¿En qué se sustenta el Estado del Bienestar? ¿Cuál es el coste de la vida que con tantos fármacos, rutinas, dietas, manías y autodiagnósticos sacados de una app hecha para monetizar el baile de los menores nos esforzamos en masterizar? Sentada en una silla cuyos componentes jamás desaparecerán del planeta, frente a una stand-up desk (porque mi vida necesitaba ese push de salud a la hora de enfrentarme a las horas muertas que restan espacio útil de mi vida y generan un cargo de conciencia porque mientras duermo, no voy al gym, y cuando voy al gym no estoy leyendo), reflexiono sobre el mensaje desmoralizante, agresivo, violento y simplista en ciertas ocasiones que tiene Destral, el protagonista de Cenital.
En esta pequeña obra, recién reeditada por Valdemar, ganadora del premio Celsius de la Semana Negra a la mejor novela de ciencia ficción, fantasía y terror y con capítulos añadidos que en su momento el autor desechó, nos encontraremos con un mensaje que va más allá del ecologismo, el veganismo o la sostenibilidad a la hora de escoger el champú y suavizante menos agresivo con el planeta. A través de unos capítulos cortos, Emilio Bueso se arma con lo primero que encuentra a su alrededor (que en mi cabeza es un trozo de andamio bien afilado y oxidado. Punk en su propio estilo. Grunge cuanto poco), y nos presenta una visión fatalista de hacia dónde nos llevará el capitalismo sin vuelta de tuerca.
Esto es Cenital: la vista aérea de un planeta que debería haberse quedado en silencio tras el gran apagón pero que resuena a base de gritos, ruido y la amenaza de la toxoplasmosis mejor camuflada tras los ojos de gatitos abandonados.
Argumento de Cenital
Llevaban años previniendo que la falta de petróleo supondría el fin del mundo, pero no quisieron escucharlo. Ahora, años después de la catástrofe, después de que nadie saliera a rescatar a unos bancos derrochadores y la mayor parte de la humanidad haya muerto de hambre, Destral, el líder de Cenital, contempla su comunidad con una sonrisa en los labios.
Ha conseguido crear una eco-aldea sostenible donde todos tienen garantizado un futuro basado en el duro trabajo del sudor de su frente. Sin embargo su pacífica paz se rompe un día cuando un par de chicos que parecen salidos del pasado, aparecen en las puertas con un maletero cargado de reliquias del pasado: medicinas, comida en lata y lo que más desean en este comunidad, preservativos.
Estructura diegética y la cuarta pared en Cenital
Un becario en un laboratorio de élite con la capacidad de apuntar una cámara a cualquier parte del mundo. Así se abre Cenital a los ojos del lector. La novela comienza con la clásica premisa de una obrita de ciencia ficción para luego dar un inmenso bandazo al volante narrativo de la historia. Es la primera vez que lo hace, pero no la última, ya que el resto de la obra se conduce de la misma forma: por impulsos. Impulsos y rabia condensada en una estructura que revienta y sobrepasa los bordes de la caja que ha puesto límites a la verborrea de Emilio Bueso. Porque está claro que Cenital es eso: un enorme descampado post-apocalíptico sobre el que el autor ha decidido darle rienda suelta, meter la quinta, pisar a fondo el acelerador y permitir que vayan surgiendo las ideas como éstas deseen pasar.
La obra comienza con una introducción más simbólica de lo que aparenta porque siembra la primera duda, la primera sospecha en la mente del lector. A partir de ese momento, Cenital mantiene una estructura de A + B + A y vuelta a empezar en la que se intercalan momentos de la vida de una comuna autosuficiente tras el apocalipsis con los posts que Destral iba colgando en el blog antes de la catástrofe: verdaderos tratados de economía y sociología, amparados por frases de Thomas Friedman (autor y columnista del New York Times, ganador del Pulitzer y famoso por sus obras sobre economía como Thank you for being late), John Stewart (economista famoso por sus tratados sobre economía y Estado; y autor de Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero ) o incluso Matt Savinar (autor de Life after the oil crash).
Tal vez los apartamentos frente a la playa con los que hemos amurallado las costas de nuestro país sean algún día vistos con los mismos ojos tristes con los hoy se observan los moai. Ellos también miran al mar, desde lo alto.
