Utown es un espacio suspendido y sostenido en el descuidado paso del tiempo. A través de unas viñetas increíblemente detalladas, Cab o Caroline Breault nos trae una historia que parece extraída del interior de nuestros funestos años universitarios, en los que confiábamos en que nuestros allegados fueran justos y donde nuestra red de seguridad era la gente con la que, de una manera u otra, acabábamos chocando y rozándonos con el devenir de los días.
En un mundo donde el arte digital ha tomado un papel predominante, los webcomics han emergido como una plataforma poderosa para narradores visuales. Entre 2019 y 2022, CAB, o Caroline Breault para aquellos menos familiarizados con su pseudónimo, nos presentó Utown una novela gráfica que originalmente vio la luz en este formato digital. Aunque algunos lectores ya habían tenido el placer de conocer el talento de CAB a través de sus portadas para series icónicas como "Hora de Aventuras" o su debut en "Hiver Nucléaire", es con "Utown" donde realmente brilla como autora integral.
Y es que La Cúpula, en su apuesta por traer novelas gráficas independientes de alta calidad, ha publicado recientemente Utown: la historia de dos jóvenes diametralmente opuestos que viven en un barrio de mala muerte en el que, de una forma u otra, ambos acaban perteneciendo.
Sam es un artista incapaz de subirse al tren de la sociedad moderna que pasa sus días con sus amigos, trasnochando, dibujando y haciendo el turno de noche en un videoclub en el interior de un barrio de mala muerte. Tiene pocas cosas claras pero que Utown es su hogar es una de ellas. Por eso cuando se encuentra con Edwin, un joven que huye de los servicios sociales, no se lo piensa dos veces antes de ofrecerle que viva con él en el piso que ha ocupado.
Edwin y Samuel no pueden ser más diferentes: mientras el ilustrador llega tarde a todas partes, no friega un plato ni aunque lo maten y se pasea por la vida con la desidia del que cree con un convencimiento puro que todo saldrá bien, Edwin trata de poner en orden su vida limpiando y trabajando.
La vida de ambos no encaja, pero como el resto del edificio y del barrio, se apoyan los unos a los otros. Al menos es así hasta que un grupo de especuladores inmobiliarios deciden que Utown es un proyecto demasiado jugoso para no lucrarse con él.
CAB en Utown brilla con toda su esencia. Y es que la autora decide tocar un tema tan doloroso como la gentrificación y la forma con la que la sociedad capitalista desplaza y destierra a aquellos que no se adaptan a su visión del mundo productivo y aesthetic no podía ser más acertada. A través de un dibujo de tipo cartoon, trabajado y enormemente detallado, CAB nos demuestra que las formas sencillas pueden contar al mismo tiempo historias muy poderosas.
Así, nos encontraremos con viñetas enormemente detalladas donde los cambios de perspectiva y la economía del dibujo desaparecen totalmente para mostrarnos cada pequeño resquicio de los pasillos de mala muerte, de los jardines en las puertas de los edificios llenas de basura, de los family diners donde sirven desayunos las 24 horas y los sofás roñosos donde la gente sin exigencias se arrincona pasar el tiempo fumando María y tirándole latas de cerveza a los contenedores de agua.
CAB en ese sentido es capaz de transmitirte toda la crudeza de un slice of life en la zona más chunga de la ciudad con un extraño y volátil sentido de la esperanza. En ese sentido, la autora hace magníficamente bien al construir a dos personajes opuestos que de alguna manera confluyen y que simbolizan, cada uno de ellos, una perspectiva acerca del futuro.
La gentrificación en Utown no solo se presenta como un telón de fondo, sino como un personaje más en la narrativa, influyendo de manera decisiva en la vida de los protagonistas y en la dinámica del barrio. Caroline Breault, bajo el pseudónimo de CAB, logra capturar la crudeza y la tensión inherentes a este proceso, donde el desarrollo urbano y el progreso económico a menudo se traducen en la marginación y el desplazamiento de las comunidades más vulnerables.
En Utown, la gentrificación se retrata como una fuerza implacable que amenaza con desmantelar el tejido social de un barrio que, aunque deteriorado y olvidado por las autoridades, es el hogar de una comunidad que ha aprendido a apoyarse mutuamente. La autora utiliza su detallado estilo de dibujo para mostrarnos el contraste entre la decrepitud de los edificios y la vitalidad de sus habitantes, destacando la belleza en lo imperfecto y la resistencia en lo frágil.
Este avance imparable de la reconstrucción del barrio, que avanza indiscutible e indiferente al parecer de sus habitantes se muestra con todos sus matices en la obra, presentando asimismo las oportunidades que la reconstrucción del barrio trae consigo, como la apertura de la cafetería de Milton. Este nuevo espacio se convierte no solo en un símbolo del cambio sino también en un punto de encuentro y oportunidades para Sam y sy arte. Este enfoque dual subraya la complejidad del fenómeno, donde el progreso y la pérdida van de la mano.
