Dan y Una, dos hermanos que viven en el condado inglés de Sussex, acaban de representar por tercera vez El sueño de una noche de verano. Es la víspera del solsticio y en la ladera de la colina de Pook, uno de los lugares de la Vieja Inglaterra con más historia, sucede algo mágico: uno de los personajes de la obra de Shakespeare cobra vida. Es Puck, el travieso duende que tiene el poder de hacer que la gente olvide y recuerde. Gracias a Puck, los dos niños conocerán a hombres de otras épocas: normandos, sajones, romanos, pictos y vikingos, que les contarán su historia, la Historia, eso que no debemos olvidar.
La introducción de cada uno de sus capítulos es una cuesta arriba difícil de manejar, ya que el autor se regodea con términos antiguos, nombres hace tiempo olvidados y referencias a viejos códices y leyes que, lamentablemente, hoy en día no son de conocimiento público (al menos no en mis círculos). Pero en cuanto empieza la acción y recorres con los dioses el sendero de una espada mágica olvidada; la invasión de Inglaterra y sus guerras internas; la lucha y confraternización de un joven e idealista soldado romano con los pictos o incluso los caminos que llevaron a los fata a enloquecer a todas las marismas, no puedes evitar sentirte atrapada como cuando de pequeña te contaban un cuento realmente fascinante.
Kipling tiene esa capacidad de hacer que te enamores poco a poco de cada una de las historias y te sumerjas en ellas como pocas obras han conseguido. Tiene una voz propia muy bonita que sin duda merece la pena leer en inglés, para no perder la musicalidad de unas canciones y poemas que, de otra forma, parecen ideas sueltas e inconexas, carentes de sentido.