El clan Burroughs se ha asentado en Bull Mountain durante generaciones. Trafican con drogas y con whisky casero sin que la ley se percate, pero cuando Clayton, para alejarse del imperio criminal familiar, se convierte en sheriff las lealtades y las actividades criminales empezarán a tambalearse. Repasamos la cronología del árbol genealógico con una historia de violencia donde nadie estará a salvo de recibir un disparo, y donde la importancia del dinero y los lazos familiares es lo más importante.
Este estreno en el panorama literario del estadounidense Brian Panowich rompió con los estándares del género country noir gracias a la mezcla de novela criminal y drama familiar, que nos presenta a un autor que tendrá mucho que decir en el género negro.
Clayton quiso distanciarse de su familia y el dominio criminal, de la repugnancia, el asco y la culpa hacia todo lo que le rodea. Por miedo a convertirse en lo que más odiaba, por las heridas físicas y psicológicas que arrastra. Y se convirtió en el sheriff del condado McFalls. Son sus capítulos los que nos darán la parte más emocional del autor: explosión de sentimientos y debilidades, de cómo aún la distancia te arrastra al oscuro hoyo familiar. En un mundo dominado por hombres, agresiones y vehemencias, contemplaremos cómo ese furor pasa de padres a hijos como si se tratase de genética. Niños que tendrán que jugar a ser adultos en un mundo cruel, que tendrán que vivir situaciones insanas sin ser conscientes de ellas... Y aunque en menor medida vemos papeles femeninos, sí que nos dejarán la intención de que, quizá en futuras novelas, tal vez en su segunda parte Como Leones, vayan a imponerse a este juego masculino.
Bull Mountain de Brian Panowich deja una novela negra embellecida con un drama familiar donde seguiremos la historia de una banda de verdugos y en la que no faltará misterio y tensión. Habrá giros de guion, habrá dolor en muchas escenas impactantes, pero sobre todo habrá una obra digna de merecer ser leída.