Sin embargo, algunas de las escenas como el combate entre Asahito y los emishi, son simplemente deliciosas e inolvidables. Tiendo a admirar mucho a los escritores que son capaces de describir un buen enfrentamiento o batalla sin caer en tópicos, predecir el final del combate y, al mismo tiempo, mantener al lector en la incertidumbre de no saber si todo saldrá bien al final.
El libro tiene un final capaz de sorprenderte con un inteligente giro que recuerda ligeramente al de la famosa obra de Patrick Süskind y, en general, la sensación final con la que te quedas tras la lectura es la mencionada más arriba. Leer La fragilidad del crisantemo no es una simple ocupación de entretenimiento con el que ocupar una tarde: está cargada de detalles y de información que te acompañarán toda la vida y que generan una bonita imagen de un Japón por mucha gente ignorado. Tras cerrar la última página, todavía te pesará un poco el corazón. Y seguirás recordando el dolor que genera recibir una carta con un crisantemo.