Los amantes del arte y de la novela histórica estáis de enhorabuena, porque el título que traemos hoy es un gusto para los sentidos. Si os hablamos de La joven de la perla a muchos os viene a la mente el famoso cuadro del pintor holandés Johannes Vermeer, ¡y vais muy bien encaminados!
La novela que analizamos hoy en Momoko es el best seller de la escritora Tracy Chevalier La joven de la perla. En este libro se parte de una base histórica real a partir de la que la escritora desarrolla una compleja trama que aporta una historia al cuadro del reconocido artista. ¿Quién es la muchacha que nos mira como sorprendida ataviada con un extraño turbante? ¿Cuál es la historia que se esconde detrás de esta composición única y distinta al resto de la obra de Vermeer? Chevalier nos hace soñar con esta historia que ha tejido para la ocasión.
Sinopsis de La joven de la perla
Año 1664, Delft, Holanda. Griet es una muchacha de dieciséis años que se ve obligada a abandonar su casa para trabajar como criada. La joven pasa a atender las tareas domésticas de la casa del famoso pintor Johannes Vermeer, en Oude Langendijk.
Las cosas, desde un principio, no serán sencillas para la joven Griet, quien se las tendrá que ingeniar para encontrar su sitio en la casa. La mujer del artista -Catharina- es una mujer caprichosa y voluble, y es la madre de ésta -Maria Thins-, quien mueve realmente los hilos de la casa y de los negocios de su yerno. Griet tomará contacto primero con la otra sirvienta de la casa, Tanneke, una mujer fornida que sirve directamente a las órdenes de Maria Thins y que goza de un carácter caprichoso. Además, en la casa hay un total de seis niños, los hijos del matrimonio, malcriados e impertinentes.
Griet se moverá por la casa como una exhalación, callada y siempre centrada en sus labores. Sin embargo, no tardará en sentir una fascinación especial por el señor de la casa y por su trabajo. Fascinación que, además, parece ser correspondida cuando éste empieza a introducirla en su mundo.
Sobre la autora, Tracy Chevalier
Tracy Chevalier es una escritora norteamericana, nacida en el año 1962 en la ciudad de Washington D.C. Se formó en el Oberlin College de su ciudad, donde estudió Lengua y Literatura inglesas.
Una vez graduada, realizó un viaje a Londres, donde vive en la actualidad después de haberse casado y haber creado un hogar junto a su marido. Aparte de su labor como editora -que ha abandonado desde hace unos años- y de sus incursiones en el mundo de la docencia, su pasión es la escritura. La joven de la perla fue el segundo libro de la escritora, que vio la luz en el año 1999. Como muchas de sus obras, la trama de este libro gira en torno a un cuadro. Uno de los mayores intereses de la escritora es, aparte de la escritura, el arte. Esta vena artística queda firmemente reflejada en todas sus obras.
A mayores de este título, que se convirtió en poco tiempo en todo un best seller, la escritora cuenta con obras tan conocidas como El azul de la virgen (1997, su primera novela), Ángeles fugaces (2001) o La dama y el unicornio (2004).
Análisis de La joven de la perla (¡contiene spoilers!)
La joven de la perla recibe su nombre del famoso cuadro alrededor del que se teje la trama de la novela. Griet, la protagonista del libro, se nos presenta como la muchacha que nos mira fijamente desde el lienzo de Vermeer. Tracy Chevalier crea una historia para este cuadro del que poco o nada se conoce, ya que es poca la información que conocemos de la vida del pintor en la actualidad. Griet se nos presenta como una muchacha que se ve forzada a trabajar como criada en la casa del artista, motivo por el que toma contacto con él.
El libro está escrito en primera persona, de forma que conocemos en todo momento lo que sucede alrededor de la muchacha de primera mano, así como sus pensamientos y sensaciones. Sin embargo, los pensamientos del resto de personajes nos son, por tanto, ajenos, a excepción de lo que extraemos de diálogos e interpretaciones de la propia Griet.
Esta decisión de plantear el libro en primera persona nos ha gustado especialmente porque así logramos empatizar más con Griet. Por otra parte, se echa en falta el punto de vista de Vermeer, el otro gran protagonista de la trama. Vermeer es un hombre callado, pausado y que pocas veces se encuentra en casa si no es para trabajar en su estudio. Esta desconexión intencionada con el personaje hace que reflexionemos mucho acerca de sus intenciones y motivaciones durante la lectura. Esto lo convierte en un misterio para el lector, de la misma forma que lo es para la propia protagonista.
