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NOTA: 7.5

Sibilla, hija del viento: opinión de una novela de fantasía fresca y ligera

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Escritora consumada, concept artist en ciernes y adicta al trabajo. Do...


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Argumento de Sibilla: hija del viento

Sibilla es una pequeña voladora cuyas máximas preocupaciones son divertirse, aprender a surcar los cielos y casarse con un volador de su clan. Sin embargo, su padre tiene un sueño en el que los dioses le piden que enseñe a Sibilla a combatir. Durante más de dos años, padre e hija se reúnen en contra de las tradiciones de su clan de noche para que este la enseñe el noble arte del uso de la espada, el arco y la jabalina.

Pero las nuevas ocupaciones de Sibilla levantarán la envidia de otros voladores muy peligrosos de su clan. Y un día, sin ni siquiera llegar a intuírselo, le tienden una trampa a Sibilla, le cortan una de su ala y la condenan a morir sola en el desierto.

Análisis de Sibilla: hija del viento

Sibilla: hija del viento es una novela de fantasía para adultos ligera, fresca y muy bien construída que nos sitúa en un setting redondo y muy documentado. En muy pocas páginas, Sergio R. Alarte es capaz de crearnos una sociedad completa, con sus guerras y odios ancestrales y las manías y tradiciones que se van enfrentando entre las diferentes razas. Para ello no necesita largas descripciones ni capítulos introductorios, centrándose siempre en la acción pura y dura que hace avanzar la obra sin trompicones ni innecesarios momentos de reflexión.

En ese sentido, el lenguaje y la expresión en Sibilla: hija del viento evoluciona a lo largo de los capítulos. En los primeros capítulos nos encontramos con un frases rebuscadas de un corte casi poético que buscan enredar al lector con una prosa preciosista.

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Y a veces despierta, presa de un súbito pavor. Y entonces grita con voz ronca, muge y se desgañita como res en el matadero. Sus músculos se tensan, acaso un instante, un epitafio a la altura de su rebeldía poética ante la Parca. Y cuando consigue despegar los párpados, los carroñeros se han alejado. Graznando, protestando entre aleteos como compradores que han sido privados de su mejor negocio cuando la venta ya estaba hablada.

Sin embargo, este estilo cambia conforme vas avanzando a lo largo de los diferentes capítulos, introduciéndote de lleno en una acción de corte fantástico en la que es fácil reconocer la influencia de los juegos de rol en sus acciones.

El argumento de Sibilla: hija del viento no es nada nuevo que no hayamos visto: una joven acaba siendo torturada y desterrada por su familia debido a una injusticia. Gracias a la casualidad o al destino, una compañía de mercenarios amistosa pero diferente del resto de los humanos la recogen y la sanan, embarcándose en una lucha por acabar con un malvado nigromante que pretende destruirlo todo.

A pesar de ello, Sibilla hija del viento es capaz de sorprendernos sobre todo debido al conocimiento tan profundo que parece tener el autor acerca de las arpías al que él llama "voladores". La documentación que ha llevado a cabo queda patente en el hecho de cómo relata el funcionamiento de las alas de los voladores, el hecho de que pesen menos que los humanos a pesar de tener la misma forma, sus tradiciones o incluso su forma de sentirse en comunión con el viento.

Para crear una sociedad convincente para los voladores, Sergio se inspira en la mitología de la antigua Grecia, donde el chamán de la tribu funciona como un oráculo y donde las mujeres tienen vetado el acceso a las armas o al combate. Con este contexto consigue dar forma a una estructura social y a un contexto creíble y fantástico que conforma la piedra rosetta del interés de la obra.

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Aleteó y comenzó a elevarse, con torpeza al principio, más rápido conforme ganaba en con-

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fianza, pese a que superar cada metro le suponía un verdadero esfuerzo... Pronto, o eso le pareció a ella, sobrepasó la terraza desde donde la observaba su padre, con el rostro algo más serio de lo habitual. Se permitió sonreír, movida por una agradable sensación de triunfo... Y justo entonces una de sus alas impactó contra una arista: decenas de plumas quedaron suspendidas en el aire, mientras que Sibilla caía girando sobre sí misma, totalmente fuera de control. Se golpeó en una muñeca al tratar de agarrarse a un arbusto… Vio pasar dando vueltas la figura de su padre… y sintió que una mano la apresaba por la melena, dolorosamente, pero deteniendo la espiral de su caída. Enseguida otra la aferró por el cuello, subiéndola a pulso para depositarla en el suelo.

Al mismo tiempo, Sibilla: hija del viento introduce a una mascota llamada Beto al que es difícil no adorar desde el primer momento en que aparece. De una forma parecida a Olaf de Frozen, aporta un tono cómico a los diferentes sucesos, dando un respiro a las partes más densas del argumento. 

