El cuento de la criada es uno de los mayores referentes en distopías literarias del S. XX. EEUU ha sido dominada por un grupo religioso que la consolida como la República de Gilead, retirándole los derechos a las mujeres y constituyendo un patriarcado religioso de enorme control. En este contexto, una mujer llamada Defred entra como Criada en la casa de un nuevo Comandante donde su única función será tener los hijos que su mujer no puede.
Nada cambia en un instante: en una bañera en la que el agua se calienta poco a poco, uno podría morir hervido sin tiempo de darse cuenta siquiera. Por supuesto, en los periódicos aparecían noticias: cadáveres en las zanjas o en el bosque, mujeres asesinadas a palos o mutiladas, mancillas solían decir; pero eran noticias sobre otras mujeres, y los hombres que hacían semejantes cosas eran otros hombres. Nosotras no conocíamos a ninguno de ellos. Las noticias de los periódicos nos parecían sueños o pesadillas soñadas por otros. Qué horrible, decíamos, y lo era, pero sin ser verosímil. Sonaban excesivamente melodramáticas, tenían una dimensión que no es la de nuestras vidas.