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También nos quedamos con el bonachón de don Bautista, el párroco que casa a la pareja. Este hombre presenta unas ideas muy firmes acerca de lo que representa para él la Iglesia. Siente que su deber es ser un apoyo para sus feligreses, pero al mismo tiempo tiene el deber de hacer cumplir las directrices marcadas en el Concilio de Trento. Se hace mención al Concilio en numerosas ocasiones a lo largo de la historia. Es uno de los puntos determinantes de la trama, pues anula el matrimonio pagano como válido, y precisamente ésto supone la duda de la excomunión para los protagonistas. En el texto se hace mención al título de la obra. Es aquí cuando conocemos que Ysabel se siente irremediablemente vinculada al color verde. Ésta, así como el título, es una referencia heráldica, a la importancia que tienen las raíces y la sangre en esta historia. Los vínculos familiares son los que determinan, en gran medida, cómo es uno y qué porvenir tiene. Destacamos, además, el epílogo. En esta parte final de la novela se nos desvela qué fue de los personajes a los que hemos acompañado durante la lectura. Nos sorprendemos al descubrir un Pedro diferente. El protagonista se nos muestra durante toda la trama como un muchacho decidido y valeroso, sin que ahondemos especialmente en su personalidad. Lo conocemos como un enamorado devoto y decidido. Sin embargo, como hemos dicho, en esta parte de la novela, al terminar, sabemos qué le sucedió más adelante. Nos sorprende saber que la historia no termina bien para todos, y nos entristece conocer el final del pobre Pedro. Un hombre que lo tenía todo y, sin embargo, lo perdió por la mala fortuna. El ritmo de la historia mantiene la atención a lo largo de toda la narración. Sin embargo, aunque entretiene, sólo apreciamos un pico de tensión en el momento de la huida de los amantes. A mayores de este punto, no se experimenta en la novela una situación igual de tensión. El resto de la trama, aunque sí que juega con la incertidumbre, se mueve más en el plano administrativo y lógico, que en el de la acción. La edición es muy buena. La tapa blanda invita a la lectura, que se hace extremadamente cómoda. Con solapas con información adicional y papel consistente, además de una tipografía limpia sin serifa. Hemos encontrado una serie de errores de edición, como la supresión de los espacios entre algunas palabras, que achacamos a despistes puntuales sin mayor importancia. No distraen de la trama de la novela en absoluto ni condicionan la lectura lo más mínimo.
Si sois unos apasionados de la historia, os encantará. Hay tantas píldoras de información verídica y documentada, tantas referencias y descripciones que es imposible no sumergirse en la época. Si, además, os gusta especialmente la historia vasca, no hay fallo posible. Aunque por la portada y por el detonante de la trama pueda parecer un libro romántico, no lo es en absoluto. La motivación principal de los protagonistas sí es su impulso romántico juvenil, pero la historia no gira en torno al amor. Se trata, más bien, de una exploración e investigación de un hecho histórico real, en forma de novela.