Candidata al premio National Book Award en 1992 y con una adaptación al cine en 1996 por la directora Anjelica Huston, Bastarda es la historia de Bone, que a su vez es la de Dorothy Allison, autora de uno de los testimonios más oscuros sobre el abuso sexual y físico y la violencia doméstica arraigada en un mundo americano white trash. Esta es la historia de hombres duros, pero también de mujeres fuertes que, aunque permiten actos atroces a sus maridos, crean un espacio seguro entre ellas, viviendo las heridas de todas como si de una misma se tratase. Bastarda reúne diferentes capítulos que nos hablan de la misoginia y la violencia de género en una cultura que ha perdido el control con una documentación en primera persona que más de una vez te revolverá el estómago.
Bastarda, el argumento narrativo que te hará enfurecer y rezar por una niña
El condado de Greenville fue un lugar hostil en los años cincuenta, pero también hermoso. Allí, entre la hierba recién segada y en un soleado porche con aroma a aceite de motor, viven los Boatwright, una familia de hombres rudos que aman beber y no necesitan mucha palabrería para liarse a tiros, y de mujeres incontrolables que tienen la chispa corta, pero aman estar con los suyos y tomar té helado mientras pelan habas y cuentan las historias más descabelladas de la familia.
La joven y hermosa Anney tuvo dos hijas con un hombre que no tardó en desaparecer de sus vidas, pero eso no le impidió casarse nuevamente en poco tiempo. Conoció al encantador Glen Waddell, que juró querer a las tres como nadie lo haría jamás. La amaría como un hombre desesperado por una copa de bourbon, con ese tipo de amor que corroe al corazón más bondadoso. Todo comenzaría de manera inmejorable, pero en el rostro de Anney no tardarían en marcarse finas arrugas entre los ojos cada vez que forzaba una sonrisa. No se retrasaría la negrura en su mirada para añadir un halo de tristeza, ni tampoco la injusticia que te hará enfurecer y rezar por una niña que está perdiendo su infancia.
Los Broatwright son un linaje conocido por la inestabilidad, la falta de empleo, los embarazos tempranos y los excesos, pero en el órgano de esta casta se enconde Ruth Anne Boatwright, una joven bastarda apodada Bone, que se pasa los días observando para narrar sus días al desamparo y donde el abuso está cada vez más presente. Esta es la dolorosa crónica de cómo una niña se verá envuelta en un entorno sin escrúpulos y de cómo aquella mirada lúcida y amable se convertirá en un derroche de odio y rabia, pero también de mucho amor. El curso de la vida de Ruth comenzará con un ilegítimo en su partida de nacimiento, y a partir de ahí su vida será un crepúsculo.
La familia es la familia, pero ni siquiera el amor puede impedir que las personas se despedacen unas a otras.
Una novela basada en hechos reales: el dolor y la vergüenza se transforman en odio
Dorothy Allison es una escritora estadounidense que enfoca todos sus textos en el acoso, el abuso y el feminismo, ya que cuando era pequeña llegó a contraer la gonorrea por los abusos sexuales que sufrió durante al menos siete años. Esta vivencia no solo la llevó a dedicarse a actividades a favor del sexo seguro y en contra de la explotación sexual oralmente, o a fundar junto a otras mujeres el movimiento Lesbian Sex Mafia, donde se ocupa de dar apoyo a toda mujer que lo necesite sin importar su orientación, sino que ello dio a luz escritos tan increíbles y visibilizadores como Bastarda. Ya el término despectivo de la obra nos da una pista de nuestra protagonista, pero a lo largo de las páginas iremos descubriendo un estatus social bajo compuesto por esa basura blanca americana. Bone es, como dijo Kiko Amat, una de las mejores protagonistas que puedes encontrar en la literatura, y Bastarda es el libro donde el dolor y la vergüenza se transforman en odio, una obra potente y clemente sobre el brío destructivo de la pobreza y de la distorsión que provocan las agresiones físicas.
Pero Dorothy Allison no solo destaca en una narrativa autobiográfica donde busca la comprensión y donde nos regala su mundo como si del auto-consuelo se tratase, sino que su manejo de la ambientación brotará como un elemento esencial de la novela. Si nos fijamos en el contexto social y geográfico que describe el soberbio elenco de personajes de la familia Boatwright, se exterioriza el uso del término white trash —empleado de forma peyorativa y de manera usual a partir de 1830 por los esclavistas de la América del sur—, en este caso en una Carolina del Sur abatida por los excesos coléricos, tan terrible como apasionante, en donde Bone y su linaje se aferran a esa distinción de bajo estatus que valora positivamente haber estado en la cárcel por agresiones, manejar con gracia la hoz y el martillo, conducir la camioneta haciéndole birrerías a la caja de cambios o llevar una navaja de dieciocho centímetros en el bolsillo, mientras que algunos personajes secundarios se irán convirtiendo en sujetos vehementes hasta convertirse en villanos debido a la pérdida continua de trabajos, por la culpa atribuida a los demás y no a uno mismo y, lo más importante, por cómo ser cómplice del abuso desviando la mirada hacia otro lado.
