UN ÚNICO ASTRONAUTA.
UNA MISIÓN IMPOSIBLE.
UN ALIADO QUE JAMÁS HABRÍA IMAGINADO.
Ryland Grace es el único superviviente en una misión desesperada. Es la última oportunidad y, si fracasa, la humanidad y la Tierra misma perecerán.
Claro que, de momento, él no lo sabe. Ni siquiera puede recordar su propio nombre, y mucho menos la naturaleza de su misión o cómo llevarla a cabo.
Lo único que sabe es que ha estado en coma inducido durante mucho mucho tiempo. Acaba de despertar y se encuentra a millones de kilómetros de su hogar, sin más compañía que la de dos cadáveres.
Muertos sus compañeros de tripulación, y a medida que va recuperando confusamente los recuerdos, Grace se da cuenta de que se enfrenta a una misión imposible. Recorriendo el espacio en una pequeña nave, depende de él acabar con una amenaza de extinción para nuestra especie.
Sin apenas tiempo y con el ser humano más cercano a años luz de distancia, habrá de conseguirlo estando completamente solo.
¿O no?
La novela engancha de tal forma que la gente la devoraba en tandas de cien en cien páginas. Y mientras la iba leyendo: yo, una persona que aprobó física y matemáticas básicas gracias a la intervención de una mano amable, me iba dando cuenta de que no quería que se acabara. Las partes de explicaciones científicas no se me hicieron cuesta arriba y el ritmo de lectura hizo que prácticamente no pudiera soltarlo.
Proyecto Hail Mary es simplemente maravilloso. Una obra que le recomendaría a cualquiera le guste o no la ciencia ficción. No creo que nunca supere la despedida de estos personajes, y terminar el libro ha dejado mi mundo tan oscuro como si los astrófagos viviesen pegados a mí.