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NOTA: 8.5

Análisis de Viento del este, viento del oeste: la obra maestra de Pearl S. Buck

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Escritora consumada, concept artist en ciernes y adicta al trabajo. Do...


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Argumento de Viento del este, Viento del oeste

La joven Kwei-lan, como una buena hija y mujer china, ha esperado toda su vida entrenándose en los nobles artes y deberes de una esposa: sabe preparar los guisos más excelentes, peinarse sus cabellos con perlas y flores de azahar frescas y se ha vendado dolorosamente los pies durante esos diecisiete años.

Sin embargo, cuando llega el momento esperado y por fin contrae matrimonio con su marido, este no la mira. ¡Ni siquiera parece percibir sus esfuerzos por encontrarse preciosa y sumisa ante sus ojos! Su esposo, ha estudiado medicina en Occidente, y su relación parece irreconciliable. ¿Qué terribles días le esperarán a Kwei-lan, hija de las tradiciones ancestrales de China y a su marido, un hombre que se abre a la ciencia moderna de occidente?

Análisis de Viento del este, viento del oeste.

No es de extrañar que Pearl S. Buck sea la ganadora del Premio Nobel de Literatura de 1938. En el momento en el que abres las tapas de este libro, te inunda una prosa y una delicadeza tal al escribir que no encontrarías en una obra contemporánea. A través de esta apasionante historia, escrita en un modo de falso epistolar, conoceremos el brutal choque de culturas que se dio en China en el S.XX

Cuando los jóvenes varones de China empiezan a obtener permiso para estudiar en escuelas extranjeras, el retorno a casa nunca era pacífico y solícito como esperarían sus padres. Los hijos chinos, que tanto adoraban en su país, traían desde América ideas aperturistas que chocaban de frente contra un país que acataba milimétricamente las tradiciones milenarias de sus antepasados.

Medicina moderna vs chamanes y curanderos, supersticiones acerca de la protección de los dioses, varillas y concubinas… el mundo de la China tradicional, con sus secretos y sus miradas veladas, se abre ante nuestros ojos gracias a las confesiones que Kwei-lan le hace a su hermana, a la que le escribe diferentes cartas. De esta forma, y gracias a la naturalidad que Pearl S. Buck le imprime a joven, acabas comprendiendo posturas milenarias y absolutamente contrarias a nuestra forma de pensar como la dignidad de una mujer que se mantiene pese a todo silenciosa, o la belleza de un jardín bien dispuesto.

Kwei-lan, que se ha criado creyendo que la belleza es la único que le importará a su marido, se venda dolorosamente los pies y se entrena en actos ceremoniosos para complacer a su futura suegra o amenizar una velada tocando la tradicional arpa china. En los primeros capítulos conoceremos la estructura de una gran casa china tradicional y sus jerarquías. Cómo la primera dama está por encima del resto y su privilegio para usar sus propias habitaciones y vestir de encarnado, la separación drástica entre hombres y mujeres, que ni siquiera comen juntos e incluso cómo todo gira alrededor de la figura del dios de la casa: el padre.

Desde las concubinas al resto de mujeres, todas se centran en su único propósito en la vida sin el cual no son dignas : darle un varón al señor de la casa. Solo el de la primera dama tendrá derecho a heredar y está considerado como el Joven Señor. Para Kwei-lan, la única hija de la honorable madre, la vida se interrumpe cuando su hermano se traslada a las habitaciones de los hombres, quedándose radicalmente sola en un mundo dominado por las envidias de las concubinas, los cuchicheos de las esclavas y el firme silencio de una madre estricta que no admite ni el más mínimo atisbo de rebeldía.

Es en estos primeros capítulos donde la delicada prosa de Pearl S. Buck se desarrolla con mayor majestuosidad. Los acontecimientos se van encadenando con delicadeza y elegancia, sin detenerse demasiado en las descripciones ni en las lamentaciones de Kwei-lan. Su forma de entender la vida y de ver al marido son coherentes en todo momento, realzando la importancia de la estética y la belleza para las mujeres chinas y adornando sus palabras de la misma forma.

