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El fantasma de Canterville y otras historias es la mejor forma de introducirse en el mundo de Wilde

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Escritora consumada, concept artist en ciernes y adicta al trabajo. Do...


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Imágen destacada - El fantasma de Canterville y otras historias es la mejor forma de introducirse en el mundo de Wilde

El fantasma de Canterville y otros relatos recoge los cuentos publicados por Wilde en 1888, así como otros relatos más conocidos (El fantasma de Canterville en sí mismo), otros menos extendidos entre el público (La esfinge sin secreto) y algunas de sus obras más intelectuales (El retrato de Mister W.H.). Por último, en las últimas páginas, recoge la Balada de la cárcel de Reading que el mismo Wilde le dedicó a su amante, Lord Alfred Douglas, después de ser condenado a 2 años de cárcel y trabajos forzados por sodomía. Esto es, por ser homosexual.

Sobre la preciosa y maravillosa edición de Alma Clásicos Ilustrados

Los cuentos y los relatos de Óscar Wilde son maravillosos de por sí, pero resaltan todavía más en la increíble edición de Alma Clásicos Ilustrados. Los chicos de Alma siempre se han caracterizado por una edición impecable, pero es la primera vez que uno de sus clásicos ilustrados caía en mis manos y he de confesar que tanto su cubierta con partes satinadas para realizar un contraste ddorado como el diseño de las portadas de cada uno de sus capítulos son simplemente magníficas.

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Cuenta con un marcapáginas cosido al lomo en tonos dorados que combinan con el título de la portada. Además, la edición ha sido revisada y actualizada y el papel con el que se ha impreso proviene de bosques gestionados de forma sostenibles.

Por si esto no bastase, El fantasma de Canterville y otros relatos cuenta con las más bellas y exquisitas ilustraciones de la obra. El autor, Fernando Falcone, da vida a varios de los relatos principales y a la Balada de la cárcel de Reading con un estilo cargado de claroscuros similar al carboncillo donde lo etéreo se funde en sombras, los blancos brillan con magia sobrenatural y las escenas, de corte realista, consiguen imprimirle un carácter plástico y cercano a cada pequeña historia.

La edición no cuenta con todas las obras de Wilde (algo que sería prácticamente imposible de abarcar en un tomo), sino que nos muestra una selección de lo mejor de sus cuentos y relatos. Su índice incluye:

  • El príncipe feliz
  • El ruiseñor y la rosa
  • El gigante egoísta
  • El amigo fiel
  • El famoso cohete
  • El crimen de Lord Arthur Savile
  • El fantasma de Canterville
  • La esfinge sin secreto
  • El modelo millonario
  • El retrato de Mister W. H.
  • El joven rey
  • El cumpleaños de la Infanta
  • El pescador y su alma
  • El niño estrella
  • Balada de la cárcel de Reading

Los cuentos de Óscar Wilde.

Óscar Wilde escribió El gigante egoísta y los otros cuentos que le dieron fama como lectura obligatoria en las escuelas contemporáneas en los años previos a 1888, justo después de que nacieran sus dos hijos Cyril y Vyvyan. Óscar era homosexual, pero también era un hombre que amaba profundamente a su mujer y a sus hijos y que, como cualquier otro de sus pares, realizaba su día a día y encontraba su entretenimiento precisamente entre sus pares realizando todo tipo de actividades centradas en la cultura y fuera del hogar.

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Los cuentos de Wilde se centran todos en transmitir una profunda pero sencilla moraleja que se podría resumir en un único concepto: sed generosos. Tanto El ruiseñor y la rosa, que trata sobre la capacidad de entregar la vida por otro, como El gigante egoísta o El amigo fiel tienen como tema central la felicidad que obtienes al ser generoso con tus semejantes hasta el punto de morir a cambio de dar la vida por otros.

En El príncipe feliz, el gorrión, símbolo de la niñez y de la inocencia en cualquier obra de Wilde, decide quedarse atrás y ayudar a la estatua a hacer felices a las personas que le rodean pagando con ello por su vida.  El ruiseñor y la rosa nos narra cómo un ruiseñor (de nuevo un pájaro que simboliza la pureza y la inocencia) es capaz de morir a cambio de generar una sola rosa roja, lo cual es una metáfora sobre el amor.