CAB nos sumerge en una historia íntima y dolorosa, donde la lucha por mantener la identidad del barrio frente a la gentrificación se convierte en una metáfora de la lucha por preservar el alma y la dignidad humana en un mundo cada vez más mercantilizado y superficial. En Utown, la autora nos recuerda que, a pesar de los cambios, la esencia de una comunidad reside en sus relaciones humanas y en la capacidad de sus miembros para resistir y adaptarse, reafirmando su sentido de pertenencia y solidaridad.
La frustración de Sam es muy interesante y está muy bien contada. Representa el perfil de personaje que creció entre los valores de los 90 y el cambio de siglo. Pasados los años, lejos de ser un grafitero cool, está más cerca de los vagabundos. Malvive sin dinero, aprovecha cualquier momento para ponerse completamente ciego y sufre graves problemas de autoestima. Aun así, consigue seducir a un chaval, un adolescente incauto al que da cobijo cuando se lo encuentra en la calle. El gran relato de la novela gráfica es cómo ese crío sale adelante, mientras que el artista lo tiene mucho más difícil.
Habla cerca de pertenecer a un pueblo y de cuidar de los suyos, a pesar de estar todos una situación de miseria.
Habla acerca de la red de seguridad que supone poder confiar en el resto y como tu compañera de trabajo, te apoya en momentos difíciles o tu amiga extiende el plazo en el que te cobra el alquiler para evitar que te vayas a la calle. Habla sobre cuidar de aquellos que están sin techo, porque mañana podría ser tú mismo y de la autocrítica del artista que se sabe poco digno habla de los años que todos hemos pasado nuestra juventud universitaria en los que nos teníamos nada ya hemos felices con poco podíamos comernos una hamburguesa que se quedó el suelo y apoyar un desconocido
Sam representa de manera vívida el perfil de una generación que creció entre los valores de los 90 que se resisten poderosamente a los cambios que trae el nuevo siglo. Como protagonista, CAB nos presenta a un personaje atrapado entre el idealismo de su juventud y la cruda realidad de la vida adulta. Lejos de ser el grafitero o artista cool que soñaba ser, su vida se asemeja más a la de un vagabundo, malviviendo sin dinero, aprovechando cualquier momento para evadirse de la realidad y entrando en un bucle de inseguridad que le impide avanzar y dar pasos en pos del progreso y de una forma de vida responsable.
Sam es así un símbolo de los sueños que se desvanecen con el paso del tiempo y la dureza de la vida cotidiana. Su capacidad para seducir y dar cobijo a Edwin, un adolescente incauto y perdido, muestra su humanidad y su deseo de encontrar un propósito a pesar de su propia desesperanza. El gran relato de la novela gráfica es cómo Edwin, gracias al apoyo y la protección de Sam, logra salir adelante, mientras que Sam, su supuesto mentor, va quedándose atrás y lucha por encontrar su propio camino.
Lo que está claro leyendo si Utown es que toda la obra destila unas increíbles vibes de buen rollismo entre los diferentes personajes, y es que dos de los grandes temas que trata el cómic es el sentido de pertenencia y la solidaridad. A pesar de la miseria que envuelve a muchos de los personajes, la comunidad se convierte en una red de seguridad esencial. La compañera de trabajo de Sam, que lo apoya en los momentos difíciles, o su amiga que extiende el plazo del alquiler para evitar que se quede sin hogar, representan esta solidaridad en acción. En un barrio donde la mayoría apenas tiene lo suficiente para sobrevivir, cuidar de los demás es una cuestión de supervivencia colectiva y nos recuerdan que, frente a la forma individualista y cruel del mundo capitalista que trae la gentrificación, existen formas alternativas de relacionarse con el resto.
Y, de alguna forma, Utown nos recuerda de esta manera a nuestros años universitarios: aquellos en los que todos teníamos (o éramos) una suerte de Peter Pan como el propio Sam. Esos años en los que la precariedad era la norma y la felicidad se encontraba en las pequeñas cosas: compartir una hamburguesa caída o ayudar a un desconocido en momentos de necesidad.
Utown es un cómic con un arte maravilloso y múltiples capas de complejidad que se presta a leerlo una y otra vez. La idea de plantear una historia sobre la gentrificación de los barrios, ligando de alguna manera el locus a la identidad del propio Sam (como el barrio es un auténtico desastre de persona, pero con su encanto) y animándolo a avanzar en su carrera y en su vida desechando aquellas cosas que no le permiten progresar es simplemente genial.
Y es que con Utown me ha pasado algo extraño que no me ocurría desde hace tiempo: que he tenido que releerlo varias veces para conseguir captar lo que yo creo que es solo la superficie de una historia cargada de matices, con personajes totalmente diferentes que de alguna manera me transmite una realidad a la que era ajena hasta entonces.
Es sin duda alguna una obra más que recomendable si te gustaría saber más sobre la gentrificación o si te encanta el estilo de dibujo de CAB que, seamos honestas, brilla en cada página con su estilo de rotulador grueso y con una personalidad totalmente propia.
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