La figura de Fran Heredia está muy bien construida: es el antihéroe perfecto. Es cobarde, un poco llorica y suele escaparse de todos los problemas que le rodean y ahogar sus penas en cervezas y alcohol. Sin embargo, nada te prepara la aparición del resto de los personajes rocambolescos. A excepción de Luzía y de el antiguo mentor del protagonista, el resto de personajes que aparecen de la nada y que lo van conduciendo hacia la solución sobre el misterio de los niños de verde aparecen de la nada, sin introducción previa y de una forma extremadamente rocambolesca: un viejo con una bicicleta que casualmente sabe cosas acerca de Luzía, una monja armada o incluso una niña militante que aparecen y desaparecen sin demasiado sentido.
Está claro que Antonio Domingo ha sido realmente osado al plantearse esta novela y que, estés de acuerdo o no con lo que plantea (que no revelaremos por tema de spoilers), defiende su postura con pasión y energía. La forma de escribir del autor es diferente a lo que estamos acostumbrados, pero no por ello es negativo. Disfruté mucho de algunas partes de la novela aunque la conexión entre los personajes sea algo caótica. Sin duda, me encantará conocer la evolución del autor como escritor, ya que creo que tiene un talento difícil de concretar y realmente inusual.