"

Mi señor, ¿has visto el amanecer esta mañana? se hubiera dicho que la tierra saltaba el encuentro del sol. al principio, todos los curidad punto y coma luego surgió la luz como una nota musical. mi señor, yo soy tu pobre tierra, que espera.

El choque frontal llegará cuando Kwei-lan conoce a su marido, el cual no es capaz de albergar amor por una mujer con la que no puede mantener una conversación por el peso de las tradiciones milenarias. Conforme su convivencia se vuelve más y más dura, esta acaba cediendo a sus deseos de modernizarse. De esta forma, ambos vientos chocan en una majestuosa representación de las ideas de Oriente y de Occidente.

"

Estas palabras sonaban a mis oídos la primera vez que me encontraba ante mi esposo. incliné la cabeza, levantando las manos sin contestar su discurso. ¡Pero temo que debió parecerle muy monótono mi silencio!

La construcción de los personajes es simplemente sublime desde el principio hasta el final. Al igual que en un choque de ideas y de culturas frontal, ningún personaje es radicalmente tradicional u extranjero, sino que van cediendo en lo que cada uno considera aceptable dentro de su situación personal.  

"

“Al principio me quedé asombrada. No le comprendía. ¿Yo su igual? ¿por qué? ¿Acaso no era su mujer? Si él no me decía lo que debía hacer, ¿quién me lo diría? “

Por un lado nos sorprende la sabiduría de la madre que aunque no parezca amar a su hija debido a que siempre se ha mostrado como una figura fría que se limitaba a dar órdenes y direcciones, es capaz de recomendarle que se pliegue a la voluntad de su marido.  En varias ocasiones le pregunta si es feliz y hasta acepta que esta deje de vendarse los pies si eso hará su matrimonio dichoso. El choque cultural entre las antiguas tradiciones y formas de vida de China contra los jóvenes que han sido adoctrinados en Occidente, toma su máxima expresión cuando la madre de Kwei-Lan se queda asombrada ante la confesión de su hija.

A pesar de ello, Pearl S. Buck no cae en lo fácil y gratuito que habría sido darle a la madre el papel de una mujer completamente intransigente. Feminista e inteligente, le otorga a la mujer, a todas las mujeres, la capacidad de plegarse y aprender de las situaciones, de adaptarse a la violencia que se sacude a su alrededor como un tallo de bambú en mitad de una tormenta. Las mujeres en esta novela son las únicas que median entre ambos mundos sin perder en ningún momento el horizonte o la percepción de la realidad. Así, la madre nunca ignora el hecho de que la marcha a América de su hijo supondrá una ruptura definitiva con las tradiciones milenarias de su familia, y es la única que se opone y que adolece cuando este finalmente recibe el permiso para marcharse.

También muestra compasión al mandar marchar a la cuarta dama al campo para recuperarse a pesar de que poco a poco comprendemos el rencor que siente hacia su marido por tomar concubinas cuando ella ha cumplido su deber de darle hijos varones. Su magnanimidad llega hasta tal punto de permitir que su hijo y la extranjera se hospeden dentro de su casa pero al final el continuo hecho de ceder acaba mermando su salud y muere sin aceptar a la extranjera como parte de su familia.

No debemos olvidar, de cualquier forma, que dentro de su escala de prioridades, le dio varias oportunidades para demostrarse digna: acepta que se presente ante ella, acto que Mary corresponde con una mirada altiva e incluso la invita a servirle el té, pero esta no ha sido entrenada en cómo agasajar a una suegra por lo que para la honorable primera dama, falla estrepitosamente.

La figura de las concubinas en Viento del este, viento del oeste es especialmente ilustrativa ya que materializa la necesidad de complacer de las mujeres a un hombre poderoso. Las que tienen un estatus económico alto deben vivir con moderación, seguras en su papel de primera dama, pero todas ellas valen lo mismo que dure su belleza hasta otorgarles a sus protectores un bebé varón.

