Roger y Dodger son hermanos. Pero ellos no lo saben. Tienen capacidades más allá de lo común: Roger con las palabras, Dodger con los números, pero ni siquiera vislumbran lo que esto significa. Solo una cosa es segura: sus vidas están conectadas irremediablemente.
Reed, experto alquimista, tiene un plan: elevar los gemelos al poder más alto jamás conseguido, ascender con ellos y hacerse con el control del mundo. Casi puede tocar la divinidad con la punta de sus dedos. Solo necesita que los gemelos hagan su parte.
Mientras poderosas fuerzas más allá de nuestra realidad y del tiempo mueven los hilos de sus vidas, Roger y Dodger irán descubriendo su misterioso origen y el destino que les fue asignado mucho antes de nacer. Solo ellos podrán cambiar el final de su propia historia y de toda la humanidad.
Solo tiene que ser perfecta una vez más y acabará todo. El alivio supera al miedo. Dodger se echa la mochila a la espalda y se dirige a la puerta. Es hora de desayunar. Es hora de despedirse.
Tú tienes mucho fuego y poco firmamento.
Es solo que, cuando están juntos, siente que el mundo se completa al fin, que si consigue mantenerlo de una pieza el tiempo suficiente llegará a comprender cuáles son las reglas por las que se rige.
Si Dodger hubiese sigo Roger y supiera tanto de libros, de palabras de ortografía y cosas así, habría tenido más amigos. Las chicas que saben mucho de libros caen bien, al menos todo lo bien que caen las chicas que saben mucho de lo que sea. Sin embargo, saber mucho de matemáticas no es lo mismo. Saber de matemáticas es coto privado de chicos delgados con gafas, protectores de bolsillo y cabezas repletas de datos científicos.
Para ella, la vida es el laboratorio y el laboratorio es la vida. Es aquí donde despertó, confusa, repleta de almas aullantes de incontables muertos. Las alas de los cuervos le aleteaban la caja torácica, aprisionadas en los confines carnosos de un corazón. A veces siente que las plumas le acarician los huesos, algunos humanos, otros caprinos, otros tallas de ballena de tan hermosa factura que a veces le parece una pena que necesite tener carne.
Ese suave paladar que tiene sigue siendo flexible; no parece haber sonido que no sepa hacer. Aún no se ha dado cuenta de lo inusual que es algo así, no sabe que es una aberración de la naturaleza. Quiza nunca lo llegue a comprender. Depende de cuánto tiempo siga operativo. La chica juega al ajedrez a un nivel digno de un gran maestro. Podría hacer carrera como jugadora, pero no le importa lo suficiente. Prefiere seguir con las matemáticas puras. Y probablemente así será, una vez que sus padres dejen de obligarla a tener una vida normal. Como si fuera posible.
Son matemáticas. Las matemáticas nunca son un truco. Las matemáticas nunca le hacen trucos a nadie. A veces crean problemas, pero siempre tienen la solución.
Dodger ya ha hecho algo así antes, ya ha huido y se ha escondido unos minutos en un lugar donde nadie espera desparpajo ni valentía, donde no tiene que ser nada más que una niña de siete años asustada.
Quizá no sea la vida que creía desear, pero, de algún modo, es la vida que sin la menor duda merece.