En todos los cuentos, los personajes generosos de Wilde mueren. Desde El amigo fiel que sale a buscar al médico para el hijo del molinero hasta el propio gigante egoísta que pasa sus días viendo a los niños jugar en su jardín. Y al mismo tiempo en todos estos cuentos las personas a las que han ayudado los protagonistas nunca son conscientes de quién les ha ayudado, pagando por ello con su vida o de haber recibido la generosidad de nadie. Las personas a las que el gorrión ayudó, creyeron que esas joyas y ese dinero les habían llegado por otros medios e incluso la rata que escuchó el cuento de El amigo fiel se marcha indignada sin aprender nada de la moraleja de la historia.

Esto no solo nos deja traslucir el verdadero carácter generoso del propio autor (que también puede verse en obras como El modelo millonario, en el que Lord Erskine le da lo poco que le queda en los bolsillos a un mendigo que posa para un amigo) sino también su soledad al saberse incomprendido por una sociedad más centrada en encontrar la maldad y cargarse de razones para obrar mal (como el propio carretero) que en buscar la parte positiva de las personas que le rodean.

Sobre las historias y los relatos

Algunos de los relatos del propio libro nos recuerdan a ese Wilde juguetón, ligeramente irracional y bastante ridículo en sus formas de plantearse la vida como se mostraba en algunas de sus obras de teatro más famosas (La importancia de llamarse Ernesto). Por poner un ejemplo, la obra de El crimen de Lord Arthur Savile trata precisamente de un hombre común que, creyendo a pies juntillas el vaticinio de un quiromante que conoce en una fiesta sobre que se volverá un asesino, investiga la forma de matar a alguien poco relevante antes de casarse para librarse de esa pesada carga en su futuro matrimonio.

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Otras de de sus obras son mucho más concienzudas e intelectuales. El retrato de Míster W.H. es una de ellas, en la que el propio Wilde realiza un pormenorizado análisis de los Sonetos que Shakespeare le dedicó a su amor. La pregunta de a quién se los dedicó realmente el famoso dramaturgo todavía no cuenta con una explicación. Para Wilde y para sus propios personajes, entre los que se encuentra Lord Erskine que sale previamente en El modelo millonario, la solución a todo este embrollo se soluciona con Willie Hughes, un actor del que Shakespeare estaba enamorado. La homosexualidad de Shakespeare (o presunta bisexualidad) tampoco está completamente demostrada, pero para Wilde y sus personajes (y para muchos otros analistas y estudiosos de su vida y obra), estaba claro que le dedicaba los sonetos a un varón, haciendo pues una reminiscencia a las verdaderas preferencias del propio autor irlandés. A propósito, la teoría de Will Hughes está basada en una real de Thomas Tyrwhitt de la cual el amante de Wilde era un fervoroso creyente.  

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El retrato de Míster W.H. es, también, uno de los más confusos y enrevesados. El personaje que empieza este embrollo, Cyril, que tiene el mismo nombre que uno de los hijos de Wilde, crea una falsificación de un retrato que hace pasar por una obra fidedigna para convencer a su amigo Lord Erskine de la veracidad de su teoría y, al ser descubierto, decide poner fin a su vida para mostrar cuán convencido estaba de esta. El narrador, al que no conocemos y que bien podría ser el mismo Óscar, convence a Lord Erskine de la veracidad de la misma antes de arrepentirse y este, tras marcharse airado a buscar pruebas de la existencia de Hughes, escribe al narrador para anunciarle que ha decidido suicidarse para darle veracidad a la teoría. Cuando el narrador llega a la ciudad donde está Erskine, descubre que este ha muerto en realidad de una larga tuberculosis y que sabía exactamente cuándo iba a morir. La obra se completa con una broma interna en la que Wilde se burla del hecho de que sus amigos se pelean por ver quién es el autor del cuadro falsificado de Will Hughes y este, les deja creer que es de un autor famoso. La obra completa es una alegoría de cómo las ideas y las creencias son capaces de embellecer y darle valor a cualquier tipo de teoría o momento imaginativo, demostrando por tanto su carácter que priorizaba ante todo las artes.

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Los textos de Wilde están plagados de referencias a su vida pero también al día a día de los ricos con los que se relacionaba y que llenan los salones y las casas con una opulencia y presuntuosidad descarada, intercalando el francés entre sus frases como símbolo de su cultura y su bonne faire. Al mismo tiempo encontraremos también numerosas referencias religiosas que pueden despistar a aquellos que puedan percibir a Wilde como un ser profundamente ateo cuando esto no era así. Para empezar, Wilde era anglicano y estuvo aproximándose al catolicismo durante mucho tiempo. En 1877 viajó a Roma y conoció al Papa Pío IX, acontecimiento que le marcó. En 1878 se hizo amigo de un sacerdote y, años después de su encierro en la cárcel, intentó realizar un retiro espiritual de seis meses en el que fue rechazado.

