En los años cincuenta, el condado de Greenville, en Carolina del Sur, es un lugar salvaje y exuberante, hermoso y terrible. Huele como en ningún otro sitio: a hierba recién segada y manzanas verdes, a pañales y cerveza, a perfume barato y aceite de motor. Allí vive la familia Boatwright, un clan de hombres toscos y bebedores que se lían a tiros desde sus camionetas a la primera de cambio y de mujeres ingobernables que se casan demasiado pronto y envejecen demasiado rápido. Una estirpe regida por el desempleo, la inestabilidad, la violencia y los embarazos adolescentes, y que vive en los porches todo el verano, tomando té helado, pelando habas y escuchando las historias de la abuela o las melodías de los grillos.
En el corazón de esta novela autobiográfica sobre una joven que se enfrenta al abuso y el desamparo, se encuentra Ruth Anne Boatwright, apodada Bone, una niña bastarda que observa y narra el mundo que la rodea con una mirada despiadada y lúcida, con una mezcla de naturalidad y agallas, y también con un humor irreverente y sin escrúpulos. Su desgarradora historia rezuma rabia, pero también generosidad y amor.
Está claro que si alguien no se mete en problemas no es un Boatwright. Pero hay obstáculos que no se deberían rebasar. Dorothy Allison ha escrito una historia tan brutal como dolorosa en la que es imposible no ponerse en la piel de una hija y una madre destrozadas. Bastarda consigue poner tu corazón en un puño. Sentirás el furor, la inestabilidad y el desamparo, pero también la fuerza, la perseverancia y la lucha constante.
Próximamente Errata Naturae publicará Two or Three Things I know for Sure. Que cuenten conmigo, porque leer Bastarda ha sido como escuchar una canción de dolor y una balada de sangre.