Entre bambalinas negras, Rosa brilla y deslumbra.
Ediciones La Cúpula vuelve a enamorar a su público con una maravillosa novela gráfica amplia a todo color que transmite esa candorosa sensación de apoyo y aceptación a la comunidad LGTBQ+. Y es que Rosa es todo arte en sus viñetas plásticas y preciosas que conjuntan la estética del art decó con algunos elementos barrocos.
Rosa se une a una de esas novelas gráficas simplemente maravillosas que tratan temas como el concepto de gender fluid, los estigmas de la sociedad hacia las mujeres liberadas, el peso del género o incluso la idea de las bondades de la crianza colectiva en entornos femeninos.
Y es que Rosa es todo candidez y maravillas, todo arte y dulzura. Su nombre nos abre las puertas a una novela gráfica simplemente preciosa que permanecerá en tu retina durante mucho tiempo y que eleva el diseño de personajes a otro nivel.
¿Preparados para entrar en el jardín de este rojo y atractivo cabaret?
Rosa se ha criado en un cabaret. Frente a las dudas y el escepticismo del resto de la sociedad, el joven ha crecido feliz y cuidado por un grupo de mujeres con nombres de flores que no le han puesto ningún tipo de restricciones a la exploración de su “yo” y de su individualismo.
Rosa ha crecido usando indistintamente un pronombre femenino y uno masculino, bailando, maquillándose y centrándose únicamente en ser feliz. Cuando le dan la oportunidad de estrenarse en el cabaret bailando, no la desaprovecha, y su éxito atrae la atención de un gran número de fans fieles.
Sin embargo, uno de ellos destaca frente al resto. Cuando el joven Amador decide hacerle la corte a Rosa, este no se esperaba que su mundo acabaría completamente revolucionado. Desde ese momento, Rosa tendrá que luchar entre mantenerse fiel a su verdadero yo o encajar en una sociedad que no comprende la vida excepcional de las flores del cabaret.
Abrir Rosa es sumergirse en un rato de paz y abandono de las obligaciones increíblemente placentero. La novela gráfica nos introduce en una suerte de utopía donde el protagonista crece en un entorno comprensivo y tolerante que le permite crecer siendo quién realmente es.
Gaëlle Geniller crea una apasionante historia alrededor de la figura invertida de la Garçonne: un joven tan andrógino que cambia de género a los ojos de todo el mundo simplemente con un cambio de vestimenta.
La obra no entra en grandes discursos filosóficos sobre el “yo” o lo que supone el género en esta ficticia sociedad de los años 20 en París, pero deja claros conceptos tan poderosos como la necesidad de ser sincero con uno mismo y experimentar sin miedo si uno quiere ser realmente feliz. Al mismo tiempo, seremos testigo de uno de los momentos más trascendentales en la cultura queer o trans como es la primera vez que Rosa sale a la calle vestida de mujer para una cita.
Esta aproximación al mundo femenino externo al jardín donde con tanto mimo lo han cuidado y sobreprotegido será sobrecogedor para Rosa en varios niveles: no solo verá el atractivo y la amplitud estética que ofrece el mundo de la moda femenina, sino también su lado más oscuro cuando empieza a ser víctima del acoso callejero de otros hombres.
—Es obvio que, para los hombres, las cosas son distintas que para las mujeres. Por el amor de dios, Rosa, ¿por qué renunciar a sus privilegios vistiéndose así?
—¿Cree que renunciamos por ponernos vestidos? Si bastase con ponerse pantalones para ser tratadas con respeto, le aseguro que todas las mujeres quemarían sus faldas, señor mío.
El tema del gender fluid se trata con una elegancia y naturalidad simplemente envidiables, que contribuyen a normalizar el tema. Rosa responderá indistintamente a los dos pronombres en función del momento y del estado anímico en el que se encuentre. De la misma manera, los personajes que entran en su vida se aproximarán de manera muy respetuosa al género con el se dirigen a ella: Amador, su principal admirador, le pregunta qué pronombre utilizar al dirigirse a ella; y el periodista Martin Faveau la designa como “bailarina” entre comillas para dejar claro la dualidad de su género.
Por otro lado, podemos ver cómo la presencia como figura pública de Rosa se asocia rápidamente con los movimientos de lucha feministas, que pugnaban por la liberación de la mujer en un contexto en el que una joven no puede ponerse pantalones sin ser ridiculizada por el mundo. Gaëlle Geniller nos muestra cómo la sociedad se divide entre aquellos para los que los estereotipos de género lo son todo y definen a un individuo; y para los que es más importante ser fieles a la verdad de cada uno.
Gaelle Geniller eleva su cómic al arte empleando la colorimetría y la composición de los diferentes planos como un elemento con su propio significado. Las escenas en el interior del cabaret están teñidas de un color rojo y magenta muy femeninos e íntimos que nos permite traslucir el carácter de desnudez y diversión que se lleva a cabo al otro lado de las puertas del jardín. Además, cada personaje cuenta con su propio color, el cual a menudo va asociado al nombre de la flor con el que decoran su individualidad.
Las escenas tristes y deprimidas en las que Rosa ha perdido su contacto con la alegría, se tiñen de un azul triste y grisáceo; mientras que los momentos en el campo cuando recupera la esperanza son verdes y embriagadores. Es especialmente interesante cómo el encuentro con un periodista, siempre dado a explotar la forma de vida de Rosa y de su familia en pos de la audiencia, cuenta con un tono podrido y mortecino; y simplemente genial será también la forma con la que la autora emplea el humo del cigarro para silenciar las palabras de la bailarina y transmitir el ahogo que genera toda la situación.
Este encuentro será el detonante de una enorme crisis de identidad por parte del joven, el cual pronto se dará cuenta de que su forma de vida y el del resto de las flores implica ciertos sacrificios que uno debe hacer. Así, iremos conociendo la vida de valientes mujeres que huyeron de una vida acomodada que las hacía infelices para acudir a un cabaret donde por fin ser libres. En cada una de sus historias encontraremos un pequeño brote de inspiración para nuestro día a día.
Todo ello se apoya de un sobresaliente uso del color, que acerca la novela gráfica más al género de la animación 2D que al de cómic, complementado con una espectacular dirección de producción. Cada escenario, cada vestimenta y cada peinado y maquillaje de absolutamente todos los personajes del cómic están detallados a la perfección, haciendo que sea una delicia pararte en cualquiera de las viñetas y planos para analizar los colores.
El cómic está sumergido en una luz preciosa y etérea que inunda los planos y que se carga de significado para el ojo experto.
Por mucho que me he esforzado en buscarla, no existe ni una editorial que trate temas tan contemporáneos y sensibles como el día a día de personas del colectivo LGTBQ+ con la delicadeza y la pasión artística con que lo hace Ediciones La Cúpula. Y es que Rosa es una auténtica revelación. Su portada no hace justicia a las espectaculares ilustraciones que encontrarás en su interior, impresas sobre un papel grueso y de altísima calidad que hace que la experiencia de lectura sea absolutamente magnífica.
La historia de Rosa te llega al corazón e inspira a vivir el resto de tus días como ella: manteniéndote fiel a tu única verdad, ignorando a la gente que no te entiende y dejando que fluyan las ideas. Al fin y al cabo, si algo nos queda claro al leer esta obra es que a veces hay que alejarse de aquellos que se supone que te aceptan como eres para encontrarse a uno mismo.
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