Política y Wilde en El fantasma de Canterville y otros relatos

Wilde fue un hombre de fuertes convicciones políticas que lo situaban a la izquierda de la mayor parte de sus pares. Aunque bromea continuamente con la idea de los anarquistas, incluso citándolos como si fueran inoportunos invitados o bromeando sobre sus intentos de hacer explotar objetos cotidianos (como en El crimen de Lord Arthur Savile), no podemos olvidar que fue una figura importante dentro de su sociedad (primero como ídolo literario y luego como homosexual al que tildaron de monstruo). Sus obras de corte político como The Soul of Man Under Socialism o la Balada de la Cárcel de Reading que se incluye en esta antología muestran de una forma más directa cómo el mismo autor se autodeclaraba “socialista”: un término que no debe confundirse con el socialismo actual y en que simplemente sitúa a Wilde en un punto libertador. Sin embargo, si analizamos con cuidado sus obras, se ve que el reparto de la riqueza entre los menos favorecidos siempre ha sido un tema de sus cuentos (El gigante egoísta, El príncipe feliz o incluso El modelo millonario) y de muchas de sus obras.

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Los personajes ricos de sus obras suelen ser crueles y superficiales, como el propio molinero de Un amigo fiel o el pintor Trevor de El modelo millonario que hace graves declaraciones como:

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“Por nada del mundo lo pintaría con frac. Lo que tú llamas harapos, yo lo llamo romanticismo”.

A pesar de ello, Wilde no es binario: no separa a sus personajes y amigos por convicciones políticas entre socialistas = bien y conservador = mal. Muchos conservadores aparecen como buenas personas pero irresponsables a la hora de escoger sus ideales políticos, como si no razonaran ni meditaran demasiado sus ideas. Por ejemplo, los invitados de la marquesa en El crimen de Lord Arthur Savile o del propio Murchison de La esfinge sin secreto. Pero sí que realiza un gran llamamiento sobre la necesidad de proteger a las clases trabajadoras y los menos favorecidos hasta el punto de crear varias historias que son brutales críticas a la clase gobernante.

En El cumpleaños de la Infanta Wilde se esfuerza en describir pormenorizadamente cada uno de los salones y lujos que hay en el palacio y las preciosas vestiduras de la infanta, la cual se burla con el resto de niños poderosos y aristocráticos del pobre enano que se enamora de la princesa. El final es especialmente despiadado, con el enano fallecido en el suelo con el corazón roto y el inquisidor golpeando su cadáver  porque “la infanta desea que baile”. En esta historia la feroz crítica va no solo contra la casa real española, símbolo de opulencia en la época, sino también contra el órgano inquisidor de la Iglesia Católica.

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El Joven Rey es sin duda su manifestación más clara de sus ideas liberalistas y de su socialismo, atacando inmediatamente al egoísmo de los ricos y los pudientes en oposición a la generosidad de la iglesia de Dios.

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Así ocurre con todos - contestó el tejedor -: con los jóvenes y con los viejos, con las mujeres y con los hombres, con los niños pequeños y con aquéllos a quienes ha arrugado la edad. Los mercaderes nos oprimen y tenemos que obedecer sus mandatos. El sacerdote pasa junto a nosotros repasando las cuentas del rosario, pero nadie se preocupa en absoluto por nosotros. Por nuestras calles, sin sol se arrastra la pobreza con sus ojos de hambre, y el pecado con su rostro maligno la sigue de cerca.

Al mismo tiempo Wilde se muestra como un gran defensor de los pueblos nómadas, especialmente de los gitanos a los que cita en varias de sus obras como un pueblo perseguido de forma injusta por las personas (u objetos personificaciones) crueles que se creen superiores al resto.

Nadie nos ha visto saltar y correr por los caminos o galopar salvajemente sobre la hierba tras las libélulas. Cuando queremos cambiar de ambiente. llamamos al jardinero y él nos lleva a otro lugar. Eso es digno, y así debe ser. Pero los pájaros y las lagartijas no tienen sentido del reposo, y lo cierto es que los pájaros no tienen un hogar fijo. Son simples emigrantes, como los gitanos, como a tales habría que tratarlos.

