También me impresionó personalmente el testimonio de Paco sobre el trato de los judíos en Mauthausen-Gusen: después de mostrarnos los horrores del campo, el dolor del hambre y las largas jornadas de trabajo incansable en las que prácticamente nadie podría sobrevivir, pasa a detallarnos que los judíos lo tenían mucho peor, que los alemanes los trataban con el triple de dureza. Y te hace plantearte: ¿cuánto es capaz de aguantar un cuerpo humano? ¿cuánto horror puede uno aguantar sin perder la cabeza?
Esta novela gráfica pone el dedo sobre la llaga sobre el discurso del odio, el crecimiento del racismo en Europa y el problema de los refugiados, recordándonos que nosotros también fuimos refugiados, que huimos a la frontera y nos trataron como perros, que acabamos al otro lado de unas murallas, trabajando como esclavos, con una "S" estampada en el pecho.