Lo que sí que es cierto es que me ha sorprendido y me ha ayudado a abrir los ojos. He descubierto que las mujeres que realizan la transición para ser hombres se sienten más libres que los que la hacen para ser mujeres, que dentro del propio movimiento feminista puede haber una gordofobia realmente consolidada o que la lucha a veces no es cuestión de edad sino de convicciones.
Es un libro fantástico para ampliar tus miras y tu horizonte sobre la maravillosa diversidad. Y que sin lugar a dudas le vendría genial a más de un cenutrio al que “transgénero” le suena a alguna blasfemia masona.