Te gustará si: te gustan los cómics independientes, los relatos e historias cortos y, por qué no, eres un poco pesimista acerca de la vida.
Argumento de Sonámbulo y otras historias:
Sonámbulo y otras historias es una recopilación de los cuatro primeros números de la obra Optic Nerve de Adrian Tomine. En este cómic recopilatorio de relatos cortos, Adrian nos permite recorrer la vida de diferentes extraños, poniendo de manifiesto los sentimientos más profundos y descarnados que se esconden en el día a día de gente como tú y como yo, ahondando en la soledad, los amores perdidos o la madurez.
Sobre Adrian Tomine
Adrian Tomine es un ciudadano norteamericano descendiente de japoneses. Procedente de Sacramento, California, debutó antes de cumplir los veinte años con su obra Optic Nerve, llamando la atención de la crítica, de numerosos lectores y de la prestigiosa editorial Drawn & Quarterly.
Adrian Tomine fue ganando cada vez más renombre en el mundo del cómic independiente hasta que finalmente consiguió un trabajo como portadista de The New Yorker. Ha creado otras obras como Intrusos (publicado por la editorial Sapristi), Shortcomings (publicado por Reservoir Books) y las antologías Rubia de verano con Ediciones La Cúpula, encargada también de traernos esta genial recopilación de relatos.
Análisis de Sonámbulo y otras historias.
Adrian Tomine está considerado como uno de los genios en el storytelling a través del cómic. Esta recopilación de La Cúpula Editorial recoge los primeros cuatro números de la serie Optic Nerve que se publicaron entre 1994 y 1997. Por eso, no es de extrañar realmente que Sonámbulo esté ambientado en los noventa y que no incluya por tanto los temas como la soledad a través de los mensajes de chat o incluso la falsedad de las redes sociales. Y a pesar de ello, Sonámbulo se nos hace tan cercano y contemporáneo como si estuviera ambientado en la época contemporánea.
Esto es precisamente debido a los temas que trata Adrian Tomine en su obra y que exploran la soledad, la madurez o el desamor en una sociedad fría e incapacidad de empatizar con los sentimientos de otra gente. A través de un dibujo bicolor en blanco y negro, este slice-of-life nos permitirá conocer a hombres despechados incapaces de pasar página, a jóvenes desmotivados que engañan a sus empleadores, a ancianos que recuerdan tiempos pasados o la terrible atmósfera que flota en el ambiente tras la muerte de nuestros seres queridos.
Todo esto lo hace Adrien sin ser demasiado evidente, sin precipitar su mensaje o las conclusiones que condensa cada uno de los relatos. Su obra es más bien como asomarse a la conversación de la pareja de al lado en una cafetería o como si espiases la vida de un desconocido a través de un pequeño agujero. Es en los pequeños detalles, en las frases y las voces de los personajes, a menudo errantes, donde encontramos el significado que Adrian esconde en cada relato.
Es casi más importante lo que Tomine no cuenta de forma directa en sus viñetas que lo que aparece retratado, obligando al lector a hacer una reinterpretación y una figuración de lo que se pretende transmitir.
La incapacidad de las familias por comunicarse de forma que aunque viven juntos cada día de su vida, están completamente solos (como en Evocación o Cuatro de Julio); la futilidad de la vida en la que cualquier suceso puede desencadenar en una catástrofe (como en Glaseado de Fresa y Caída) o la incapacidad de pasar página después de una ruptura (como en Sonámbulo o Seis Días de Resfriado).
El dibujo y la forma de Adrian Tomine es directo y realista, llegando incluso a saltarse la cuarta pared en algunos relatos como el de Dylan y Donovan. Su increíble maestría a la hora de colocar a los personajes en diferentes posturas y en hacernos sentir realmente transportados a los espacios de la acción queda patente en sus enormes planos generales de diferentes localizaciones (como casas o cafeterías) y en la manera en la que se comportan sus personajes. En su realismo, Adrian Tomine no teme crear personajes de morfología completamente diferente. Si retrata a un adolescente, por mucho que sea el protagonista, lo dibuja con acné; la empleada de un local tiene sobrepeso y una anciana se ve vieja y abatida.
Su forma de dibujo y la colocación de los elementos lo alejan enormemente del cómic americano tradicional del que bebe la estética de Adrian Tomine, colocándolo entre el mundo independiente y filosófico del cómic europeo y el dibujo de su país natal.
