El hombre hembra, una de las obras más influyentes de la literatura feminista, fue escrita en 1970 y, lejos de perder vigencia, sigue siendo absolutamente pertinente en la actualidad. Con ella, la escritora Joanna Russ reivindicaba que la ciencia ficción ya estaba lista para proporcionar nuevos mitos literarios en un género dominado por hombres, y que podía ayudar a liberar a las mujeres.
Hoy, esta historia ambientada en un planeta para mujeres se lee como una novela de viajes entre distintas realidades protagonizada por cuatro versiones de una misma mujer, en distintos momentos y con un mismo denominador común: la desigualdad que sufren todas ellas, cada una en uno de esos cuatro mundos paralelos. La obra es, además, un poderoso ensayo que denuncia la discriminación y el ninguneo que sufre el género femenino.
Y sin embargo, su libro esconde un magnífico discurso que casa perfectamente con el feminismo, en el que denuncia la falta de respeto a las mujeres en la tercera edad, la ausencia de nombres femeninos de los libros de historia, la violenta respuesta de un hombre rechazado en un galanteo pegajoso y la incapacidad de encontrar su sitio en el mundo y de pensar por sí misma en las mujeres que han crecido en una sociedad represiva.
Así que… sí, el libro de El hombre hembra es quizás difícil, es quizás caótico. Pero ¿acaso no lo son todos los cambios en las sociedades?