El tono de la novela es serio y el estilo directo, pero informal al estar en voz de una adolescente. En algunas ocasiones, sin embargo, se hace necesaria una pequeña ampliación de vocabulario, porque resulta excesivamente juvenil para un adulto.
Personalmente, la novela me ha parecido apasionante y en cierto punto inspiradora. Consigue abrirte los ojos a un problema social que ha estado acallado durante mucho tiempo. También te posiciona frente al mismo. La importancia de que el entorno sea consciente de que alguien sufre violencia es vital para que la ayuda llegue a tiempo. La labor de la autora en este sentido es impecable. Eso sí, no recomiendo la lectura a personas sensibles, porque algunos capítulos te arrancan las lágrimas de cuajo y hacen que te encojas un poco por dentro. Todos debemos luchar por que nadie más sufra como Sara ni como su madre.