Griet es una muchacha de una familia protestante que, con tan sólo 16 años, se ve obligada a abandonar su hogar para entrar a servir como criada en una casa ajena. A causa de un accidente en el taller donde trabaja, el padre de Griet -azulejero de profesión- se ha quedado ciego, por lo que Griet tiene que apoyar económicamente a su familia.
A pesar de que el cambio descoloca a la muchacha, que espera con ansia los domingos para ver a su familia de nuevo, no tarda en acostumbrarse a los lujos de la casa de los Vermeer. Griet termina acostumbrándose al ambiente de la casa de Oude Langendijk, dejando atrás su verdadero hogar. Es especialmente ilustrativo el momento en que se encuentra con su hermana en el mercado y la ignora, dándole la espalda para atender a las niñas del matrimonio Vermeer.
Griet, a diferencia de lo que nos puede parecer en un primer momento, no es ninguna mojigata. La joven desde el primer momento pone en su sitio a Cornelia, sabe perfectamente qué palabras tiene que emplear con Tanneke, escogiendo las adecuadas para no potenciar su mal humor. Además, aunque es reservada, es decidida y actúa cuando la ocasión lo requiere.
Estas características de la protagonista, a pesar de que sí conserva muchos de los clichés de joven indefensa, hacen que empaticemos más con ella. No es un ejemplo de moral intachable, ni tampoco una muchacha alocada sin virtudes. Además, Griet demuestra su inteligencia y disposición para el trabajo en todo el libro. Son, en esencia, éstas las claves de que la muchacha llame la atención del pintor Vermeer.
-[...] Y ahora, ¿qué colores ves en estas nubes?
-Tienen algo de azul -dije, tras observarlas unos minutos-. Y... amarillo también. ¡Y tienen algo de verde!
Me emocioné tanto que me puse a señalarlas. Había estado mirándolas toda mi vida, pero me sentía como si las hubiera visto por primera vez en ese momento. Él sonrió.
El vínculo que crean el pintor y Griet a espaldas de toda la casa nos ha mantenido en vilo. La forma en que los dos comienzan a sentir fascinación por el otro, pero es completamente imposible que esas emociones lleguen a un plano físico. En el ambiente que crea Chevalier se palpa una clara atracción sexual entre ambos que nace de un interés artístico. Griet se siente atraída por los cuadros del pintor desde que observa La muchacha del collar de perlas (cuadro en el que está trabajando Vermeer en el momento de su llegada a la casa.). Por su parte, el artista se siente fascinado por la belleza de la muchacha y por su capacidad de aprendizaje.
Pieter es la otra cara de la moneda, la opción opuesta a la vida en la casa del pintor: el carnicero le ofrece una vida sencilla, familiar y tranquila. A pesar de que el muchacho es atractivo y muestra interés por Griet desde que la conoce, ésta se hace de rogar, pues no parece dispuesta a alejarse de la casa donde trabaja, ni de su amo. Pieter y Vermeer se encuentran en escasas ocasiones, en las que es palpable la tensión entre ambos. Los dos se disputan calladamente el afecto de Griet.
El hijo del carnicero, Pieter, siempre se muestra simpático y cercano con la protagonista, colmándola de atenciones e insistiendo para que se fije en él. Precisamente, ejerce una influencia contraria a la que consigue inspirar el pintor, que es un hombre inteligente y enigmático que logra arrastrar a Griet a su mundo poco a poco.
Pieter no preguntaba por qué olía a aceite de linaza. No parecía preocupado por lo que yo podía estar ocultando. Había decidido confiar en mi. Era un buen hombre. Sin embargo, yo no podía evitar mirar si tenía sangre entre las uñas.
Griet se refiere siempre a Vermeer como "él" y no como "maestro", "el maestro Vermeer" o por su propio nombre sin más, únicamente lo menciona en algunas ocasiones como "mi amo". Esto denota la devoción que la joven siente por el artista y la admiración que siente hacia él, casi como si se tratase de una figura divina. Al resto de las personas de la casa, incluso a su ama (Catharina), a su familia y a Pieter las llama por su nombre de pila.
Me frotó el lóbulo hinchado entre el pulgar y el índice, y luego lo estiró. Con la otra mano, encajó el broche del pendiente en el agujero y lo introdujo. Un dolor parecido al del fuego recorrió todo mi ser e hizo que se me inundaran los ojos de lágrimas.
