Norte de Britania, 430 d. C. Un ataque inesperado deja la aldea de Dun Buic convertida en un montón de escombros y a muchos aldeanos muertos. Mientras los supervivientes intentan comprender lo ocurrido, el rey de Alt Clota le encarga a Bellicus, un joven guerrero druida, la misión de dar caza a los asaltantes, ya que estos se han llevado a su hija, la princesa Catia. Bellicus, con años de entrenamiento en las antiguas enseñanzas y una habilidad sin igual con la espada larga, emprenderá, en compañía de sus dos perros de guerra, un peligroso viaje. Este le llevará a recorrer esa vieja provincia del Imperio que pugna por sobrevivir en un mundo que, sin las legiones, se ha vuelto extraño. Un mundo en el que los sacrificios humanos, la guerra y la superstición conviven con el amor, las risas y las canciones y en el que el cristianismo parece estar ganando la batalla por las almas. Mientras tanto, Catia encuentra entre sus violentos captores a un inesperado aliado, pero ni siquiera él parece poder evitar el terrible destino que el rey Hengist tiene reservado para ella…
En definitiva, es una obra sencilla sin grandes pretensiones para un momento de lectura casual. Si lo que buscas es un libro detallado sobre las costumbres de los druidas y su papel político en Britania, te recomendamos en su lugar Águilas y cuervos, de Pauline Gedge, pero si estás en este mood en el que no te apetece complicarte la vida y quieres buscar una obra con mucha acción, El druida sin duda es una buena elección.
Ya que ¿a quién no le gustaría que un guerrero druídico llamado Bellicus atravesase toda Britania por ti?