Como ya os he dicho, Ira, jinete de dragones mantiene el mismo estilo artístico y una colorimetría muy similar a la primera parte, de forma que el tiempo pasado entre una y otra obra solo se percibe en la mejora del ritmo narrativo, las soluciones creativas que encuentran para hacer avanzar el tiempo y el perfecto resultado con el que te quedas al final.
Dicen que las segundas partes de las trilogías siempre son las peores pero está claro, que en el caso de Ira, esta vuela mucho más alto.