Vuelve Giant Days con el quinto volumen de esta serie tan divertida que acompaña a tres estudiantes universitarias en un slice of life caótico e hilarante. Acostumbrados a sus altibajos y cambios de coloristas y dibujo, por fin este quinto tomo retoma la calidad del primero mientras asistimos al final del primer año de carrera de un grupo hetereogéneo de estudiantes.
Argumento de Giant Days 5
Catterick, la residencia universitaria que unió a una joven gótica, a una onanista del doblado de servilletas y a la cínica y futura médica de Susan, está a punto de ser completamente demolida. Ahora las tres tendrán que ocupar el verano de curro temporal en curro temporal, pasando por un festival de música lleno de drogas y sexys rockeros amantes de las plumas, hasta encontrar un nuevo hogar.
Pero las cosas no son nunca tan fáciles. Entre estafas universitarias, pagos ilegales e inundaciones, Esther, Daisy y Susan tendrán que salir adelante con la extravagancia que ha hecho que cada vez más lectores se enamoren de sus aventuras.
¡El dibujo sigue IN CRESCENDO! ¡Gracias chicos!
Os lo comentaba en la reseña del cuarto volumen y lo repito insistentemente en este quinto: el dibujo de Giant Days ha vuelto a ser el que era. Y es de muchísimo agradecer. En el segundo y el tercer volumen la calidad de las viñetas había caído en picado de forma que los caretos de las protagonistas perdían toda la gracia. Ahora, en este tomo, no solo recuperamos las poses cínicas y terribles de Susan a la hora de relacionarse con los demás, sino también cientos de detalles que hacían de este slice of life algo mágico.
Detalles como el hecho de que Esther recupera su ropa extravagante solamente en momentos high de su propia vida, llegando incluso a ponerse el vestido de novia que llevó en el baile del anterior tomo simplemente por pura diversión. Es cierto que siempre echaremos en falta las enormes botas monstruo increíblemente-difíciles-de-dibujar del primer tomo, pero no podemos pedirle demasiado a la dibujante cuando la calidad de por sí va camino hasta LOS CIELOS.
Susan esconde un cigarrillo en cada viñeta mientras lidia con los sentimientos que todavía tiene por su ex y por su exagerado odio a su nueva novia española. (Por cierto, ¿podemos hacer una breve parada solamente para reírnos un poco del estereotipo de andaluza sexy que han pintado como española en el campus? Sí, podemos). Y Daisy, que va conociéndose cada vez más a sí misma, cuenta con una mata de pelo que se alisa, contrae y expande en función de los sentimientos.
Las viñetas no son especialmente rompedoras y suelen mantener un orden armónico que facilita mucho la lectura, aunque también es cierto que hay más espacios con fondos en blanco de lo normal. Y la colorimetría, que esta vez es predominantemente verde y azul, acompaña perfectamente al cómic a lo largo de toda la trama.
Si queréis saber si el color es coherente con el resto de los tomos, entonces no tenéis de qué preocuparos. La encargada (Cougar) mantiene una consistente paleta de blanco muerto para la piel de Esther y de marrón tostado para la de Susan que acompañan maravillosamente bien la caracterización de cada una.
Además, como siempre, contaremos con las portadas de los capítulos diseñadas nada más ni nada menos que por Lisa Treiman y un puñadito de páginas extra con bocetos de los personajes secundarios.
Estafa universitaria ¿por qué tanto rollo?
Si te has leído el cómic verás que Ed y Esther hacen piña al principio del tomo para conseguir algo de dinero con un trabajillo de Dean. Como esta parte no está del todo bien explicada, dejadme que os arroje un poco de luz al negocio de Dean.
Dean esencialmente ha creado un programa que escanea frases y palabras de trabajos universitarios. El trabajo de Ed y Esther, así como el de probablemente otros diez pringadillos del campus, es buscar sinónimos para esas palabras. De esta forma, teóricamente, se entrenaría un sistema de inteligencia artificial que generaría nuevos trabajos escritos basándose en el modelo de origen. Este sistema, teóricamente, si estuviese bien entrenado, podría generar artículos con un número limitado de errores.
