¿Ser mujer y no depilarte la barba? Qué ganas de complicarte la vida. ¿Salir del armario a los 40 años? Qué ganas de complicarte la vida. ¿Poner tu vida en riesgo por defender los derechos de otras personas? Qué ganas de complicarte la vida. ¿No esconder la pluma ni siquiera delante de las monjas de tu residencia de ancianos? Qué ganas de complicarte la vida. ¿Empeñarte en mantener vivo un juego tradicional de mujeres que a nadie le importa? Qué ganas de complicarte la vida. ¿Reconciliarte con tu cuerpo en vez de llevarlo al quirófano para que te lo arreglen? Qué ganas de complicarte la vida. Un libro para todos aquellos y aquellas que huyen de la comodidad
10 ingobernables: un libro sobre aquellos que decidieron alzarse contra la marea
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Yo estaba acompañando a una mujer a la que le arrancaron el huipil en la calle, la dejaron desnuda ahí en Chichi. Teníamos pruebas y testigos, y trabajamos bien el caso. La asustaron con que sería ella la que tendría que pagar 25 000 quetzales. Llorando, llegó a mi casa. Si llega a estar sola, los hubiera tenido que pagar.
Irina también ha seguido de cerca la evolución de Fidel Castro. En la primera década de su mandato, se asociaba la homosexualidad con la decadencia burguesa y con el imperialismo. Ser un desviado era incompatible con ser un verdadero revolucionario. Los gais (las lesbianas eran invisibles) sufrieron discriminación laboral, hostigamiento policial e internamiento en campos de trabajo hasta 1979, cuando las relaciones entre personas del mismo sexo fueron despenalizadas; el mismo año que en España.
Las mujeres [...] han aprendido desde pequeñas que su cuerpo está expuesto al juicio público como en una vitrina, que la gente tiene derecho a opinar sobre su aspecto cuando le dé la gana.