Mi nombre es Sidaya, hija de Yrea, nacida en Isla Verde. Guerrera de las huestes de Riela, superviviente del horror de Uhda, huérfana de la cascada y protectora del velo.
Solo el velo separa lo que queda de humanidad de la desolación. Los róvegars, las bestias que sirven al caos y alimentan el velo con cada muerte, han situado a la humanidad al borde de una situación límite, su inminente extinción. Sidaya, Hadine y Évelar deberán emprender una misión suicida que los llevará hasta sus propios límites.
El velo nos permite nadar en el mundo interior de cada uno de ellos, lleno de intrigas y contradicciones, tan humanas y tan fantásticas a la vez.
El velo es, en su esencia, una celebración de lo que la fantasía puede ser cuando se atreve a explorar nuevos horizontes y a dar voz a historias no contadas. La inclusión de personajes diversos, junto con una trama que desafía expectativas a cada vuelta de página, establece un nuevo estándar para el género. Estoy completamente hechizada por cómo, en un espacio tan condensado, esta novela logra evocar un espectro tan amplio de emociones y pensamientos, transportándote a un mundo de rol maravilloso y convirtiéndose no solo una lectura obligatoria para cualquier aficionado de la fantasía más épica y diversa.
El velo ha llegado para quedarse, aunque no de la forma en la que Nusearnat hubiera querido.