Iván Ledesma, afamado escritor y guionista de televisión, pone de manifiesto todo su talento en la escritura de Negorith: una obra tan atractiva e intrigante por dentro como por fuera. Y es que Negorith recoge en su interior todo un almanaque de dioses y monstruos primigenios de gran calibre para enfrentarlos en una apasionante obra que no he podido dejar de leer ni por un condenado segundo. Enterrado en una inocente tapa blanda que esconde una edición tan cuidada y detallada que dan ganas de enmarcarla, Negorith plantea una historia cargada de cliff-hangers y escrita con un ritmo frenético que trasciende el género de fantasía oscura escrita en España a un carácter casi cinematográfico.
Hoy, te hablo de demonios primigenios, arcángeles silenciados, jóvenes suicidas y un hombre aferrado a unas botellas de cristal como si estas contuvieran la respuesta a todos sus problemas.
Sobre Negorith: historia de una joven condenada a ver puertas.
Gris no sabe muy bien qué hacer con su vida: desde que su mejor amiga Érika se suicidó en el sótano de la oficina postal donde trabajan, prácticamente no ha podido levantar cabeza. Pero entonces, una noche cualquiera, todo se tuerce para ella. Gris decide tener un último y romántico gesto y despedirse de ella a través de un mensaje de Facebook. Lo que nunca se llegó a imaginar era recibir una respuesta…
Mientras tanto, al otro lado de una Barcelona oscura y llena de demonios, Abraham, un anciano aferrado a una maleta; y su compañero adolescente Half, acuden a la llamada de uno de los directores de una oficina postal. Al parecer una chica se suicidó en el sótano de sus instalaciones, y aunque no cree en fantasmas, la desaparición de una de sus empleadas le ha hecho tomar medidas drásticas…
Ninguno de los tres se lo esperaba, pero a partir de ahora la vida de Gris quedará inevitablemente entrelazada con la de aquellos peculiares personajes en una guerra tan antigua como el mundo mismo. Al fin y al cabo, el Gusano ha despertado, y hará lo imposible por hacerse con la negorith y volver a su mundo…
Mi primer acercamiento de Transbordador ha despegado mis pies de la tierra
La primera impresión que tienes de Negorith cuando la tomas entre las manos es que se trata de una novela en tapa blanda impresa sobre materiales de calidad donde el cuidado por el diseño de la portada y la elección de imprenta es más que acertada. Pero entonces abres la tapa y la magia oscura de Ediciones El Transbordador se derrama frente a ti.
A diferencia de otras editoriales independientes cuyo punto diferenciador se encuentra únicamente en su elenco de escritores, El Transbordador verdaderamente crea una pequeña obra de arte que eleva el volumen a una pequeña pieza de coleccionista. Así, al tapa blanda y satinada se abre para mostrar una anchísima solapa con una contracubierta con un glifo blanco impreso sobre fondo rojo.
En su interior destacan páginas completamente en negro con impresión de texto y tinta blancas, así como nuevas portadas interiores, un relato extra y un bestiario réplica del original que tiene Abraham en la novela donde la editorial ha hecho un esfuerzo consciente y sumamente precioso a la hora de añadir glifos e ilustraciones a cada apartado.
Sin embargo lo más llamativo de todo es el diseño del inicio de cada capítulo. Y es que Negorith ha optado por incluir no solamente un glifo que funciona como elemento decorativo ante cada uno de los comienzos de capítulos de la novela sino que también las primeras líneas de cada capítulo se han dispuesto en negrita, en un tamaño tipográfico muy superior al resto y antecedidos por una serie de símbolos que van cambiando capítulo tras capítulo.
Todo ello contribuye a que Negorith se presente ante nosotros como un delicioso aperitivo literario que no solo rodea la experiencia de lectura y encumbra la historia, sino que genera en el lector la necesidad imperiosa de proteger un volumen tan único.
Una reedición brillante, más que acertada y muy entretenida.