Ya avanzada la narración conoceremos la ascendencia cherokee de esta peculiar familia, una congregación indígena que sirvió para bautizar al pequeño pueblo de tan solo 1237 habitantes —según el censo de los Estados Unidos en el año 2000— del condado de Colbert, en el estado de Alabama, la cual también habitó en las actuales Kentucky, Georgia, Tennessee, Virginia, Carolina del Norte y en los prados de nuestra pequeña Bone, Carolina del Sur. No solo en la historia de los cherokees vemos una estructura matriarcal, pues la autora Dorothy Allison logra crear un grupo familiar constituido por mujeres de armas tomar. Fuertes, independientes y solitarias, que procuran vivir cerca del resto de parientes femeninos para mantenerse unidas, teniendo el liderazgo como cabeza de familia. Dueñas de su hogar y de su tierra, las mujeres descritas en esta novela podrían asemejarse a los roles de género que ya hemos visto en muchas culturas nativas americanas en las que la representación femenina se adhería al cultivo de plantas, al cuidado de la vida a través del parto y, entre otras cualidades, protectoras de lo suyo y dispuestas a pelear como buenas guerreras.
Bone soñaba con ser cantante, pero pronto descubriría que su sueño no se cumpliría. Al menos no de momento, y a ritmo de música góspel y de canciones tan memorables como Peace River de Blue Ridge Mountain Boys, vemos cómo la ilusión y la felicidad de una niña se irá convirtiendo en rabia y asco. Asco hacia sí misma, y asco hacia lo que le rodea. Llegarán el despotismo, las palizas que no solo dejarán marca en la piel, y la peor lección que aprenderá y la marcará de por vida: a veces las personas que deben quererte te harán sufrir, pero mayor es el dolor que ocasiona que alguien que te ama no impida que te hieran aún pudiendo evitarlo. Todo parece que se resume en dolor y sangre. Así será hasta el final.
¿No toca ya que el Señor haga algo y mande una lluvia de fuego y venganza? […] ¿No hay ya suficiente pecado, suficiente dolor, suficiente pena? […] ¿Todavía no se ha colmado el vaso?
La obra de Dorothy Allison, Bastarda, que todos deberíamos leer
Cuando Bastarda se publicó en Estados Unidos consiguió ser finalista del premio National Book Award, además del reconocimiento y gratitud por la valentía de retratar y dar voz a aquellas mujeres que no la tuvieron en su momento. Con una narración sincera que logró los vítores de la crítica, Bastarda, la obra de Dorothy Allison que todos deberíamos leer, también obtuvo controversias por relatar el abuso sexual y sus consecuencias, llegando a aparecer en varias listas de libros prohibidos. Pero por suerte este canto hacia la justicia de los más desfavorecidos va llegando a más lectores, y ha hecho que la autora sea comparada con la estadounidense Flannery O'Connor (editorial Nórdica y editorial Lumen) y con el experimental William Faulkner (Penguin Libros), a quienes se les considera los forjadores del gótico sureño. Dorothy Allison coge el testigo que da gusto y recrea la narrativa sureña para consagrarse como una de las mejores autoras de ficción actuales, junto a las estadounidenses Ann Pancake, Tawni O'Dell y Bonnie Jo Campbell.
Está claro que si alguien no se mete en problemas no es un Boatwright. Pero hay obstáculos que no se deberían rebasar. Dorothy Allison ha escrito una historia tan brutal como dolorosa en la que es imposible no ponerse en la piel de una hija y una madre destrozadas. Bastarda consigue poner tu corazón en un puño. Sentirás el furor, la inestabilidad y el desamparo, pero también la fuerza, la perseverancia y la lucha constante.
Próximamente Errata Naturae publicará Two or Three Things I know for Sure. Que cuenten conmigo, porque leer Bastarda ha sido como escuchar una canción de dolor y una balada de sangre.
Invéntate una [historia] en la que tú tengas que vivir en su casa, ser un miembro de su familia, y pasar por esa carretera. Mira las cosas desde otra perspectiva. Quizá así lanzarías menos miradas asesinas.
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