Antes de empezar con esta #momokoreseña, quiero preguntaros… ¿es la prostitución una manifestación explícita y descarada del machismo? ¿Son las prostitutas víctimas o cómplices de un sistema corrupto basado en la hegemonía del patriarcado? Y sobre todo, ¿es posible criticar el hegemónico movimiento feminista y esperar que alguien te escuche en un mundo que se caracteriza por estar sometido a una dictadura de lo políticamente correcto? Morgane Mertuil cree que sí y hoy os vamos a hablar de un libro en el que una prostituta denuncia que el feminismo actual NO le representa.
Morgane Mertuil: la prostitución es un arte profesional
El principio del libro de Libertad el feminismo es una presentación de la joven Morgane: una mujer que nos habla desde el interior del negocio de la prostitución sin entrar en detalles explícitos pero razonando en todo momento la libertad y las decisiones que la llevaron a tomar esa profesión.
En mi trabajo como camarera de barra americana, me di cuenta enseguida de que si quería ganar más de veinte euros por noche, tenía que hacer mamadas.
Morgane se define a sí misma como una activista convencida, una militante de diferentes movimientos sociales en defensa del feminismo y de la igualdad entre hombre y mujeres. Bajo una introducción completamente humilde, ella misma afirma que no es quién para compararse con las grandes feministas del movimiento que, como Simone Beauvoir, lucharon por los derechos de las mujeres en un momento en el que hacerlo representaba un verdadero peligro y donde cualquier ferviente defensora del movimiento pudiera verse condenada al ostracismo.
Sin embargo, ahí acaban las posibles contemplaciones de Morgan hacia posibles detractoras de su mensaje, porque Libertad el feminismo es una avalancha de sentimientos y apasionados razonamientos acerca de por qué, a la joven Mertuil, el feminismo contemporáneo está empezando a sacarle de quicio.
¿Eres puta? Pues o bien eres cómplice o bien víctima
Uno de los principios que postula el feminismo hegemónico (ese que aparece en tu muro de Facebook y en las redes sociales de todo tipo) es que la prostitución y la pornografía son manifestaciones del machismo y de la sociedad del heteropatriarcado. Para ello se fundamentan en ideas como que la mujer es solo un objeto al uso de los hombres en las películas pornográficas, que la enorme cantidad de géneros pornográficos como el bondage o el clásico “rape rol” provoca que se normalice las violaciones o que el hombre es el protagonista en el cine pornográfico ya que la película termina cuando él eyacula (no ella).
La prostitución no se queda atrás dentro de este acalorado debate. Continuamente vemos documentales de la BBC acerca de la trata de blancas, de mujeres violadas a las que les han pagado y del peligro de objetivizar el cuerpo de una mujer convirtiéndolo en un producto capitalista.
Ir en contra de estas ideas es potencialmente muy peligroso. Rápidamente te critican en masa y te tachan de cómplice, machista o como poco, pobre desinformada. Por eso es tan importante que autoras como Morgane Mertuil alcen la voz sobre el tema.
A lo largo de unas escasas 100 páginas, Morgane va desmontando todas esas ideas sobre la prostitución con argumentos que ponen sistemáticamente en duda cualquier precepto que los grupos hegemónicos feministas estén promulgando.
El primero de todos ellos es plantearse… ¿existe un solo tipo de feminismo? ¿me representan estas mujeres?
A esto Morgane alza la voz y exclama un potente “no”. Para la autora de este libro, existen todo tipo de feminismos con los que puedes comulgar y opina que las voces de las extremistas son las que más se oyen precisamente por estar más radicalizadas e imponer sus ideas a base de ataques y de la violencia. Esto provoca que los medios de comunicación les den más cobertura, provocando que se genere una imagen de pensamiento homogéneo entre las feministas que acaba provocando más mal que bien. Esto ha generado que cuando una feminista genera un violento debate sobre si es machismo o no abrirle la puerta a una mujer al pasar, otros las consideren popularmente como “feminazis”, poniendo en peligro la credibilidad de todo el movimiento.
Al mismo tiempo, Morgane no tiene pelos en la lengua para criticar a movimientos feministas en Francia que emplean su cobertura mediática para obtener altos cargos políticos (como Fadela Amara: feminista francesa de origen argelino, fundadora y presidenta del grupo feminista NPNS y posteriormente secretaria de Estado en el Gobierno de François Fillon), o que incluso centran su lucha en temas estúpidos o que no tienen nada que ver con lucha por la igualdad entre el hombre y la mujer.
Afortunadamente, las militantes de OLF también saben mostrar que son mujeres liberadas, e incluso dispuestas a darnos cursos de sexualidad. «¡Atreveos con el clítoris! » [...] quedará posiblemente en los anales de las campañas más enervantes de la historia del feminismo francés. Porque, aparte de hacernos creer que en OLF están absolutamente liberadas en lo referente al sexo, no veo qué finalidad tenía: ¿incitarnos a la masturbación?, ¿elogiar los méritos de esa parte de nuestro cuerpo y el placer que nos puede provocar?