Negorith no es una obra nueva, pero su reedición hace que brille con la fuerza de tres soles. Su primera edición estaba escrita exclusivamente en catalán y la publicó en el 2018 Bridge Editorial bajo una portada que mostraba a una joven siendo silenciada o abducida por un demonio.
Tras esa portada que representa una Barcelona sumida en una noche eterna, Iván Ledesma esgrime, golpea y empuja contra el lector una obra coral cargada de personajes de mil caras que se nos presentan disfrazados bajo máscaras, cuerpos reencarnados y muertos abiertos. En ese sentido Iván abraza el concepto del grunge para forjar a personajes únicos sin temer las consecuencias de encarnar figuras decrépitas, deformadas o con limitaciones físicas. Así, la novela oscila y gira alrededor de tres personajes definidos: un adolescente al que le falta un brazo y que viste como un joven punk venido a menos; un anciano con problemas para el corazón y cuya cochambrosa maleta va dejando porquería allá por donde va, y una chiquilla adolescente en pleno ataque depresivo que vive inmersa en una asfixiante precariedad laboral, emocional y por qué no añadirlo, de higiene íntima.
Gris, Abraham y Half son el primer empujón que hace orbitar al resto de personajes de la obra pero no constituyen, ni mucho menos, la acción primaria del libro. Así, Iván demuestra ser un autor carismático capaz de construir más de una veintena de personajes, algunos de los cuales mueren en menos de veinte líneas, solamente para conseguir darle la sensación al lector de estar viéndolo todo desde una cúpula superior en el cielo de Barcelona. No hay buenos ni malos en Negorith y los conceptos de bondad angélica y demonios mentirosos y crueles se presentan desde un primer momento como constructos sociales mal heredados de historias clásicas.
De esta forma, Iván Ledesma se esfuerza en dotarle de significados ocultos y misteriosos a sus propios personajes, de manera que ese oscurantismo místico que destila Negorith permanezca presente en la obra. Half, el joven con solo un brazo, lleva un nombre que evidentemente evoca la “mitad” que ha perdido; mientras que Gris, como negorith que es, muestra la dualidad que hay en el poder de alguien capaz de abrir y cerrar puertas en diferentes mundos (su poder no es ni bueno ni malo de per se, sino que depende de para qué se le dé uso)
Puede ser por tanto también que Abraham, el protagonista cuyo pasado esconde ciertos dilemas éticos, reciba su nombre del patriarca judío y católico cuyo mito va legado a la idea del “padre de los hombres”. Es por lo tanto posible que este ser etéreo aferrado a sus botellas como un genio de lámpara invertido haya recibido cierta inspiración de los mitos bíblicos. Referencias a la Biblia también las encontraremos, aunque el autor se haya tomado algunas licencias para encajar las piezas de la obra: así, el arcángel San Gabriel es en Negorith un ángel manipulador, inseguro y soberbio expulsado del Reino de los Cielos por otros de los suyos; y Serafín, su gran amor, pasa de ser una jerarquía espiritual a un personaje por sí mismo en la obra.
Los demonios principales de la obra, Malvin y Tertium son más enrevesados. Malvin se pasea por todo el libro bajo la apariencia de Milburn Pennybags, el hombre-mascota del Monopoly, aunque su verdadero aspecto sea el de un gusano gigante devorador al más puro estilo de Dune o de la serie de dibujos animados Bitelchus. Al mismo tiempo, Tertium, el ser capaz de levantar a los muertos, parece un guiño al principio aristotélico de Tertium non datur precisamente por su fijación a permanecer neutral en las guerras entre humanos, demonios y ángeles.
Un ritmo trepidante en una novela muy accesible que te será difícil soltar
Negorith se compone de capítulos muy muy cortos, una narrativa sencilla y directa y un ritmo ágil y trepidante. Todas estas cualidades de la obra la convierten en la novela de fantasía perfecta para que cualquiera se introduzca en el género. Y es que Iván Ledesma aprovecha sus conocimientos como guionista para empezar y acabar todos los capítulos con un poderoso cliffhanger, haciéndole increíblemente difícil al lector soltar la novela.
