NI tan siquiera agua. Sabía que las mujeres como Gregoria Aguiar estaban acostumbradas a disponer de cuanto deseaban. En todo momento. Pero ella, que ya había preparado la cena para todo el barracón, no iba a volver a cocinar solo porque aquella mujer ataviada con suave terciopelo y encajes refinados se presentara en mitad de la noche cuestionando su verdadero nombre.
En conclusión: mi opinión sobre El fuerte de la Florida
El fuerte de la Florida me ha sorprendido para bien en más de una ocasión. La obra me reveló un episodio de la historia de España que desconocía completamente y su prólogo me enamoró por la fuerza cinematográfica de la escena.
Es cierto que la estructura cíclica del comienzo (Samuel huye de sus captores + capítulo introductorio + Samuel huye de sus captores pero esta vez lo atrapan) me extrañó un poco al comienzo, ya que es inevitable que el autor emplee recursos similares para narrar la persecución y la tensión de poder llegar a ser capturado. Teresa de Montiano, además, es quizás lo que menos me gustó de la obra, pero se compensa con la maravillosa construcción de Samuel Durango, Salimata y el capitán Fandiño.
Los capítulos en los campos de plantaciones británicos están tan bien descritos y narrados que me parecía estar viendo una película de época como 12 años de esclavitud (Steve McQueen, 2013) o Django Desencadenado (Quentin Tarantino, 2013), y sentía la necesidad de seguir leyendo, desesperada por descubrir el destino de tantos hombres y mujeres silenciados bajo el yugo de británicos y escoceses.
Me pareció todo un acierto la forma con la que Santiago Mazarro construye los diálogos y las conversaciones de los británicos, demostrando una crueldad cargada de matices sin ser demasiado obvia; y mentiría si dijera que no lloré un poquito con el final.
Sin duda alguna El fuerte de la Florida es un libro que recomendaría para todos los que busquen una obra cargada de aventuras y de sorpresas.
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