Un poco sobre Las putas recetas de la yaya 2
Las putas recetas de la yaya 2 es la segunda parte de un libro de cocina que recoge entre sus páginas las recetas de cocina más emblemáticas de la gastronomía familiar española (con algunos añadidos modernos y contemporáneos) y que las muestra con tono satírico y de humor basado principalmente en insultar, eso sí con mucha gracia, al lector.
El libro de Las putas recetas de la yaya 2 forma parte de una serie de éxitos cosechados por esta ficticia abuela con mala leche y rodillo en la mano como Las putas recetas de la yaya, Los putos cócteles de yaya o el puto consultorio sentimental de la yaya. La famosa yaya no es más que una creación imaginaria de Paco Noble (un misterioso escritor) y Pepe Meján, el cual se define a sí mismo como ilustrador convencional que desprecia las técnicas modernas para hacer su arte.
Juntos recogen una larga lista de recetas que van desde las más sencillas como las castañas y los canelones hasta los pequeños caprichos con los que creció la generación que ahora mismo está entre los veintilargos y los treintaypocos como los dorayakis o los nigiris. Todo ello aderezado con su toque de humor único que hace que puedas leerte este libro en voz alta, riéndote a carcajadas y sin echar de menos, en ningún momento, preparar una receta.
Análisis de Las putas recetas de la yaya 2
Lo primero que uno percibe al tener en las manos Las putas recetas de la yaya 2 es que al parecer la yaya tiene muy mala leche. En una preciosa edición de La Galera y Bridge recoge en una tapa blanda con papel reciclado, una gran lista de recetas que no tienen fotografía. En su lugar, Las putas recetas de la yaya 2 se apoya sobre las ilustraciones de Pepe Meján con las que adereza los pies de página, incluyendo manchas de comida, posos de vasos o a la famosa abuela con cara de malas pulgas.
El diseño de las páginas imita a las páginas de un cuaderno escolar rayado. En ese intento de darle un aspecto escolar, incluyen anotaciones a pie de página como “barnizar la nevera” o “llamar a la juani”.
Las recetas se basan en el principio de la simpleza y la sencillez. No nos encontraremos aquí extraños ingredientes que no podamos comprar en nuestro supermercado de barrio, lo cual es muy de agradecer. En el panorama culinario actual, sorprende encontrarse un libro donde el principal ingrediente no sea algún tipo de verdura asiática de la cual no has oído hablar en toda tu vida.
Los pasos se exponen de forma clara, numerados, en un párrafo cómodo de leer con suficiente interlineado para no dificultar la lectura y sobre un estampado de líneas horizontales que simulan una libreta escolar. Los ingredientes están dispuestos de forma simple y llana, sin medidas como gramos o cucharaditas, dejando al cocinero la intuición de las cantidades que incluir en la olla.
A partir de este punto es cuando se pone interesante, porque además de mantener el mismo formato de dos páginas para cada receta y disponer los pasos, la introducción y los ingredientes de la misma forma, Las putas recetas de la yaya 2 se salta toda la corrección y los estereotipos de las recetas de cocina modernas y actual.
Cambia la tipografía de los textos, añade mayúsculas cuando crees que vas a ser muy torpe y vas a cargarte la receta y sobre todo, te insulta de forma soez y gratuita en todas y cada una de las páginas. Los títulos de los capítulos y los nombres de las recetas ya son insulto en sí mismo, permitiéndonos encontrar desde “Espaguetis al gilipollas”, pasando por “Receta maricona: croquetas de queso” hasta “Unas patatas cocidas, más fácil que cagar”.
Como bien dicen sus valoraciones de Amazon, el libro está cargado de insultos, palabrotas, lenguaje soez y todo tipo de despropósitos a lo largo de la obra. Dentro de su propio juego y estilo, va añadiendo aclaraciones tan suaves como:
Cuidao cortando, se trata de laminar los ajos no tus dedos. Si ves un líquido rojo bájate a la farmacia a que te curen, atontao.
Cada receta incluye además dos extras: una breve introducción a la propia receta, con insultos incluidos en los que te llaman desde manco, atontado, gordo, estúpido hasta retrasado, cuando no incluyen testimonios de la yaya y su difunto Benito.
Hazte esta pregunta: ¿tengo el mismo coeficiente intelectual de una señal de ceda al paso? Quizás respondas que si o quizás no entiendas la pregunta. O quizás las dos cosas a la vez. Sea como sea, esta receta está pensada para gente como tú.
El otro extra que incluye es una pequeña conclusión / reflexión sobre la receta o incluso propuestas con variaciones de ingredientes, por supuesto siempre dentro de la tónica de su humor particular que hacen realmente a este libro de recetas único en su especie.
Nuestra opinión sobre Las putas recetas de la Yaya 2
Ignoramos si Las putas recetas de la yaya 1 tenía tanta mala leche y tanta gracia como este segundo volumen. Pero lo cierto es que si te va ese tipo de humor y realmente no tienes una estrella michelín, Las putas recetas de la yaya 2 es un manífico punto de partida para que empieces a meterte en la cocina. ¿Te acabas de independizar? ¿Eres un estudiante universitario harto de los macarrones con tomate (no creo que sea posible)? o, lo peor de todo ¿eres un adulto hecho y derecho y te das cuenta de que realmente das vergüenza ajena en la cocina? Pues este libro es para ti.
El principal motivo de compra de Las putas recetas de la yaya 2 es simplemente por echarte las risas de leer un libro que te insulta gratuitamente o como regalo para otra persona. Después de franquear ligeramente la primera barrera, cuando empiezas a leer las recetas te das cuenta de lo sencillas que son y de lo apetitosas que parecen. Los pasos tan planos y básicos te dan la sensación de que cualquiera puede llegar a completar todas las recetas sin demasiados problemas.
Sin embargo, es cierto que a la edición de Bridge no le vendría mal un par de páginas a color en su interior, al menos en la portada de los capítulos o en algunas ilustraciones. El uso tan profuso de manchas decorativas acaban haciéndole perder ligeramente valor a la obra que al verse en blanco y negro queda más sucia que otra cosa.
Los insultos son realmente desternillantes al principio, pero luego la repeticiòn del “puto” y “puta” en todas partes acaba resultando ligeramente cargante.Las ilustraciones de Pepe Meján, aunque tiene un estilo simplemente único, podrían contribuir un poco más al tono humorístico del libro, pecando quizás en exceso de inocentes. Nos dibuja con un trazo fino y limpio y unos colores carentes de tramas o de texturas que tan bien le quedarían a una obra en tono de grises, a su compañero Paco Noble preparando las recetas, devorando la comida o incluso a la yaya sonriendo a cámara.
Nada que ensombrezca un libro de recetas tan único y completo que sin lugar a dudas sería un fantástico regalo para cualquier joven estudiante emancipado o cocinillas de tres al cuarto.
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