De todos modos, pese al paso del tiempo, se deja leer aunque no seas un apasionado de la filosofía. Es apasionante cómo estudia el objeto a través de la percepción de una mente anclada en el tiempo y cómo se nota que el autor conversa consigo mismo, dudando de la última frase presentada y retorciendo hasta el límite que le interesa qué es el ahora, qué es el antes y qué es el futuro.