Ahora, el campo de la generación de textos de forma automáticamente por sistemas de inteligencia artificial todavía no es capaz de sustituir la forma natural y correcta de escritura humana y aunque ahora hay muchas webs que venden este servicio con propósitos de SEO, sigue funcionando bastante mal.
Precisamente por eso al pesado de Dean lo pillan y también por eso hay un apéndice en el periódico del campus donde reza que “los profesores decían que eran imposibles de leer”.
A cualquier español que haya pasado por un campus universitario de nuestro país le extrañará el drama de Ed y Esther que los lleva incluso a consultar a un abogado. El hecho de que lo hagan los dos personajes más pobres y ratas de la saga llama la atención porque no somos conscientes de las implicaciones que eso tendría en una universidad británica o americana.
En estos campus, si te pillan con un artículo plagiado o copiado de Internet, directamente pedirán tu expulsión definitiva de esa universidad y quedará una mancha en tu expediente que imposibilite tu entrada en cualquier otra universidad del país. España es el país por excelencia de elrincondelvago, de la gente que paga a otra gente por hacerle las prácticas o incluso a arquitectos para preparar las maquetas de los trabajos de arte. Tú lo sabes, el decano lo sabe, el profesor lo sabe y a pocos les importa lo suficiente como para abrir una investigación. It is known.
Vuelven las situaciones absurdas de los primeros tomos
Una de las grandes pegas que estaba teniendo la serie era la caída de situaciones extravagantes y raras que de una forma u otra te arrancaban un par de carcajadas. El orgasmo de Daisy con los vídeos de servilletas, a Susan hablando con su paquete de tabaco al intentar dejarlo o a Esther siendo socorrida por un grupo de estudiantes góticos cuando se desmaya por la fiebre.
Poco a poco la vida de nuestras tres chicas favoritas empezó a ser… anodina. Y sin embargo, por fin, este tomo recupera todos esos momentos y resoluciones de conflicto absurdos que tanta magia generan en la propia saga. Rockeros apasionados de las plumas, Susan completamente colgada o un psicópata en una furgoneta a las puertas de un Ikea.
Todo ello contribuye a devolverle el humor a una saga satírica y cínica que trata temas de ferviente actualidad de la forma más desenfadada posible (feminismo, extraños drogando tus bebidas, salir del armario siendo mujer, etc ) haciendo que, de una forma u otra, nos sintamos parte de esa enorme locura que hace que nuestros días a su lado también sean grandes.
De hecho, esperamos que tengáis a mano un buen cubo de sabiduría popular para comprender los chistes de estos vocabularios u os encontraréis buscando en Internet a qué se refiere Esther cuando habla de trabajar introduciendo de contrabando “Betty marrón” o a qué canción hace referencia Susan en su lamentable lloriqueo por la nueva novia de McGraw.
Es cierto que los temas no evolucionan demasiado (seguimos orbitando alrededor de la relación de Susan con McGraw o con el tabaco y de la pobreza de Esther), pero lo hace con un tono desenfadado y genial que tocará los corazones de todo el que lo lea por el simple hecho de parecerse a tu miserable vida.
Opinión de Giant Days
He recuperado la ilusión eterna por este cómic. He vuelto a rondar con él y a enseñarle mis partes favoritas a la gente: como cuando Susan está drogada y quiere volverse una con el pantano, o el momento del psicópata en la furgoneta delante de Ikea. Este tomo POR FIN recupera al completo la esencia de Giant Days y revuelve mi felicidad por el simple hecho de retornar a los chistes extraños y las situaciones raras fuera de lugar.
Y haciendo esta misma reseña, en un tomo en el que por fin Esther no es la protagonista indiscutible, me he dado cuenta de que si faltara una de las tres, Giant Days no podría recuperarse. Que su dinámica está magníficamente bien equilibrada en el triángulo de la locura y que, tras cinco volúmenes, he empezado a identificar a gente como McGraw como indispensables en mi estantería.
A Ed no, a Ed se lo puede llevar por delante una furgoneta.
De Ikea, a ser posible.
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