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¿Vale la pena El Decamerón de Netflix? Si no lo comparas con el libro, sí

Es lunes por la tarde después de una jornada laboral especialmente intensa y me pudro en el sofá después de haber devorado todo el anime que se deje ver en Crunchy Roll cuando me da por entrar en Netflix y descubro que, dentro de su catálogo de novedades, hay una propuesta divertida y algo inusual de El Decamerón de Bocaccio.

El Decamerón es una libro escrito por Giovanni Boccaccio y compuesto entre 1349 y 1353 y que se estudia en todas partes como una de las obras precursoras del Renacimiento. El libro fue en su momento extremadamente polémico ya que, a lo largo de cien relatos narrados por siete mujeres y tres hombres encerrados en una villa toscana para huir de la peste negra, se exploran temas como el erotismo, la fortuna, el amor y, cómo no, el sexo.

De hecho, uno de los relatos más famosos es el relato de Alibech y Rustico, donde una joven ingenua busca “poner al Diablo en el Infierno” y acaba aprendiendo lo que significan los placeres carnales de manos de un monje bajo un pretexto religioso. Este relato es tan abierto en sus descripciones que lo convirtieron en uno de los pasajes más “obscenos” del canon de literatura occidental durante siglos.

Por eso, al ver que Michael Uppendahl (director de Mad Men, The Walking Dead, Glee o American Horror Story) era el que estaba detrás de esta increíble promesa, y sobre todo al reconocer a actrices que me encantan como Saoirse‑Monica Jackson (Erin Quinn en las Derry Girls) y Tanya Reynolds (la chica alien de Sex Education), no dudé ni un segundo más y puse el primer capítulo. Y vaya… sé que no tiene muy buenas críticas, pero a mí me está divirtiendo muchísimo.

 

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Antes de nada ¿se parece en algo al libro? La respuesta corta es “no”, pero no pasa nada, porque es muy divertida

Aunque El Decamerón de Netflix se promocione como una “inspiración” de la obra de Boccaccio, lo cierto es que la conexión con el libro original es más conceptual que literal.

Y es que El Decamerón de Netflix no es más que una especie de White Lotus medieval mezclado con el humor de los Monty Pythons con algo de peste, erotismo, situaciones absurdas y una crítica no tan velada a las desigualdades sociales que bordan Misia y Licisca. Porque no nos engañemos: El Decamerón de Netflix no es una adaptación fiel ni lo pretende. Más bien se agarra a la premisa de Boccaccio —un grupo de privilegiados que huye del apocalipsis para contarse historias mientras el mundo se desmorona— y le da una vuelta muy contemporánea y actual que, para mí, funciona.

Por un lado nos encontraremos a una Pampinea retratada como una novela vanidosa, insegura, caprichosa, que se mueve por golpes de manía y que trata a su criada, Miscia, como una extensión de su propia sombra. A diferencia de la Pampinea del libro que se muestra como la coordinadora de las jornadas de la narración y que es en todo momento prudente y amorosa, la Pampinea de la serie es tan ridícula en sus peticiones y mentiras, que de alguna manera hace gracia porque funciona como motor que hace avanzar la acción.

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Pánfilo y Neifile son sin duda la mejor combinación. Inspirados en los personajes de la obra donde Panfilo representa la razón y el amor sereno, mientras que Neifile (Elissa en algunas ediciones) simboliza la novedad en el amor y los deseos del Dolce Stil Novo; en la serie de Netflix ella es una obsesa devota capaz de poner su vida en peligro por una señal divina y que anda, como su marido, más salida que el canto de una mesa.

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Otros como Dioneo cambian totalmente su personalidad. Por ejemplo, en este caso, pasa de ser el licencioso y divertido alivio cómico que finaiza las narraciones a un serio y seductor doctor que las trae a todas locas. Y personajes como Tindaro, que no para de dar la chapa con las guerras macedónicas, está ahí para representar de alguna manera a los nobles hipocondríacos y simples y burlarse de la torpeza masculina de los que realizan mansplainning sin parar.

El tono es decididamente irreverente, muy siglo XXI, con guiños que podrían colarse perfectamente en una conversación de sobremesa postpandemia: si durante el COVID vimos cómo los ricos se escondían en sus segundas residencias o huían en jets privados, en El Decamerón los nobles se refugian entre tapices y siervos, creyendo que con aislamiento y buen pan de masa madre (o su equivalente en hogaza toscana) pueden burlar la peste.

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Una serie que resuena a esta generación que estuvo encerrada por una pandemia

Una vez que tienes en cuenta que no te encuentras viendo una adaptación de El Decamerón de Boccaccio y que sin embargo estás ante una serie de comedia de época, entonces la experiencia se vuelve totalmente agradable. El tono es decididamente irreverente, muy siglo XXI, con guiños que podrían colarse perfectamente en una conversación de sobremesa postpandemia: si durante el COVID vimos cómo los ricos se escondían en sus segundas residencias o huían en jets privados, en El Decamerón los nobles se refugian entre tapices y siervos, creyendo que con aislamiento y un lechón asado en cuatro horas pueden burlar la peste. El giro de guion es cómo los siervos aprovechan esta situación para inclinar la balanza a su favor y colar a una amante en un barril, esconder a un muerto en un carro o impostar a una noble.

Y ahí es donde el humor funciona como mecanismo de supervivencia, tal y como lo hacía en el texto original: el sexo, la burla y la exageración han sido formas de resistir a la idea de la muerte que se acerca tanto en el S.XIV como ahora. En esta versión moderna, los criados observan a sus amos con una mezcla de cinismo y resignación, Licisca se apunta al carpe diem más evidente sin temor a las represalias y el resto de los nobles —más preocupados por sobrevivir ante el empobrecimiento y la inseguridad que genera la muerte producto de la peste negra— se descosen con cada escena.

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Todo ello mezclado como un smoothie de dátiles, miel y flores silvestres con un montón de escenas absurdas que, vaya, para mí son geniales: la criada convertida en ama, la devota con voto de castidad cuyo marido se masturba mirando a otro hombre por la ventana, la idiota de Pampinea chillando e ignorando fragrantemente las evidentes emociones de su criada Misia y mucho más. Todo esto reaparece disfrazado de humor negro y absurdo a lo Monty Python con música anacrónica y personajes .

Así que puede que no tenga ni un notable en Rotten Tomatoes o puede que en realidad de Boccaccio solo tenga la premisa, pero vaya, para mí El Decamerón de Netflix merece muchísimo la pena.

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