Si Penny Brighton no tuviera mala suerte, no tendría suerte alguna. Ha perdido su trabajo. Y su piso. El mismo día. Pero no pasa nada, su amiga tiene un acogedor trastero en el que puede quedarse. Y seguro que en la lavandería del barrio hay buenas oportunidades laborales No hay más que ver lo rápido que ha llegado a la dirección ese niño de doce años que hay al frente del negocio! Además, el chico del centro cívico es un encanto y quizá Penny pueda incluso tener una conversación con él sin ser una idiota integral. No hay duda de que Penny es capaz de convertirse en una auténtica adulta responsable y, si lo consigue, su suerte tiene que cambiar! ¿Verdad?