La segunda gran pregunta que se hace Morgane es: ¿realmente pagar por usar el cuerpo de una mujer es machista? En ese sentido se plantea ¿dónde está la libertad de elección? ¿No debería el feminismo defender la libertad de elección sin juicios ni valoraciones éticas sobre las mujeres? Si lo condenable es emplear el cuerpo con fines capitalistas… entonces otras profesiones como masajista también deberían ser penalizadas por la misma lógica.
Morgane Mertuil realiza un apasionado ejercicio de reflexión defendiendo su libertad para poder elegir ser feminista y prostituta al mismo tiempo. Afirma que la prostitución, como en cualquier trabajo, tiene diferentes grados con los que puedes involucrarte y que ella siempre decide, por encima de todo, los clientes a los que recibe y lo que hace con ellos. Pone límites y normas que estos han de cumplir y, aunque afirma que no es “para todo el mundo”, su lucha se centra en defender el hecho de poder ser una prostituta y ser aceptada en el medio social.
Ni me violaron ni me pegaron: soy prostituta porque lo prefiero a trabajar en una oficina
Uno de los mitos que extiende este pensamiento dañino hacia la prostitución afirma que las prostitutas o bien son víctimas, o lo eligieron porque tienen un profundo trauma infantil. En ese sentido, Morgane nos relata un evento “feminista” en el que una mujer, ex-prostituta, declara lo dura que fue su vida y lo dignificada que se siente ahora que no se acuesta con hombres por dinero.
Al vincular la dignidad de las mujeres con el uso que hacen de su sexo, las feministas antiprostitución apelan a juicios de valor profundamente impregnados de pensamiento patriarcal y sexista, y, por ende, de una ideología de control social sobre los individuos.
Para Morgane, es importante diferenciar entre la trata de blancas, una actividad repugnante, y la prostitución por elección propia. Con toda la pasión que la indignación por el discurso anti-putas le provoca, arremete contra los juicios de valor que siempre tienden a considerar a la prostituta como una víctima del patriarcado cuando, quizás, lo que está haciendo es reclamar su propio espacio sexual y alzarse por encima de los juicios morales.
Mi opinión sobre Liberad el feminismo
Liberad el feminismo es una obra increíble. No hace mucho recuerdo estar sentada en una cafetería con unos amigos que se llenaban la boca hablando del asco que les dan los puteros y la gente que acude a las prostitutas. Frases como: “están desesperados” o “nadie lo cuenta porque saben que hacen mal y son cómplices de la trata de blancas” me hizo plantearles una inocente pregunta.
¿Qué pasa con los prostitutos o las chicas que quieren hacerlo de forma… libre?
Su defensa para ese tema era de nuevo el discurso hegemónico: o bien no había putas libres, o las que lo eran decidían ejercer la prostitución solo debido a la dificultad por encontrar trabajo o al hecho de tener que mantener a una familia. Es decir, se veían forzadas a hacerlo.
El hecho de negar la posibilidad de que las mujeres puedan decidir con libertad ejercer la prostitución no solo es peligroso, sino que entra en un discurso moralista realmente preocupante en el que un solo grupo afirma tener el poder para dictar lo que es moralmente correcto según sus ideas y lo que no. El feminismo, un movimiento que nació para dar voz y proteger las ideas de todas las mujeres, de pronto se convierte en un cómplice del machismo al buscar entre su mismo género a culpables y protagonizar una auténtica caza de brujas. La sororidad, un concepto tan buscado y defendido dentro del femenismo, brilla por su ausencia cuando en Twitter o en las redes sociales, las propias mujeres acusan a otra de “puta”, “cómplice”, “facha” o “machista” por escoger vivir su sexualidad sin ningún tipo de represión.
El libro es apasionado y muy muy fuerte. Algunas de las aseveraciones que hace la propia Morgane pueden no encajar del todo con mi idea de feminismo, pero me apoyo fieramente en su idea de tolerancia para leer sus aseveraciones, razonarlas y decidir si comulgo con sus ideas o no.
El libro está magníficamente documentado. Es evidente que Morgane está muy documentada sobre el feminismo contemporáneo y aporta continuamente citas y referencias a libros, documentales, campañas publicitarias o artículos de blogs donde diferentes mujeres opinan sobre los temas que está tratando.
La obra es inmensamente necesaria en el marco del pensamiento feminista contemporáneo ya que se aleja de algunos pensamientos absolutistas (como los que tiene Leticia Dolera en su libro de Morder la Manzana, donde afirma que cualquier hombre por ser hombre es machista y que cualquier persona caucásica por haber nacido con ese tono de piel es racista, hagan lo que hagan) y nos permite ver al feminismo desde una óptica mucho más abierta y tolerante: un feminismo que representa no solo a prostitutas o mujeres que decidan llevar un hiyab, sino también a las mujeres trans y a toda aquella que se atreva a alzar la voz por la libertad y la igualdad.
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