Es fascinante el hecho de que ni Kwei-lan ni la propia autora entre a darnos detalles de la vida del padre, el núcleo y la cabeza de la casa, hasta el conflicto con el hermano. Es fácil odiar a un hombre que toma cuatro, cinco o las concubinas que sean necesarias y que las rechaza en cuanto su belleza no le complace. Pero al principio del libro, al verle escasamente y solo a través del velo de los pensamientos de Kwei-lan, rodeado del lujo y la elegancia de su enorme mansión, es fácil pensar en él como un hombre amable que vivía según las costumbres de su época. Estas sensaciones se desbaratan derretidas como el algodón en un estanque al conocer finalmente al padre a través de los ojos del hermano, mostrándonoslo como un hombre cobarde e irresponsable que huye antes de tomar difíciles decisiones y que objetiviza en todo momento a Mary y a su bebé.

Pero al final, los personajes que muestra Pearl S. Buck acaban siendo realmente ambiguos en todos los sentidos. El marido de la protagonista que siempre ha simbolizado la oposición a las tradiciones y la ruptura con la cultura de los ancestros china, no duda en oponerse inmediatamente al matrimonio del hermano de Kwei-lan con una mujer americana.

Al mismo tiempo, la protagonista que debería de representar las tradiciones chinas, acepta llevar un tipo de vida en el que no se ornamenta los cabellos ni se decorar sus vestidos solo para complacer a su marido. Esta línea tan difusa entre la tradición y la modernidad es lo que realmente hace brillante Viento del este viento del oeste.

Al mismo tiempo, Pearl S. Buck hace un llamamiento a la nacionalidad como signo de identidad, a la tolerancia y al amor. A pesar de que el hermano de Kwei-lan nunca ha necesitado trabajar, prefiere vivir una vida esclavo del dinero mientras pueda pasarla con Mary, rompiendo completamente con su identidad chinas y con su familia, incapaces de aceptarla dentro de su familia. Este magnífico final es especialmente ilustrativo ya que nos demuestra que no todo puede acabar tan bien como con Kwei-lan y su marido médico. A veces, el choque de vientos, provoca una verdadera tempestad.

Nuestra opinión de Viento del Este, Viento del oeste

Es complicado hoy en día encontrar una novela tan bien escrita como esta. Como ya hemos comentado en el análisis, leer a Pearl S. Buck es como contemplar un arroyo que fluye: los acontecimientos están perfectamente narrados y conectados, no le falta ni le sobra ni una palabra a su libro y no tiene miedo de crear obras cortas como Viento del este, viento del oeste.

Habría sido enormemente fácil crear esta novela desde una perspectiva más radical, posicionándose solamente en el lado de la modernidad occidental o postulándose por el peso de las tradiciones chinas. Sin embargo, su exquisita ambigüedad hace que frunzamos el ceño ante la decisión del marido de oponerse a la boda del hermano de su esposa, o que luego comprendamos, a pesar de que no tiene nombre propio, que se trata de un hombre que suele razonar las cosas.

La novela se estructura de esta forma desde el punto de vista de las diferentes mujeres: de la valiosa criada Wang Da Ma, siempre al lado de su ama; de Kwei-lan y su horrible sufrimiento o incluso desde la perspectiva de Mary, la extranjera, que con tanta pasión nos habla de los sacrificios del amor. No es de extrañar, por tanto, que solo conozcamos de todos los personajes presentados el nombre de tres mujeres: el ama de cría (Wang Da Ma), de la protagonista, siempre por intercesión del marido (Kwei-lan) y de la protagonista, la cual se gana el derecho al final de la obra (Mary).

Viento del este, viento del oeste es sin lugar a dudas una de las mejores obras del choque de culturas que encontraréis de momento. Es una de nuestras obras favoritas y un imprescindible para todos aquellos que busquen literatura de buena calidad. Hay un antes y un después tras Pearl S. Buck.

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