Pero no es así. O al menos, a mí no me lo ha parecido. Y es extraño porque todo lo que he leído de momento de Runas me ha parecido siempre una obra maestra y porque había leído críticas de personas del mundo editorial cuyo criterio suelo tener por cercano al mío. Pero El hambre, en mi opinión, se ha quedado como un esbozo o un borrador de lo que podría haber sido una novela maravillosa. La edición es magnífica, la portada del talentoso Octavi Segarra es más que atractiva pero no he podido fijarme en la falta de anticipación de los dramas que iban a ocurrir, en la repetición continua de palabras y en un argumento que aunque tenía muy buena base, no acabó desarrollándose con mimo (o esa es mi impresión, insisto).
Y tras leer las críticas en otros blogs, tras ver las palabras que el mismo Stephen King o la consagrada Sarah Pinborough le dedica en la contracubierta de la obra, solo me queda pensar ¿soy la única a la que esta novela ha dejado con mucha hambre?