Zamora, 1682. Don Fernando de Zúñiga, doctor en medicina por la Universidad de Salamanca, acude a la llamada del obispo. Monseñor Balmaseda le encarga everiguar la procedencia de la talla de un Cristo crucificado, hallada en extrañas circunstancias y que parece estar relacionada con la trágica muerte de un herrador. El doctor Zúñiga pronto averigua que aquel suceso oculta una trama de terribles asesinatos, cuya investigación le llevará en un periplo por la Salamanca universitaria, la Corte madrileña y una Sevilla antes opulenta y ahora tan agonizante como los crucificados que procesioann por sus calles.
Como claramente he dejado traslucir más arriba, La sangre de los crucificados es una buena primera novela. A lo largo de mi vida he tenido la desgracia de leer obras de autores consagrados que no estaban a la altura de esta pequeña narración sobre el vizconde de Zúñiga y es cierto que Pelayo ha conseguido llegarme al corazón.
La obra se lee rápido, tiene un ritmo muy ágil pero desgraciadamente cuenta con esos pequeños defectos al principio y al final que deslucen un poco la experiencia. Personalmente creo que es una introducción magnífica al mundo editorial por parte del autor y no podemos olvidar que otros escritores consagrados como Andy Weir empezaron publicando obras que simplemente no estaban a la altura de su público potencial, por lo que le daré una oportunidad futura quizás a Sombras de agua o a Muerte dulce. Mientras tanto, si tenéis curiosidad, os animo a que leáis las primeras páginas de La sangre de los crucificados en la web del autor.