Penny es artista y lleva varias décadas viviendo en el mismo apartamento, rodeada de los objetos y los recuerdos de su larga vida. Resignada a los rituales triviales de la vejez, un día empieza a sufrir lapsus. Años atrás, antes de que falleciera el que había sido su pareja durante mucho tiempo, se hicieron preparativos, sin que ella lo supiera, para reservarle una habitación en una singular residencia en la que, tras sufrir demasiados «incidentes», acaba ingresando.
Además de la fascinante perspectiva sobre el arte que Penny nos va regalando durante el relato, nos encontraremos también con profundas reflexiones sobre el desempoderamiento que va ligado a la vejez. ¿Cómo te opones a la constante infantilización a la que te someten al llegar a la tercera cuando eres vulnerable y estás perdiendo gran parte de tu 'yo' a medida que los recuerdos se desvanecen?
La novela se muestra así como una muñeca matroshka en diferentes capas que nos sumergen en un laberinto fúngico co-dependiente extraño, terrorífico y al mismo tiempo, de alguna forma, conmovedor. Todo ello hace que la novela por sí sea una obra conmovedora, fascinante y sin dudas profunda capaz de resonar en el interior de tu pecho y hacer que te preguntes: ¿Cómo lidiaré yo con la soledad cuando me desvanezca lentamente?