El inquietante caso de El fantasma de Canterville

El fantasma de Canterville es una de las obras más conocidas del autor y es, por tanto, la que le da el título a esta antología. Probablemente su popularidad se deba al toque cómico y humorístico con el que trata el tema de la casa encantada frente al pragmatismo americano, liberado de los yugos de dar buena imagen que tienen los ingleses. Al igual que en un sketch de comedia, la familia Otis se asienta en una mansión en la que habita un fantasma vengativo y cruel desde hace 300 años. Frente a todos sus dramáticos intentos de espantar a la familia o de causarle desdichas, la pobre alma en pena verá que los americanos, lejos de amedrentarse, encuentran una solución capitalista a todos sus intentos.

Una de las cosas que más llaman la atención de El fantasma de Canterville es la corporeidad del propio muerto. Este no solo comenta que tiene que aplicarse maquillaje para poder realizar sus aterradoras apariciones. Esto se debe, ni más ni menos que al intento de Wilde de mostrar al alma en pena como a un hombre castigado por el destino, pero también como una respuesta del propio muerto a la forma con la que la familia Otis lo trata como si fuera un vivo más.

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“Mi distinguido señor permítame que le ruegue vivamente que engrase esas cadenas. Le he traído para ello el engrasador Tammany Sol Naciente. Dicen que es eficacísimo, y que basta una sola aplicación… Voy a dejársela aquí, al lado de las velas, y tendré un verdadero placer en proporcionarle más, si así lo desea”.

La obra, que se podría dividir perfectamente en dos partes, nos muestra en un primer momento la cómica situación de los Otis y sus horribles críos por integrarse con su materialismo americano en la intrincada sociedad británica; para cambiar en la segunda a una obra oscura, dramática y profundamente lírica. De hecho, no es ninguna sorpresa que el fantasma hable de la muerte como un dulce sueño, tal y como hacía uno de los autores favoritos de Wilde: Shakespeare.

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En ella, Virginia conoce al fantasma y lo acusa de haber sido un pésimo inquilino y compañero justo a tiempo para descubrir que este está condenado por el crimen de asesinar a su esposa. Virginia decidirá entonces ayudarle ya que solo el amor puede hacerlo.

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Allá lejos, tras los pinos - contestó él con voz baja y soñadora -, hay un pequeño jardín. Allí crece la hierba alta y tupida y nacen las grandes estrellas blancas de la flor de cicuta, y el ruiseñor canta toda la larga noche. Canta toda la larga noche y la luna fría y cristalina se mece en el aire, mientras el tejo extiende sus gigantescos brazos sobre los durmientes.

Aquí es donde salta la liebre, porque a pesar de la dulzura y la inocencia de Virginia, sigue siendo americana y como tal, es igual de materialista que sus padres. Cuando el fantasma le habla de sus penurias, ella le propone mudarse a américa para vender su historia.

Finalmente, Virginia se marcha con el fantasma (a pesar de los consejos de los cuadros y las voces que la rodean) y está desaparecida durante un día hasta aparecer con un profundo secreto. Un secreto que no le contará ni siquiera a su amor el duque una vez casados y que, sin ánimo de meter el dedo en la llaga de la imaginación de nadie, involucra al amor de un hombre muerto pero corpóreo y condenado y a la de una joven adolescente cargada de amor…

La balada de la cárcel de Reading

Por último, el libro incluye la obra que escribió Wilde tras ser condenado a prisión por sodomía. En ella se retrata, con un estilo mucho más limpio y libre de sutilezas y elementos ornamentales a los que era tan afín el autor, el valor de la vida de un reo en la prisión a través de la historia del ahorcamiento de un preso. La muerte de Charles T. Wooldrigde que relata Wilde en este doloroso poema, fue un hecho real y se trata de un hombre al que ahorcaron por haber asesinado a su amante.

El poema no se centra en las penurias que pasan ni en los crímenes que llevaron a cada uno a la prisión, sino en las reacciones de él mismo y de sus compañeros ante este ahorcamiento. De esta forma, Wilde afirma que, por muy terrible que fuera el delito cometido por el reo, su posterior encarcelamiento y ahorcamiento y, sobre todo, el tratamiento que se hace a su cadáver, no es menos brutal que el primer crimen cometido.

El poema es una fuerte crítica al sistema penitenciario británico sin emplear por ello la violencia o las recriminaciones. Al contrario, Wilde emplea la contraposición de imágenes como la luz de la luna y las ventanas enrejadas o el cielo con el de los trabajos forzados para mostrarte cómo en la Cárcel de Reading no hay lugar para la belleza, ya que eso podría llenar de esperanza el corazón de los hombres.

Una última obra que acompaña el trágico final de este autor que siempre recordaremos y que merece la pena acompañar, sin lugar a dudas, de ediciones tan preciosas y a la altura de lo esperado como la de Alma Clásicos Ilustrados.

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