De esta manera, Negorith va sentando punto por punto las bases de un enorme enfrentamiento entre El Gusano, también conocido como Malvin, y el resto de demonios / ángeles y humanos. Donde Iván hace brillar de una forma absolutamente deliciosa a ciertos personajes (como el ángel Gabriel, el cual presenta una curva de evolución de personaje simplemente genial), otros como Gris o Half los mantiene en un espectro de arquetipos de protagonistas de series de fantasía oscura de Netflix que intentan hacer siempre lo correcto. Conforme la obra va avanzando y sienta las bases de la épica batalla que está por venir, Iván se centrará más en los jugosos personajes secundarios, a los que parece tenerle más fijación, que en Gris, Abraham o Half.
Y a pesar de ello el autor consigue sorprender continuamente con sus giros de guion. En un mundo superpuesto sobre otros planos demoníacos y mágicos donde los demonios son capaces de cambiar tu percepción por la realidad y en el que los últimos vestigios y documentación posible de la vieja guerra contra Malvin son las notas de un viejo rutilante que va arrastrándose con una maleta cochambrosa, nada es seguro. Y precisamente Negorith se aprovecha de este caos y esta ausencia de información para deconstruir la realidad que se había imaginado el lector a lo largo de más de cien páginas e ir dando quiebros, giros y alguna que otra sorpresa que, honestamente, creo que funcionan increíblemente bien.
Todo esto va encumbrado y rodeado por un increíble dominio de la construcción de algunos personajes que se hacen fascinantes ante los ojos del lector. Mientras veía a Gabriel, hermoso y perfecto alzarse con su voz dulce sobre las cabezas de los humanos, degenerándose poco a poco debido a su estancia en la tierra de los humanos, mi obsesión por saber más del personaje me llevó a leer el relato final, así como el almanaque de los personajes y al final preguntarme por qué no puedo encontrar más sobre este fascinante ser cuasi alado.
Mi opinión sobre Negorith
No esperaba gran cosa de una obra que la gente categorizaba como “fantasía juvenil de ángeles y demonios”. Y vaya, menos mal que no ha sido así. Desde la fascinación inicial que sentí por la impecable edición, a la que no le he encontrado ni una pequeña pega; hasta el relato y el almanaque añadidos, mi pasión por la obra de Iván Ledesma se dispararon.
Y es que Negorith desprende un olor a noche asfixiante de verano, a cenicero inundado con colillas y a vasos con whisky rancio abandonados sobre una mesita cualquiera. Negorith empuja, apasiona y engancha con su ritmo frenético, sus personajes carismáticos y el gran acierto del autor de no descubrir todo el lore y la construcción de su universo a los lectores para mantener ese aura de misterio mágico. Así, la obra destila un hedor muy especial que me trasladó por momentos a Nocturna de Guillermo del Toro; mientras iba reconociendo en el ángel maldito ciertas reminiscencias al anime; así como referencias a Good Omens en el contagio de “humanidad” a los seres celestiales, descubría que no me extrañaría nada que Negorith apareciera un día anunciada en Netflix como novedad recomendada.
Sí que he de decir, de cualquier forma, que el final se me hizo ligeramente precipitado: esperaba más giros dramáticos de guion en la batalla final, más momentos de tensión y que la agilidad del autor me hiciera literalmente comerme las uñas, pero me quedé un poco a medias con la resolución de la obra.
Esto no quiere decir que no haya disfrutado Negorith: su ritmo frenético y el carisma de sus personajes me han enganchado a un autor que hasta ahora no conocía. Y está claro que, tras haber visto una edición como esta de El Transbordador, no dejaré que se me escapen más títulos jugosos anunciados por la editorial.
Ahora, eso sí, tendré que vivir mirando por encima de mi hombro por si noto el peso de un uróboros susurrándome al oído. Qué cosas tan maravillosas y tan aterradoras ha hecho Iván Ledesma con esta obra. ¿Será que tiene parte del talento de Gabriel para narrar historias?
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