La propia autora explica al final de la novela que esto es una alegoría de la sociedad en la que vivimos.Es ficción pero no es ficción ya que ocurre en la realidad y en el fondo todos lo sabemos. Es un secreto a voces. Sin embargo a mí, personalmente, me gustan este tipo de novelas. Quiero conocer la realidad de lo que ocurre en el mundo, no quiero esconder que todas (en mayor o menor medida) nos hemos sentido humilladas, vejadas y maltratadas.
A pesar de la crueldad que relata la novela, no se trata de un libro derrotista. Memorias de una salvaje llama a la rebelión, a que busquemos nuestra libertad y nuestra felicidad. Es una llamada a dejar de callarnos.