El final del libro separa, como ya sospechábamos que pasaría desde el principio, a los que son los dos personajes principales de la trama. Griet se marcha de la casa para casarse con Pieter y hacer su vida y Vermeer continúa con su familia. Casi como si nada hubiera sucedido.
Después del incidente que provoca la salida de Griet de la casa, puede parecer que ambos se olvidan de lo vivido y no se refugian en el pasado. Además, a lo largo de todo el libro nos preguntamos qué buscaba realmente Vermeer en la muchacha, si se interesaba por ella simplemente por su obra o por algo más. Es precisamente ahora, en el final del libro, cuando descubrimos que la experiencia los ha marcado a ambos.
Griet recibe las perlas que llevó puestas en el cuadro tras la muerte del pintor. Por su parte, Griet llama a uno de sus hijos Jan, en un claro homenaje al artista.
Conclusión de La joven de la perla
Lo primero que queremos dejar claro es que La joven de la perla libro nos ha encantado. Conocíamos la película antes de lanzarnos a la lectura de esta novela, y desde el momento que descubrimos que estaba basada en un libro nos quisimos hacer con él.
Ha sido una lectura de lo más entretenida, la hemos disfrutado muchísimo. Aunque muchos tildan La joven de la perla como un libro lento, y realmente puede ser considerado como tal, en Momoko nos ha transportado directamente hasta la ciudad de Delft. Es un gusto el conocer a través de este texto costumbrista la forma de vida de los habitantes de la época en la ciudad. Todos los elementos del libro denotan una gran labor de investigación histórica que respalda la trama, aunque la historia de Griet sea fantasía de la escritora.
No sólo es una lectura para pasar el tiempo, también aprendemos muchos detalles acerca de la vida cotidiana de la sociedad holandesa, así como muchas técnicas pictóricas. Nos sorprendió el cuidado que se pone en la descripción dela elaboración de los pigmentos, en la técnica de pintura mediante capas, en el uso de la cámara oscura... Es un buen acercamiento a la obra de Vermeer de un forma poco convencional, como es una novela con una trama en su mayor parte inventada.
La lectura es ligera, fluida y, aunque puede considerarse lenta, es muy sensorial e interesante. Hay tal cantidad de detalles cotidianos y de apuntes acerca de la vida y obra del pintor que es imposible no interesarse por su obra. Es habitual realizar una que otra búsqueda durante la lectura para observar los cuadros reales a los que se hace referencia en la novela.
Conocemos gracias al libro que uno de los grandes problemas que tuvo Vermeer fue el tiempo que dedicaba a cada uno de sus cuadros, lo que hacía que no resultara especialmente rentable su actividad. Sabemos también que su trabajo fue, en su mayoría, encargos de mecenas y que llegó a tener un total de 11 hijos. Como ya hemos comentado, descubrimos en esta novela muchas de las técnicas que empleaba el pintor, sus gustos temáticos y su proceso de trabajo.
Se hace mención en el libro a muchas de las obras del pintor, además de La joven de la perla, como es obvio. Vista de Delft, Dama con dos caballeros, La lechera, La muchacha del collar de perlas o Mujer con una jarra de agua son algunos de los cuadros a los que se hace mención, siendo reconocibles por las descripciones, nunca utilizando el título con el que se las conoce hoy en día.
En definitiva, es una obra que disfrutarán tanto como nosotros aquellos lectores a los que les guste la pintura, especialmente la escuela flamenca. También los amantes de la historia tienen aquí un filón si buscan añadir un libro para este verano a su lista de pendientes. Además, si lo que os gusta es el romance, aunque no se trata de un libro puramente romántico, también hay espacio para el amor, especialmente interesante en la relación imposible de Griet y el artista.
Os dejamos algunos fotogramas de la película La joven de la perla del 2003 protagonizada por Scarlett Johansson, como Griet, y Colin Firth en el papel de Vermeer. Si no la habéis visto, a pesar de que no sigue la trama del libro al 100%, os la recomendamos completamente.
Le hemos echado un ojo después de leer el libro y sorprende increíblemente. Cada fotograma está cuidadísimo, tanto en cuanto a la composición como a la paleta de color, haciendo que parezcan escenas salidas de un cuadro del propio Vermeer. De lo más visual, impresionante y artística. ¿Hace falta decir algo más para tentaros?
Esperamos que nos comentéis si habéis leído el libro, o si habéis visto la película, y que nos digáis qué os pareció.
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