Esta ha sido una lectura que, sin resultar adictiva, ha despertado mi interés en cada momento y me ha transmitido a la perfección los estados emocionales por los que pasan los personajes de Sarah y Eddie. Sophie Walsh te empuja continuamente a sacar conclusiones que luego revienta a golpe de un nuevo enfoque de una misma situación.
El chico que nunca llamó es una historia de amor diferente, donde las dudas, los miedos, los hechos pasados y las cortapisas emocionales de sus protagonistas configuran una historia dulce y trágica, donde las sorpresas del destino, la fe en las segundas oportunidades y el miedo a las ocasiones perdidas te mantendrán en vilo hasta el final.