Smita, Giulia y Sarah no se conocen, pero tienen en común el empuje y el tesón de las mujeres que rechazan lo que el destino les ha reservado y se rebelan contra las circunstancias que las oprimen. Como hilos invisibles, sus caminos se entrelazan, formando una trenza que simboliza la voluntad inquebrantable de vivir con esperanza e ilusión.