Como ya he dicho antes, el final es decepcionante. El hecho de que Anna se asegurase de que Tom moría no me resultó en absoluto sorprendente en una mujer de la que yo esperaba que acabase cargándose a la ex-mujer de Tom. Sin embargo, Anna acaba resultando ser muy cabal, la muerta muy malvada y Rachel una víctima de la situación. Y Tom, como un malo patético de James Bond, habla y habla por los codos de todo lo que pasó sin hacer pausas más que para respirar.
Mientras lo hacía, no podía evitar generar en mi cabeza la imagen de Gastón de “La bella y la bestia” besándose sus bíceps y sonriendo como un cretino.