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Biografía corta de
Katherine Harvey

Escritor
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Katherine Harvey es una historiadora, escritora y crítica británica especializada en Historia Medieval. Su formación académica incluye una licenciatura, una maestría y un doctorado en Historia por el King's College de Londres, credenciales que han cimentado su sólida trayectoria en la investigación histórica.

Actualmente se desempeña como investigadora honoraria en el Birkbeck College de la Universidad de Londres y como profesora en la Open University. Su carrera profesional se ha caracterizado por un enfoque interdisciplinario que combina la rigurosidad académica con la divulgación histórica accesible al público general.

Harvey ha publicado numerosos artículos tanto en revistas académicas como en publicaciones de divulgación de amplio alcance, entre las que destacan BBC History Magazine, History Today, Aeon y The Atlantic. Su labor como crítica literaria la ha vinculado a publicaciones de prestigio como The Sunday Times y The Times Literary Supplement. Asimismo, es redactora de NOTCHES, un blog especializado en la historia de la sexualidad.

Su obra más reciente, The Fires of Lust: Sex in the Middle Ages (Reaktion, 2021), examina las actitudes, prácticas y creencias en torno a la sexualidad durante el periodo medieval, un trabajo que refleja su interés por abordar aspectos de la vida cotidiana y las mentalidades históricas que tradicionalmente han recibido menor atención en la historiografía.

La investigación de Harvey se distingue por su capacidad para explorar temas como la sexualidad, el cuerpo y la medicina en contextos históricos, particularmente medievales y de la temprana modernidad, aportando nuevas perspectivas sobre aspectos culturales y sociales que enriquecen nuestra comprensión del pasado europeo.

Libros de Katherine Harvey

Otros libros

Portada libro - Los fuegos de la lujuria
Los fuegos de la lujuria

El monje italiano Giacomo Filippo Foresti (1434–1520) afirmaba que de cualquiera «que haya amado a su esposa con tanto ardor que hubiera querido yacer con ella aunque no hubiera sido su esposa […] se dice que ha cometido adulterio inferencialmente». Guillermo de Rennes, un fraile del siglo XIII, criticaba a los maridos que provocaban (sirviéndose, quizá, de las manos o bebidas calientes) de forma deliberada la lujuria para poder mantener relaciones sexuales con mayor frecuencia.


Aunque las relaciones sexuales son, en esencia, una función corporal, las actitudes y experiencias individuales siempre se ven condicionadas por el mundo en el que se vive, por las restricciones legales, por las ideas médicas y —en muchos casos, incluida la Europa medieval— por las creencias religiosas.


Robert de Arbrissel (c. 1045-1116), el poco convencional fundador de la abadía de Fontevraud, quien, supuestamente, tenía la costumbre de compartir su lecho con sus seguidoras. Al parecer, lo consideraba «una nueva forma de martirio», una práctica ascética con la que podía demostrar su capacidad de superar la tentación. No obstante, el abad Geoffroy de Vendôme, el correspondiente epistolar que documentó su inusual conducta, se mostró comprensiblemente escéptico, lo avisó de los peligros de la compañía femenina y le señaló que nadie estaba tan seguro de su fe como para ser inmune a caer en el pecado. Además, advertía, existía un grave riesgo de escándalo: incluso si De Arbrissel conseguía evitarlo, muchos de los que oyeran los rumores darían por hecho que no había mantenido sus votos.


Si se cubre a una mujer con un trozo de tela y se la fumiga con el mejor carbón, si es virgen no percibe su olor por la boca y la nariz; si lo huele, no es virgen. […] Al fumigarla con flores de acedera, si es virgen palidece al instante, y si no, su humor se enardece y se dirá otra cosa de ella.


En cierto sentido, los hombres cristianos que mantenían relaciones con mujeres pertenecientes a minorías podían reforzar las jerarquías al someterlas a su voluntad. Por otro lado, las relaciones entre mujeres cristianas y hombres que no lo eran deshonraban a las familias, y amenazaban la autoridad patriarcal y el dominio cristiano.


Si neciamente ha tocado su propio miembro de forma que se ha contaminado y derramado su propio semen, este pecado es mayor que si se hubiera acostado con su propia madre». A veces, los textos religiosos incluían advertencias sobre quienes se daban placer a sí mismos.


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