Oro. Suelos de oro, paredes de oro, ropa de oro. En Highbell, en el castillo construido en las montañas heladas, todo está hecho de oro.
Incluso yo. El rey Midas me rescató. Me sacaron de los barrios bajos y me colocaron en un pedestal. Me llaman su favorita. Soy la mujer a la que tocó con oro para mostrarles a todos que le pertenezco. Para mostrar lo poderoso que es. Él me dio protección y yo le di mi corazón.
De repente, mi confianza se rompe. Mi amor es desafiado y me doy cuenta de que todo lo que creía saber sobre Midas podría estar equivocado.
Porque estos barrotes en los que estoy encerrada, por dorados que sean, siguen siendo solo una jaula.
Esta anticipación a las consecuencias de lo que podría llegar a ocurrir a veces puede tentarte haciendo que saltes las páginas para ver cómo sale parada de la situación, ya que Auren se toma varias páginas para transmitir sus temores incluso en situaciones de altísima tensión.
A pesar de ello la obra es magnífica: con un final absolutamente apoteósico que va intensificando su intensidad y se posiciona como una trilogía más que prometedora para aquellas amantes de la fantasía ya no tan juvenil. La prisionera de oro tiene merecida su fama en tiktok. Que queréis que os diga: yo tengo ganas de escuchar a este jilguero cantar.