Las elecciones siempre han paralizado a Bridget Kittinger, un problema estrechamente relacionado con haberse criado a la sombra alargada de su madre, Jo, una neurocientífica atormentada cuya obsesión con un objeto mítico, el gusano de los sueños, que creía que permitía viajar a otros mundos, provocó el distanciamiento de ambas.
Ahora, Jo ha muerto repentinamente, y al acudir a su casa para vaciarla, Bridge encuentra un extraño objeto enterrado en las profundidades del congelador: el gusano de los sueños. Contra todo pronóstico, es verdaderamente la llave que abre la puerta a otras realidades y a todas las demás versiones de sí misma. ¿Podría Bridge descubrir su lugar en este mundo visitando a las demás? ¿Podría su Jo seguir viva en algún lugar?
De Portland a Haití, y de Argentina a los ríos infestados de caimanes de Carolina del Norte, Bridge transporta a los lectores a un viaje electrizante y sumamente original, forzando los límites de lo que sabemos acerca de madres e hijas.
Me ha encantado el uso paradójico del gusano como un ente grotesco y repulsivo que claramente no es seguro pero que te ofrece una oportunidad fascinante de asomarte al otro lado del velo y tener de alguna forma una prueba fidedigna de si has tomado las decisiones correctas en la vida o no.
En definitiva, Bridge no es una obra que pretenda ser un tratado filosófico ni un ladrillo solemne de ciencia ficción dura. Es otra cosa: un relato especulativo que engancha, entretiene y se queda rondando en tu cabeza mucho después de la última página.