Natsuo Kirino, cuyo nombre real es Mariko Hashioka, nació el 29 de octubre de 1951 en Kanazawa, Japón. Es una reconocida escritora japonesa especializada en novelas policiales y de suspense, siendo una de las voces más destacadas del género en su país.
Creció como la segunda de tres hermanos, con un padre arquitecto. Pasó su juventud en Sendai antes de establecerse definitivamente en Tokio. Se formó en la Universidad de Sekei, donde obtuvo un título en leyes. A los 24 años contrajo matrimonio y comenzó su carrera como escritora después del nacimiento de su hija en 1981.
Su carrera como escritora comenzó en 1984 con novelas románticas, aunque pronto descubrió que este género no era comercialmente viable en Japón. En los años 90, se reorientó hacia la novela policíaca y de misterio, género en el que encontraría su verdadera voz como autora.
Su novela más célebre es "Out" (publicada originalmente en japonés como "Auto"), que le valió el Premio de Escritores de Misterio de Japón, la máxima distinción en literatura de misterio del país. La obra también fue nominada al Premio Edgar en Estados Unidos en 2004, marcando un hito en su proyección internacional.
Reconocimientos principales Entre sus numerosos galardones destacan:
Sus obras han sido traducidas a múltiples idiomas, con especial éxito en español e inglés. Tres de sus novelas han sido traducidas al español: "Out", "Grotesco" y "Crónicas de una diosa", esta última como parte del proyecto Canongate Myth Series.
Kirino se ha destacado por su manejo del género hard-boiled y el suspense psicológico, abordando temas complejos de la sociedad japonesa contemporánea a través de sus tramas criminales. Su obra ha sido adaptada en múltiples ocasiones a diversos formatos audiovisuales, incluyendo series de televisión y películas.
Mientras abría la puerta en silencio, Yoshie notó el olor a orín y a desinfectante. Por mucho que aireara la casa y fregara al suelo, no conseguía eliminarlo. Se frotó los ojos cansados con la punta de los dedos para combatir el picor.(…) en la fábrica trabajaba duro, y al volver a casa, se sentía como un trapo viejo.