De esta manera Destral se convierte desde el primer capítulo en el que observa desde arriba la perspectiva de un mundo que se apaga, en una suerte de dios que todo lo ve y todo lo sabe. Su figura, más similar a la de un chamán loco, se vuelve el punto de partida y final alrededor del cual gira el argumento y la vida del resto de personajes. Sus ideas sobre el fin del mundo debido al capitalismo y la dependencia del petróleo, expuestas de una manera violenta y siempre muy bien razonada, plagadas de detalles y de explicaciones basadas en hechos reales, están planteadas de tal forma que te hablen a ti. Sí, a ti, el que está leyendo ahora mismo este artículo del blog.
Te habla a ti igual que se salta la cuarta pared continuamente, te interpela directamente, te presenta a los personajes que viven dentro de Cenital y después te hace plantearte varias cosas sobre tu vida: si eres feliz siendo un objeto de consumo; si merece la pena ese trabajo tan estresante; si realmente te sentirás algún día realizado ordenando ideas y ficheros abstractos en un mundo que ya no produce, solo consume sin punto final.
El problema-solución que plantea Cenital: la forma perfecta de vender un discurso.
El libro sigue un discurso propagandístico desde el comienzo hasta el final. Así, poco a poco en la desestructuración narrativa de la obra, iremos comprendiendo que el libro realmente trata de las vidas de los residentes de Cenital y de cómo acabaron en la eco-aldea protegidos por el sistema de creencias colectiva de Destral antes o después de la gran crisis que acabó con la vida de todos a su alrededor. Así, veremos que Cenital en el fondo basa su poder de persuación en una de las estrategias de marketing más básicas postulada en 1977 en el libro "The Problem Solver: A Business Philosophy" (El solucionador de problemas: Una filosofía de negocios) por A. E. Hotchner: el problema-solución. Como en cualquier producto a la venta, Cenital pone frente a los ojos de los lectores un problema: la crisis del petróleo y el fin del capitalismo.
El precio de un kilo de buen arroz blanco envasado al vacío va a la par que el de un litro de gasolina súper. Ha sido así desde los años ochenta, más o menos. Y, qué curioso, lo mismo suele pasar con un paquete de quinientos gramos de soja verde. Es porque comemos petróleo.
Para hacer que te lo creas, mientras intercala capítulos sobre la vida en el interior de la eco-aldea y recuerda momentos pasados en los que tuvieron que defender sus muros de ejércitos organizados y de bandidos, Destral te va aportando a través de flashbacks de sus artículos del blog comentarios socio-políticos en los que eminencias en este campo anticipan el desastre que va a ocurrir. Después, procede a inundarnos de ejemplos sobre momentos de la historia en el que la civilización se vio obligada a involucionar o perdió toda su tecnología y/o capacidad de supervivencia.
Es siempre el mismo patrón. Toda cultura tiende a avanzar hacia adelante hasta que deja de hacerlo, para colapsar. Nuestra civilización, con toda su formidable tecnología, no es más que una elaboración frágil y delicada, una alucinación colectiva que ya no podrá perpetuarse mucho más.
Hay mucha verdad en tanta locura y diálogos escatológicos. Desde la caída de los moais al declive de la civilización cuando agotan sus recursos naturales más próximos y, sin irnos tan lejos, a las semillas transgénicas que se emplean actualmente en América. (Por que sí, existe un tipo de gen llamado "gen de terminación" o "gen de auto-regulación" que se utiliza en algunos cultivos transgénicos para hacer que las plantas mueran al cabo de cierto tiempo. Este gen está diseñado para "apagarse" después de un cierto período de tiempo, lo que hace que la planta deje de crecer y muera. Dicen que el objetivo principal de esta técnica es evitar la contaminación genética de ciertos cultivos, ya que se asegura que una vez que las plantas transgénicas han cumplido su función, no se reproduzcan, pero en realidad tiene más que ver con un tipo de control económico para conseguir que sigas comprando semillas a su productor.) Todos estos datos son más que suficientes para escandalizar a cualquiera que lea el libro.
Como en cualquier landing corporativa, una vez que el producto / discurso está explicado y ejemplificado para entenderlo mejor, llega el momento de hacer que el público empatice con otras personas que se vieron afectadas y fueron salvadas al comprar el discurso. Es por esto que Emilio Bueso va intercalando con el argumento principal (Raúl y Verónica, una pareja llega en coche a Cenital y piden quedarse) con otros capítulos autoconclusivos en los que presenta a los diferentes integrantes de la novela. La historia del declive capitalista es similar en todos ellos: aplastados por las deudas de los bancos, incapaces de cobrar lo que la administración les debe, apartados de la sociedad por carecer de la disposición a matarse trabajando, encontrarán en Cenital una segunda oportunidad.
