Ella había aceptado su decisión. Él se había jurado no volver a caer. Todo cambió el día que sus caminos se cruzaron y el roce de sus manos les hizo sentir que nada volvería a ser igual. Una noche, una que parecía ser otra más. Para Clara, contoneando sus caderas en el Dating. Para Israel, una redada en otro puticlub. Ella había conseguido convertirse en hielo cada vez que un hombre la tocaba. Él había olvidado lo que era el amor. Pero todo cambió en un solo segundo. Y, es que, no hay amores imposibles cuando las sensaciones obligan a volar. ¿Puede el pasado romper el futuro?
Otra vez esa sensación es una novela romántica entre una prostituta y un policía
Otra vez esa sensación es una novela romántica entre una prostituta y un policía
Amadeo se queda muy cerca de Jennifer mientras ella le sostiene la mirada. Él levanta su mano y comienza a tocarle un pecho. Ella siente asco, desearía escupirle, gritarle que es un hijo de puta y marcharse de ese lugar para siempre. Sin embargo, acepta la vida que ha elegido. No sonríe. Sería incapaz de hacerlo, pero con calma y frialdad le quita la mano para intentar zafarse de él. ?¡Ni se te ocurra rechazarme! Yo te toco lo que a mí me dé la gana —Amadeo se enfada aprieta con fuerza la cara de Jennifer entre sus manos, le muerde el labio y se acerca a su oído— Quítate el abrigo y vete a mi habitación. Hoy, empiezas tu noche conmigo.
A lo largo de esos años, Jennifer ha aprendido a saber cuál es su lugar. Ella es un mero objeto sexual, su cometido es satisfacer las necesidades de cada hombre, que entra en aquel puticlub. Pero ella no tiene ojos y, mucho menos, oídos. Todo lo que ve o escucha en el Dating queda entre aquellas paredes. Ha llegado a ver a políticos, importantes empresarios, actores y hasta gente, que jamás alguien podría imaginar que frecuentara un sitio como el Dating. Sin embargo, eso a ella no le importa lo más mínimo.
Jennifer vuelve a casa echa un mar de lágrimas. El tío ese es un asqueroso, un bruto. Le ha hecho daño, tenía la mano muy larga. La había azotado con fuerza mientras abusaba de ella, la había atado, le había obligado a lo peor. Era asqueroso. Lo odiaba con toda su fuerza. Otra vez esa sensación.“¡Qué hijo de puta!”.
“¡Qué hija de puta!”. Israel vuelve a repetir esas palabras cada vez que se acuerda de ella. “¡Cómo es posible querer tanto a alguien y pasar a odiarla de esa manera!”. Le gustaría no acordarse de ella, enterrarla en su memoria y no volver a recordarla jamás, pero no puede evitarlo. Silvia era mala persona, era de esas que sonríen y hablan con vocecilla alegre queriendo parecer simpáticas, creyéndose la persona más divertida del mundo
Sí. En pasado. Te quería. Te quise como jamás he querido a nadie en toda mi puta vida. Nunca habría soportado estar con una prostituta, ¡nunca! Y contigo lo hice porque, por mucho dolor que me causara, lo único que quería era estar contigo. ¡Verte feliz y sacarte de esa mierda! Ahora no. Ya no te quiero. No puedo querer a alguien que me ha traicionado. Adiós —dice Israel bajando por las escaleras, dejando a Jennifer completamente aturdida.