La forma de lectura de las viñetas es coherente, complementándose perfectamente sobre un dibujo sencillo y minimalista que usa los blancos y los negros con un significado y una intención narrativa. Los capítulos se van sucediendo sin la necesidad de tener que agrandar las viñetas o de dejar espacios entre una página y otra, permitiendo que la lectura sea fluída y que dé la sensación de conjunto a pesar de lo diferentes que son entre sí las historias. Muchas de ellas solo cuentan con una o dos páginas mientras que otras se extienden en el día a día de los individuos para transmitirnos el vacío de su existencia. En algunos casos, Adrian ni siquiera nos muestra la cara de los principales involucrados mientras que en otros lo sabemos todo acerca de sus vidas y de sus temores.
Relatos surrealistas recogidos en una preciosa edición de La Cúpula Editorial de tapa blanda con solapa a color que nos anticipa la obra de colosales dimensiones filosóficas que vamos a leer.
Nuestra opinión sobre Sonámbulo y otras historias
Sonámbulo y otras historias es una obra de nicho, extraña, casi me atrevería a decir que intelectual. Es sin lugar a dudas una obra del gusto de aquellos que han leído El túnel de Ernesto Sábato o Nocilla Experience, pero no está pensada para los que desean relatos que tengan una estructura sencilla. No te encontrarás con una presentación, nudo y desenlace en la mayor parte de las viñetas, sino que a menudo parece que han cogido un trozo inconexo de la vida de una persona cualquiera de la ciudad, mostrándotelo con toda la sinceridad posible.
Y es cierto que en algunos puntos de la lectura me molestó que el relato fuera tan corto o que no se alargara más, deseando conocer más sobre cada uno de estos personajes. A veces, sentía que los relatos saltaban de un tema a otro sin mucho cuidado: como un borrador de ideas que realmente nunca acabas de dibujar. Pero esa es en todo momento la intención de Tomine: mostrarnos desde una perspectiva fría, casi cirujana, la crueldad del ser humano, la soledad en la que todos vivimos y el desapego de la gente que debería preocuparse por ti.
Para ello se vale de relatos como Rehenes, en el que dos adolescentes aterrorizan a un autobús entero, insultando a los usuarios que viajan en él, sin que nadie se atreva a decir nada, poniendo de manifiesto la cobardía de los que permiten que el mal triunfe por puro miedo. Otros, como El hilo conductor, nos demuestran que realmente detrás del amor solo hay desesperanza y soledad, y que el hecho de esperar que algo cambie solamente nos expone a recibir más daño.
Sonámbulo y otras historias es increíblemente pesimista. No esperéis encontraros en él un final feliz, un momento de esperanza o un reencuentro emotivo. Cada uno de sus relatos acaban con una generalizada sensación de decepción. Decepción porque ella no nos quiere, porque estamos solos en el mundo, porque nuestra oportunidad ya pasó o porque la persona a la que protegemos y queremos en silencio, simplemente ha decidido darnos la espalda.
En ese sentido dos de los relatos me parecieron simplemente brillantes. El primero, Sonámbulo, que da título a la obra, nos muestra cómo un joven es capaz de cambiar a mejor (afeitarse, ducharse e incluso limpiar en profundidad su piso), cuando su exnovia le dice que si cenan juntos por su cumpleaños. A pesar de todo su esfuerzo, nada merece la pena ya que Carrie no tiene ningún tipo de interés sentimental por él. Ella solo le dice que “está preocupada”, demostrando que el protagonista es incapaz de seguir adelante con su vida de forma sana y natural sin ella.
El segundo es el de Dylan y Donnovan. Dylan y Donnovan son gemelas, pero muy diferentes ya que la segunda se cree por encima de la media, es introvertida y se niega a relacionarse con el resto en el instituto. A pesar de los esfuerzos activos de su hermana Dylan (que acaba aislándose del resto de sus amistades) y de su padre, Donnovan se esfuerza por hacer de su vida un poco más miserable con su egoísmo y su falta de empatía. Dylan se esfuerza, intentando comprenderla, convencida de que lo único que necesita su hermana es un apoyo incondicional, pero cuando descubre que esta ha perdido la virginidad con otro chico y que no la contado nada, descubre la verdad que había intentado evitar todos esos años: que su relación es unidireccional y que para Donnovan, ella no vale una mierda.
Relatos de la crudeza de los dos últimos que os acabo de relatar, sin necesidad de introducir brutales torturas o asesinatos extremos, hacen que sea inevitable que te veas reflejada en algunos de ellos. De esta forma, el horror se mezcla con el día a día y acabas contemplando la obra, con una expresión de ligera incomodidad de desconcierto porque Adrian Tomine es capaz de retratar en sus cómics todas esas sensaciones y percepciones que otros te dirían que solo tienes en la cabeza.
Pero que en el fondo, nos pasan a todos.
0 comentarios en este post
Deja un comentario
Kinishinaide! No publicaremos tu email ni te spamearemos sin tu permiso