Estos capítulos en realidad se apoyan en la genialidad del autor como relatista (recordemos que tiene un libro absolutamente imperdible llamado Ahora intenta dormir. Valdemar, 2015). No es por eso de extrañar que cuando llegas al final de la obra descubras que el argumento principal, aquel que hace avanzar la historia, no supone ni un tercio del libro y que la novela es, en realidad, un compendio de historias post-apocalípticas autoconclusivas de cómo llegaron las personas a Cenital.
Cuando fue devorado el último perro de la perrera municipal, empezaron los tiroteos y se vaciaron las latas de conserva y las ciudades, Teo se encerró en una parroquia de las barriadas en las que se fueron amontonando los cadáveres y los moribundos hasta que a él y a su párroco comenzaron a flaquearles las piernas primero y la fe poco después.
La desesperanza que se esconde detrás de la obra: quien esté libre de pecado, que tire al primera piedra
Creo que muchos habrán leído Cenital y lo habrán procesado como lo que te dice la obra que sin duda es: un paraíso de cordura y razón en una época absurda que se mueve persiguiendo la idea de unos números abstractos y ficticios que representan un dinero que no existe y al que adoramos más que a nuestro Dios.
Y, sin embargo, yo creo que no es así. Creo que esta obra es, de una forma muy Bueso, un auténtico fuck you a cualquier forma de organización humana. Destral, un líder idealista y visionario con la idea de salvar a todos los que se pueda en una eco-aldea, ha creado Cenital: un lugar que, como nos define el autor al final de la obra, es el cénit de la civilización.
Pero en realidad ¿qué diferencia a la gente de Cenital del resto de bandidos y carroñeros que se desplazan por los caminos abandonados? ¿Cómo sobrevive su comunidad sin caer en la violencia descomunal y esclavizar a otras personas? Cenital es capaz de mostrarnos los problemas de una comunidad aparentemente preparada para la supervivencia en un escenario post-apocalíptico. Problemas como la natalidad, su incapacidad de tratar los trastornos y la salud mental, la inactividad, el aislamiento y el ostracismo dentro de tu propia comunidad cuando no encajas con lo que ellos desean.
Hay un clarísimo discurso de “o estás con nosotros o contra nosotros” en Cenital el cual, acompañado de cierta supremacía moralista que tienen todos los personajes que viven en la eco-aldea, los hacen difíciles de querer. A pesar de ello, la obra nos los introduce como una comunidad de amigos que reciben a su líder, que aportan con su trabajo manual y su conocimiento y que se diferencian de la barbarie externa donde allí, todos son fellices, chico.
Pero está claro que no es así.
Conforme la obra va avanzando, veremos que no es oro todo lo que reluce en la eco-aldea y que la humanidad, podrida desde dentro, no es capaz de mantenerse en una pacífica convivencia entre ellos ni siquiera en ese supuesto paraíso.
Pequeño spoiler más adelante.
Nadie es realmente feliz en Destral. No es una comunidad en la que crecer de forma saludable. Su absoluta ausencia de alguien capaz de tratar trastornos mentales y de apoyar psicológicamente a sus habitantes les ha pasado factura. Destral y Agro, la pareja que fundó aquel idílico sitio, ahora no son más que conocidos que se saludan de lejos e intentan evitar hablar de que Agro se ha convertido en un drogadicto porque es incapaz de mirar a la realidad de la comuna en la que vive. Destral, amigo de todos, no lo es de nadie, y camina solo por las montañas en busca de un par de lechuzas que, para qué engañarnos, no alimentarán al centenar de personas que tiene dentro de sus muros pero que sí supone una excusa perfecta para evadirse y huir del paraíso creado. Cuando Teo, un hombre bueno se dedica a predicar su fe, le dejan claro que no hay libertad religiosa intra muros. Asistiremos con cada capítulo a la degeneración de la eco-aldea, al trauma que hace que un adolescente como Dispo le pegue un par de tiros a niñas que intentaban refugiarse con ellos y luego se convierta en un vegetal; a una mujer desterrada a lanzar fetos abortados en una compostadora orgánica, desprovista del orgullo y su carisma de líder y repudiada por las mujeres a las que ha ayudado a librarse de sus embarazos no deseados.
No es oro todo lo que reluce en la eco-aldea, eso está claro. ¿Pero qué alternativa hay? ¿Comer carne humana o gatos? ¿Vivir como los salvajes? ¿Seguir cerrando los ojos? ¿Acaso no nos está avisando Emilio Bueso en esta obra de que en el fondo, no hay salvación posible?
¿Es Cenital todo lo que nos queda?
0 comentarios en este post
Deja un comentario
Kinishinaide! No publicaremos tu email ni te spamearemos sin tu permiso