Nuestra opinión sobre Sibilla: hija del viento

¿Te gustan los juegos de rol y las novelas de fantasía típicas? Entonces Sibilla: hija del viento es tu novela. Lo primero que llamó nuestra atención de la obra fue precisamente la tortura a la que Sibilla se ve expuesta y cómo, párrafo tras párrafo, el autor no teme descuartizar a la que se supone que es la protagonista y que para más inri, tiene toda la pinta de ser un ángel. Sólo más adelante descubriremos que los voladores son más bien una recreación de las arpías griegas que de los ángeles de por sí pero en el momento el hecho de contemplar la tortura de la niña inocente es capaz de provocar que frunzamos el ceño y nos planteemos continuamente: “Pero… ¿esto es real?”.

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Un buitre se acerca, saltito a saltito. Picotea de nuevo la axila, donde la carne es tierna y ya hay abierta una brecha. Otro se posa en la cúspide del cactus, eclipsa el sol con sus enormes alas negras y pica la parte más sabrosa: saca el ojo de su cuenca, lo engulle.

Sibilla pasa las horas atada a un cactus en mitad del desierto, con las espinas injertadas en su propia piel mientras los buitres revolotean por encima de su cabeza. Uno de ellos le devora un trozo de la axila, otro los dedos de un pie, y el último le arranca un ojo. Y mientras lees todo esto te preguntas si es que el autor ha sido tan valiente como para crear a una protagonista tuerta y mutilada o va a introducir magia para regenerarla más adelante.

Y he ser sincera, prácticamente toda la novela estuve esperando que Lizia apareciese con algún conjuro espectacular que hiciese que su ala creciera de nuevo y la convirtiera de nuevo en una voladora completa.

Es cierto que Sibilla hija del viento tiene un argumento que ya conocemos, pero a pesar de ello no pude evitar devorarlo en una tarde. Extrañamente, no podía parar de leer y creo que quizás por eso, la obra se me hizo demasiado corta. Sin dar demasiados detalles para no hacer spoiler, creo que precipita un poco el final y nos deja con alguna que otra incógnita que me encantaría que resolvieran. ¿Cuál es la verdadera historia de Ymed? ¿Cómo conoció a Lizia? Y sobre todo… ¿recuperarán a Beto algún día? 

También eché en falta en ciertos momentos un poco más de introspección por parte de Sibilla y de sus acompañantes. ¿Cómo es capaz de caminar Sibilla sin un ala? ¿No tendría que aprender a reequilibrarse? ¿No se siente incompleta sin precisamente uno de los símbolos que la convertían en parte de una raza superior? Me habría gustado ver las secuelas de su tortura, la rabia furibunda que la envenene lentamente o incluso el llanto descontrolado de una niña que acaba de perderlo todo.

Esto se aplica también a los personajes que acompañan a Sibilla y que tienen una personalidad muy definida, aunque en ciertos puntos se hace predecible y un poco plana. Funcionan perfectamente como sidekicks, cumpliendo un papel dentro de su rol predefinido: Lizzie es la figura maternal, Ymed el duro guerrero con un buen corazón y John el raro y simpático alquimista.

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El primero es un hombre de gran tamaño, un mulato con la piel tostada por el sol y llena de

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cicatrices. Uno podría empezar a mirarlo por cualquier lado: se toparía con una estampa imponente. Desde los ojos del color de la noche hasta los cabellos castaños, divididos en cinco trenzas igual que su barba. Los músculos brotan a partir de su taparrabos, marcados por una vida nómada, contenidos por brazales de acero y plata. Sus pectorales sudorosos parecen agrietados bajo un collar vasto, de donde cuelgan pequeñas hileras de cuen-

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tas blancas. La vasta empuñadura de una espada emerge de su espalda, prolongada en una vaina negra de cuero raído que apunta hacia el suelo en diagonal. La otra diagonal sobre su cruz la traza su arco, y a la altura de la rabadilla, flechas en un carcaj rojo. No lleva más armas ni armadura, porque para Puñoymedio ?Ymed para los amigos?, nunca fue necesario ningún otro pertrecho.

Y sin embargo, la propia Sibilla nos fascinó desde un primer momento. Nos encantó que el autor realizase una diferenciación entre la forma de volar de las voladores y de los voladores, ya que estas no empleaban las alas más que para moverse de un lado a otro. Nos encantó que, a pesar de ser una novela de fantasía, no solucionase el vuelo de esta raza como por arte de magia, sino que les obligue a fortalecer las alas, a tener en cuenta los obstáculos y, sobre todo, que los haga tan fácilmente derribables.

A lo largo de las páginas, mientras leíamos los combates contra escorpiones gigantes y wyvernos escupe-veneno, nos sentíamos completamente inmersos en la acción como si estuviésemos dentro de un videojuego.

Quizás el único inconveniente es que la obra se nos hace muy corta. Quizás es que queríamos acompañar a Sibilla durante muchas más páginas, movidos por el viento.

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